El debate sobre el "triste" estado de la comunidad








el debate sobre el Estado de la Comunidad comenzó el miércoles, pero quizás le faltó un día. Antes de que los portavoces parlamentarios hicieran uso de la palabra, el presidente de la Cámara podría haber invitado el martes a los responsables de la Red Andaluza de Lucha Contra la Pobreza y la Exclusión Social a exponer los datos de su último estudio. Ese que dice que de los tres millones de españoles que viven con 332 euros al mes, un tercio de ellos son andaluces. El informe es tan duro que los partidos de oposición podrían haber entregado una copia a cada uno de los consejeros del Gobierno andaluz y haberse sentado en sus asientos a esperar explicaciones sin decir esta boca es mía.

Susana Díaz, la presidenta de la Junta, que tiene bastante experiencia en situaciones conflictivas, decidió acudir llorada al debate y pasó de puntillas por esta realidad demoledora: un 43% de las personas que viven en Andalucía -3.620.648- están en el círculo de la pobreza o en riesgo de llegar a ella camino de la exclusión social. Como resulta obvio que no tiene una solución para desterrar de un plumazo estos datos de las estadísticas, Díaz se dedicó a realizar un minucioso inventario de todas las cosas que hace su Gobierno para intentar paliar este drama. Y allí no se olvidó de nada: libros gratis, planes de inclusión... Y nuevas medidas para 2017. Lo más destacado fue el anuncio de que tenemos presupuesto consensuado con Ciudadanos para el próximo año. Y que incluye, entre otras cosas, 2.500 nuevas plazas para el Servicio Andaluz de Salud y 2.300 para Educación.

Susana Díaz hizo equilibrismo con sus quejas al Gobierno de Rajoy por su política de recortes y las consecuencias que la falta de inversiones del Estado están teniendo en Andalucía. Lo denunció esta vez con la boca chica, ya que a renglón seguido apeló a la necesidad de que España cuente con un Ejecutivo tras más de 300 días de bloqueo institucional. No deja de ser curioso que en la misma intervención, la presidenta de la Junta censurara las políticas del gobierno de Rajoy y defendiera la necesidad de que haya un nuevo gobierno de Rajoy. Este es el desasosiego con el que los socialistas viven este doble debate. El debate sobre el estado de su abstención en el PSOE dentro del debate sobre el estado de la comunidad en Andalucía.

Todos los debates sobre el estado de una nación, una comunidad o una ciudad deberían ir precedido por un informe externo encargado a un organismo independiente que fijará la situación en la que se está en ese momento y se comparara con la que existía durante la celebración del debate anterior. No hay que discutir nunca las cosas que se pueden pesar o medir, por eso mantener el actual formato es enfrentar cada año dos visiones diametralmente opuestas de una única realidad: un país de las maravillas o camino de serlo, para el que gobierna. Y el apocalipsis, para los que están en la oposición. Y esa actitud lastra el debate de cualquier atisbo de credibilidad.

Andalucía tiene un problema endémico que es el paro. Que durante este año se haya bajado el desempleo en cerca de 90.000 personas puede ser un motivo de alegría, pero no puede esconder el drama de una realidad terrorífica: la comunidad lleva años instalada en unas tasas de desempleo por encima del 30% y ese porcentaje es insostenible en términos sociales. Cualquier análisis que no parta de esta premisa está abocado al fracaso y uno quisiera todavía mantener la esperanza de que estos debates debían finalizar con resultados tangibles. Y no me refiero al tradicional paquete de más medidas para paliar los efectos del paro que nunca rebajan el paro, sino a un compromiso real de todos y cada uno de los partidos políticos para hacer de la solución a este problema el principal objetivo de Gobierno y oposición.

Como decía, el debate sobre el Estado de la comunidad se ha cruzado este año en Andalucía con el debate sobre el estado de la abstención en el PSOE, que han liderado los socialistas andaluces con notable éxito. Ni que decir tiene que, en cuanto a seguimiento mediático, este último ha ganado por goleada. De hecho, el principal titular de todos los medios tras el primer día del debate sobre la Andalucía fueron las palabras de la presidenta de la Junta urgiendo un Gobierno para España.

Sacando una medía entre el estado de la comunidad que reflejó Susana Díaz y el que expusieron los partidos de oposición habría que deducir que Andalucía, tras largos años de crisis, va más regular que bien. Se podría inducir que, exactamente, como el partido en el gobierno: a la espera de un destino mejor. Esperanzados, pero tristes.


Por eso diría que la conclusión final ha sido que la mayoría de los andaluces han optado en este debate sobre Andalucía por la abstención, como el PSOE va a ser con el Gobierno de Rajoy. Con la diferencia de que, en el caso de los ciudadanos, de lo que se han abstenido es de escucharlos.

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