Políticos, dejen ya de joder a los niños que juegan con la pelota





El Ayuntamiento de Málaga y la Junta de Andalucía llevan varios meses haciendo el ridículo con una polémica que es un canto al sinsentido común. En esta ciudad hay un número importante de clubes de deporte base que entrenan en colegios públicos fuera del horario lectivo. Contra al menos tres de ellos, unos vecinos presentaron denuncias por exceso de ruido durante esas horas de juego y el Ayuntamiento de Málaga levantó actas de infracción, comprobó con mediciones que el número de decibelios era mayor al permitido por la ordenanza municipal y aplicó la normativa en toda su ejemplaridad: incumplimiento grave, sanción de 12.001 euros y amenaza de cierre de los colegios. Resultado: Educación, tras la sanción, cerró los centros a partir de las 20:00 y mil niños se quedaron sin instalaciones donde desarrollar sus actividades deportivas. Y en esa estamos. 

La polémica se arrastra desde el curso anterior. Empezó en centros públicos y ahora alcanza también a instalaciones municipales, que han sido denunciadas por exceso de ruido durante los partidos del fin de semana. El pasado mes de julio, el alcalde de la ciudad y la delegada de Educación anunciaron un convenio para poner fin a este disparate. De un lado, se proponía una nueva regulación de los horarios extraescolares. De otro, algunas actuaciones en los centros para mitigar el exceso de ruido que provocaban estas actividades. Empezó el nuevo curso escolar y ni una cosa ni la otra. Ni obras de mejora, ni convenio de horario.
Hasta que el asunto se resuelve, ahora mismo en Málaga no puedes darle patadas a una pelota a partir de las 20:00 en un colegio, pero si puedas darle porrazos a un bombo y pitazos a una trompeta. Desde el año 2011, en las ordenanzas municipales sobre ruido se establece una exención acústica a las bandas de música de la Semana Santa. De ahí que, en esta ciudad, como en otras muchas, antes de que podamos festejar el nacimiento del niño Jesús, escuchamos ya los ensayos de la música que lo acompañará en la celebración de su pasión, muerte y resurrección. Las cosas de las ordenanzas municipales y las prioridades de las administraciones públicas. 

Ahora mismo la situación es la que sigue. Un millar de niños sin entrenamientos. 300 de ellos manifestándose la pasada semana desde su barrio hasta el Ayuntamiento reclamando un lugar donde entrenar, y la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Málaga echándose la pelota al tejado del otro con anuncio de convenios que no se firman, mediciones que no se hacen y medidas correctoras que no se ejecutan. Esta semana llevan ya dos reuniones para ver si consiguen hacer lo que se habían comprometido a hacer hace varios meses. Y siguen sin acuerdo. 

La historia podría parecer menor, pero no lo es. Podríamos decir que tiene tela marinera que se prohíba que unos niños jueguen a baloncesto en un colegio, mientras no se hace ni caso a los años de denuncias vecinales por el ruido de las terrazas de los bares en el centro. Ni a las desbandadas que padecen los cascos históricos de muchas ciudades andaluzas, insufribles para vivir durante cualquier fin de semana del año como consecuencia de romerías, semanas santas, ferias y ceremonias varias. Pero no se trata solo de eso, el asunto es algo más. Cuando educadores y padres se plantea la necesidad de que los niños vuelvan a la calle, que dejen las máquinas y la pantalla de ordenadores y teléfonos móviles, para recuperar sus horas de ocio en los espacios públicos, las instituciones se enredan con sus legislaciones y sus ordenanzas. 

Claro que tiene derecho un vecino a protestar por el ruido, pero habrá que ponerle un poco de sentido común a las cosas. Los clubs están reclamando que el horario de utilización de los colegios se aumente hasta las 22:00, que no parece que sea entrar en unas horas de la madrugada. Resulta difícil creer que se penalice la práctica del deporte y que dos administraciones públicas lleven varios meses siendo incapaces de ponerse de acuerdo en un asunto que tiene cinco minutos de discusión. 

Hasta que eso ocurra, seguimos pendientes del nuevo convenio. Y venga otra vez con la ordenanza municipal. Y venga con que tú tienes la culpa. Y venga con que no, que la tienes tú. Y, sobre todo, venga con joder a los niños que quieren jugar con la pelota. Por increíble que parezca, a estas cosas se dedican nuestras administraciones públicas. 

Publicado en Málaga Hoy. Ilustración de Daniel Rosell. 

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