Concursos de paripé
Ha ocurrido
en Marbella, pero pasa en más ayuntamientos e instituciones públicas.
El de los cargos de confianza es uno de los pocos nichos del mercado
laboral donde la crisis económica ha tenido un menor impacto y las
reformas, lejos de encadenar despidos, han abierto otras posibilidades
de empleo tan bien remuneradas como las que existían antes de la tiesura
de las arcas públicas. Les cuento una fórmula legal para convertir una
patraña en un concurso de méritos.
El Ayuntamiento marbellí, que ha cambiado de gestores
merced a una moción de censura, decidió sacar a concurso 13 plazas de
nuevos directores generales, en un intento de reorganizador el
organigrama municipal con la entrada de la nueva regidora y sus socios
de Gobierno. A la convocatoria se presentaron 200 solicitudes, que tras
una primera valoración del órgano asesor que debía realizar la selección
dejó en 85. A todos los aspirantes se les realizó una entrevista
personal al objeto de analizar sus méritos y capacidades. Esta segunda
criba dejó 32 candidatos para los puestos ofertados.
Hace unos días, el Consistorio marbellí dio a conocer los
seleccionados: de las 13 plazas anunciadas 11 se han cubierto y dos han
quedado pendientes. El equipo de gobierno de Marbella, integrado por el
Partido Popular y la Opción Sampedreña (OSP), ha estado a punto de
alcanzar el pleno en la oferta de empleo: de los 11 elegidos, ocho son
personas vinculadas al PP y dos a OSP. Para tratarse de un concurso de
méritos, se podría decir que el mayor mérito no es el que han demostrado
los seleccionados para hacerse con el puesto, sino más bien el de los
seleccionadores para elegirlos: hay que tener mucho tino para lograr
que, de los 200 aspirantes, hayan sido elegidos, en su mayoría, los
asesores que ya tenían contratados los dos partidos del gobierno
conjunto.
Como les contaba, este concurso de Marbella no es un
hecho aislado, sino algo que está ocurriendo con demasiada normalidad en
muchos ayuntamientos. En mitad de la crisis, entre las medidas que puso
en marcha el Gobierno central para mantener un mayor control del gasto
de los organismos públicos, se introdujo una reforma en la Ley de Bases
de Régimen Local por la que los ayuntamientos debían regular las
contrataciones públicas, al objeto de reducir los nombramientos de
cargos de confianza e introducir mecanismos que premiaran el mérito y la
capacidad. Lo que pretendía ser un procedimiento para evitar más casos
de enchufismo se ha convertido en un absoluto paripé, desde la
hipocresía del legislador y desde la peculiar aplicación del Derecho que
hacen los responsables políticos de turno.
Los directores generales son puestos de confianza que
disponen de capacidad ejecutiva, por lo que resulta lógico que sean
nombrados por el Gobierno de turno. Lo que no tiene sentido es querer
enmascarar estas designaciones a dedo con un concurso de méritos cuyo
resultado se conoce antes de empezar el procedimiento. En la práctica
supone además una auténtica tomadura de pelo para un montón de personas
que se presentan sin posibilidad alguna de ser elegidas y que sirven
para dar apariencia de igualdad de oportunidades a lo que no es más que
un nombramiento a dedo, ya que la propia normativa establece en el
procedimiento la discrecionalidad en la designación final.
Hace unos meses, la Diputación Provincial de Málaga
decidió abrir varias bolsas de trabajo para poder ser contratado en la
institución, con una oferta que superaba los 600 empleos. La
convocatoria provocó un aluvión de solicitudes, hasta alcanzar las casi
10.000. Ciudadanos, que es socio de investidura del PP en este
organismo, puso el grito en el cielo al conocer las bases: para los
funcionarios la experiencia podía representar hasta el 30% de la
puntuación final, mientras que esa misma experiencia en una empresa
privada no contaba para nada. Ciudadanos lo tuvo claro desde el inicio.
Se trataba de una convocatoria para que se quedaran en el organismo los
que ya están trabajando en él. En concreto, para regularizar la
situación laboral de personas que accedieron a un puesto sin oposición o
sin concurso de méritos alguno y que llevan, en algunos casos, años
trabajando en la institución y no podían seguir siendo contratados con
la nueva ley.
Ni un sindicato protestó. Ni partido alguno, ni del
Gobierno ni de la oposición, se sumó a las críticas de Ciudadanos. La
realidad final: que la bolsa de trabajo se abrió para incluir a los que
ya están trabajando, dejando sin apenas posibilidades de acceder a un
empleo en la institución a las cerca de diez mil personas que creyeron
en la convocatoria pública. Otro concurso paripé para solucionar algo
que podrían haber solucionado sin crear falsas expectativas a un montón
de aspirantes. O para tomarles el pelo, que es otra manera más clara de
decirlo.
Por cierto, de vueltas con Marbella. El concurso en
el que han sido recolocados la mayoría de los asesores de confianza del
equipo de gobierno del PP y OSP, ha sido impugnado por el PSOE.
Curiosamente este partido, cuando les precedió en la Alcaldía, hizo otro
concurso prácticamente idéntico para configurar su organigrama. O sea,
para colocar a los suyos. Claro, que también en ese caso lo impugnó el
PP, que ahora hace lo que en su día le censuró a los socialistas. Lo que
demuestra que la legalidad siempre depende del lugar del Pleno en el
que le pille a cada partido en cada momento.
Lo olvidaba. Pasar de asesor a director general -ni
que decir tiene- conlleva un aumento de sueldo. Y no es pequeño. Pero
eso seguro que ya lo suponían.
Publicado en Málaga Hoy. Con ilustración de Daniel Rosell.
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