Los otros premios Nobel y el mercado gourmet

Cada año, en una divertida ceremonia, la Universidad de Harvard concede los denominados Premios Ig Nobel. Se trata de una especie de versión gamberra de los Nobel que se entregan a los autores de los experimentos e investigaciones más raras y absurdas que han tenido lugar en el ámbito científico mundial. Este año, entre los galardonados figura un grupo de científicos chilenos que han verificado un gran hallazgo sobre los dinosaurios: si le pones un palo en la cola a una gallina, anda como lo hacían los dinosaurios. En la web donde leí la noticia aparecía un vídeo con la visualización del experimento. Como decía su autor, merecía la pena verlo. La manera de andar de las gallinas con el palo en la cola hace indiscutible el hallazgo.

Me acordé el otro día de estos premios escuchando al alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, dando explicaciones sobre su presencia en la inauguración del nuevo mercado de la Merced, cerrado a la mañana siguiente por los Bomberos por falta de permisos. Si los Premios Ig Nobel tuvieran un apartado para las explicaciones estrambóticas, no estoy en condiciones de afirmar que se lo hubiera llevado De la Torre, pero tendrán que reconocerme que hubiera tenido muchas papeletas para estar entre los nominados. Les cuento la historia y luego la reacción del primer edil.

El pasado viernes, el nuevo mercado gourmet de la Merced, celebró un acto de presentación con varios centenares de invitados. La cosa no iba muy bien desde el principio, ya que esa misma mañana aparecían fotos en la prensa local de los preparativos donde no aparecía ni un puesto terminado y donde se veían obras sin finalizar por todos los rincones del inmueble. Como todo es susceptible de ir a peor, en la fiesta de inauguración seguían trabajando los operarios y los escasos puestos que ofrecían cocina tuvieron que improvisar unas planchas alimentadas con bombonas de gas que instalaron fuera del recinto. Para ser precisos, en plena calle. O sea, en la vía pública. En definitiva, una cuchipanda poco o nada glamurosa.

Al día siguiente de la inauguración, el Mercado de la Merced ya estaba cerrado. El ayuntamiento, que preside el propio alcalde que participó en el acto, no autorizó su apertura. La razón: Bomberos exigió el cierre de dos patios de luz existentes, al considerar que en caso de incendio en la planta baja, las llamas podían subir a la planta superior. Hasta aquí todo podría parecer incluso normal. En Málaga suele ser bastante habitual las inauguraciones sin permiso, los líos para lograr una licencia entre los distintos departamentos del mismo ayuntamiento y el quinario al que se enfrente cualquier empresario que quiere abrir algo en la ciudad.

Lo original, en este caso, tiene que ver con las declaraciones del alcalde. A la primera que los periodistas pudieron, le cuestionaron sobre el asunto. Entre otras cosas, sobre el hecho de que se instalaran bombonas para cocinar en plena vía pública. Y De la Torre para justificar que no se percató de ello, no tuvo inconveniente alguno en exponer que su fama de austero también le alcanza en los ágapes, ya que durante la inauguración se limitó a probar un "taquito de queso y un sorbito de cerveza", que para más señas dijo que era 0,0. De la Torre tiene la costumbre de ser muy preciso en sus explicaciones en cuanto tiene que quitarse un marrón de encima. "Sólo tenía noticias de un catering elaborado no allí, porque eran unas lonchitas de jamón de York", explicó para justificar su desconocimiento sobre la existencia de las cocinas en la calle. Aunque estoy convencido que no fue la intención del alcalde, flaco favor terminó haciéndole a los promotores de su iniciativa con tan explícita explicación. No hay nada menos atractivo para alabar las excelencias de un mercado gourmet que decir que allí se servían unas "lonchitas de jamón York".

De la Torre es un alcalde al que le gusta explicar las cosas no solo para que se sepan, sino para convencerte de que lleva razón. Da igual que la tenga o no, siempre tiene argumentario para intentar salir airoso de cualquier polémica. Solo hay que recordar su empecinamiento para explicar a los ciudadanos los beneficios del cambio de la tarifa del agua, que le llevó a hacer público un experimento que realizó en su casa y que, en su día, pudo competir en rareza con los extraños premios Ig Nobel de la Universidad de Harvard. Me refiero a su publicitado aseo personal y sus famosas duchas de 11 litros con palangana incluida. Un estudio científico, el de la austeridad en la ducha, que estaba a la altura de los palos en la cola de una gallina desarrollado por los investigadores chilenos y sus semejanzas con los dinosaurios.

En el apartado de Química, el Ig Nobel de este año fue para unos investigadores australianos y estadounidenses. Idearon una receta que permite descocer parcialmente un huevo ya cocido, que debe ser como un paso anterior en la ciencia a la famosa tortilla de patatas deconstruida de Ferrá Adriá. Como decía el autor de la crónica en su reportaje, así expresado parece poca cosa, pero sus autores aseguran en su estudio que esa capacidad para tratar las proteínas del huevo tendrá un impacto decisivo en el mercado farmacéutico, industrial y alimentario de más de 160.000 millones de euros.

Ya ven, el premio a un huevo descocido y sus repercusiones en la economía mundial. Y nosotros, en Málaga, sin terminar de ver las posibilidades gastronómicas y alimentarias de un mercado gourmet que De la Torre inauguró con una lonchita de jamón de York y un sorbito de cerveza 0,0.

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