¿Y si la candidata a la Junta fuera Arrimadas?
Juan Marín,
el portavoz de Ciudadanos en Andalucía, se está comportando en esta
legislatura como el socio que todo partido desearía para su gobierno. Lo
mismo dijo en el ecuador del mandato que Susana Díaz había cumplido ya
más del 70% del programa que pactaron para posibilitar la investidura,
que se muestra ahora satisfecho del balance legislativo a pesar de lo
raquítico de los resultados: sólo una de las 11 iniciativas incluidas en
el acuerdo que firmaron PSOE y Ciudadanos ha llegado al BOJA y ya está en vigor. Hay cinco en trámites, cuatro congeladas y una, la ley del mecenazgo, que ni está ni se la espera.
Marín está siendo un chollo para Susana Díaz. La
presidenta de la Junta accedió a eliminar el impuesto de sucesiones y a
cambio ha tenido presupuestos, mayorías parlamentarias y apoyo para
bloquear un puñado de iniciativas de la oposición. Desde los tiempos del
Partido Andalucista, al frente de las Consejerías de Turismo y de
Presidencia, no se veía a un socio más feliz en el Parlamento andaluz y
un Gobierno más contento por su apoyo. Y eso que Ciudadanos nunca ha
ejercido de socio de Gobierno, sino únicamente de investidura, aunque
esté siendo un acuerdo de investidura de varios años. Alguien podría
decir que mejor todavía para el PSOE, que ni siquiera ha tenido que
despojarse de parcela alguna de poder para contentar a sus socios.
Ciudadanos decidió dar estabilidad al Gobierno andaluz
posibilitando la investidura de la persona que encabezó la lista del
partido que había ganado las elecciones, que es lo razonable en
democracia cuando la oposición no tiene capacidad de sumar otra mayoría
distinta. Y a partir de ahí, todo ha sido un lecho de rosas. Para el
Gobierno de Díaz, quiero decir. Salvo algún que otro encontronazo de
escaso contenido político, las relaciones de la presidenta de la Junta
con Marín son excelentes. Los cronistas parlamentarios dicen que hay
sintonía personal y hablan con frecuencia por teléfono. Esto último es
importante. De un tiempo a esta parte, a los periodistas nos ha dado por
establecer que la buena relación entre dos dirigentes políticos se mide
por las veces que hablan por el móvil. Y de este pequeño detalle
solemos extraer grandes conclusiones políticas.
Claro que en todo
acuerdo de investidura, o de Gobierno, hay un momento en la legislatura
en que hay que romper el amor, sobre todo después de tanto usarlo. Y
como viene en la tapa del libro de cualquier manual de socios, llegada
la recta final del mandato, hay que ir dando muestras de
distanciamiento. En ello está Juan Marín ahora, que lo mismo le parece
mal que Susana Díaz viaje a Bruselas -como si fuese la primera vez que
va-, o que se reúna con el primer ministro de Gibraltar -como si fuese
la primera que lo hace-. A un año de las elecciones andaluzas, toca
marcar distancias con el PSOE y restar diferencias con los críticos de
su partido, que son aquellos que piensan, como diría Freud, "que si dos
individuos están siempre de acuerdo en todo, se podría asegurar que uno
de los dos piensa por ambos".
La estrategia de Marín de apoyar sin fisuras a los
socialistas le está dando más de un dolor de cabeza dentro de su propio
partido y se ha puesto a pensar en solitario. Internamente debe ganarse
la candidatura de la Junta en unas primarias, ya que no está descartado
que pueda tener contrincante. En este inicio de distanciamiento,
Ciudadanos ya ha llevado varias iniciativas en solitario al Parlamento,
entre ellas una ley para evaluar las políticas públicas que ha
encontrado escasa simpatías en el PSOE. Tampoco habrá sintonía con la
futura ley electoral que propone modificar y que cambia el sistema de
reparto de escaños en las provincias, al considerar que prima a los
partidos mayoritarios. Marín quiere distanciarse del PSOE para poder
acercarse a los que piensan en su partido que han estado demasiado cerca
de los socialistas en esta legislatura.
El portavoz de Ciudadanos fue un buen apaño para
aspirar a la Junta en unas elecciones adelantadas por Susana Díaz para
pillar por sorpresa a la oposición. Moreno Bonilla estaba tomando tierra
como líder del PP andaluz y los partidos emergentes todavía no habían
emergido en Andalucía. Ni Ciudadanos ni Podemos tenían estructuras ni
sus candidatos eran conocidos. Ahora Ciudadanos está en la cresta de la
ola y, aunque la marca está por encima de sus líderes en Andalucía, está
por ver que Marín sea un cabeza de cártel que aporte un plus en la
lista. Y eso, más que los andaluces votando, lo tienen que considerar
primero sus compañeros de filas desde una pregunta sencilla. ¿Hay un
candidato en Ciudadanos mejor que Marín en Andalucía?
Tengo un amigo que sostiene que sí. Claro, que lo
dice con sorna: la mejor candidata de Ciudadanos a la Junta de Andalucía
sería la jerezana Inés Arrimadas, sobre todo después de haber ganado
las elecciones en Cataluña. Como realidad es un imposible, pero como
posibilidad de poner patas arribas el tablero electoral en la comunidad,
sería un rato divertido.
Publicado en Málaga Hoy. Con ilustración de Daniel Rosell.
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