Regeneración en B
A veces la política es más simple que el mecanismo de un chupete.
Fíjense en Mariano Rajoy. En una mañana ha dado con la tecla para hacer
frente a la preocupación que se ha instalado en su partido tras la
convulsión política que se produjo en las elecciones europeas: elegir a
los alcaldes de forma directa. A los suyos, le ha faltado decir. Que si
primarias en el PSOE e IU; que si listas abiertas; que si limitación de
mandatos… Tonterías democráticas, las justas. Lo que hay que hacer es
cambiar la forma de elegir a los alcaldes. En el actual procedimiento
subyacen, para Rajoy, todos los males de la política. Desde la
desafección de los ciudadanos hasta la necesidad de regenerar las
instituciones, pasando por la corrupción generalizada. Y él lo acaba de
descubrir ahora.
España tiene una extensión de más de medio millón de kilómetros cuadrados, pero a Rajoy no se le ocurrió otro sitio para anunciar este nuevo paquete de medidas que la sede de su partido. Un edificio cuyas obras de remodelación están siendo investigadas ante la certeza de Hacienda de que se financiaron con dinero negro. Es, más o menos, como si Sarkozy, detenido estos días e imputado por un supuesto delito de financiación ilegal de sus campañas electorales, hubiera dado la rueda de prensa para negarlo en la sede de L´Oréal, la empresa que se sospecha realizó importantes aportaciones de dinero.
Uno de los grandes acontecimientos sociológicos que han ocurrido en los últimos años en España no es la mala percepción que los ciudadanos tienen de la política. Hay otro más importante, la mala percepción que tienen los políticos de sus ciudadanos. Empezaron creyendo que éramos tontos y ahora lo llevan a gala por toda Europa, ya sea con las pensiones en una Sicav, con cuentas en Suiza o con fondos de inversión en paraísos fiscales. El gran mérito ideológico de los líderes de Podemos, hasta ahora, consiste en no creer que la inteligencia del personal está bajo mínimos. Los dirigentes del PSOE empezaron a darse cuenta a través de sus militantes de que la gente, en general, es bastante menos tonta de lo que ellos pensaban. Un descubrimiento que comienzan a detectar algunos alcaldes del PP, pero, cuya certeza, todavía no alcanza a Rajoy.
Con las medidas de regeneración en España ocurre como con las iniciativas para atajar la corrupción, que cada cinco o seis meses se anuncian un nuevo paquete. En septiembre del año pasado, el Consejo de Ministro aprobó un lote con 40 propuestas. Y visto el éxito obtenido desde entonces —ninguno— Rajoy ya está preparando otro conjunto de medidas para la temporada que viene. El problema es que las medidas de regeneración y las iniciativas contra la corrupción en España también se hacen en B. Van por un camino paralelo. Entre el oportunismo, el engaño y la tomadura de pelo.
España tiene una extensión de más de medio millón de kilómetros cuadrados, pero a Rajoy no se le ocurrió otro sitio para anunciar este nuevo paquete de medidas que la sede de su partido. Un edificio cuyas obras de remodelación están siendo investigadas ante la certeza de Hacienda de que se financiaron con dinero negro. Es, más o menos, como si Sarkozy, detenido estos días e imputado por un supuesto delito de financiación ilegal de sus campañas electorales, hubiera dado la rueda de prensa para negarlo en la sede de L´Oréal, la empresa que se sospecha realizó importantes aportaciones de dinero.
Uno de los grandes acontecimientos sociológicos que han ocurrido en los últimos años en España no es la mala percepción que los ciudadanos tienen de la política. Hay otro más importante, la mala percepción que tienen los políticos de sus ciudadanos. Empezaron creyendo que éramos tontos y ahora lo llevan a gala por toda Europa, ya sea con las pensiones en una Sicav, con cuentas en Suiza o con fondos de inversión en paraísos fiscales. El gran mérito ideológico de los líderes de Podemos, hasta ahora, consiste en no creer que la inteligencia del personal está bajo mínimos. Los dirigentes del PSOE empezaron a darse cuenta a través de sus militantes de que la gente, en general, es bastante menos tonta de lo que ellos pensaban. Un descubrimiento que comienzan a detectar algunos alcaldes del PP, pero, cuya certeza, todavía no alcanza a Rajoy.
Con las medidas de regeneración en España ocurre como con las iniciativas para atajar la corrupción, que cada cinco o seis meses se anuncian un nuevo paquete. En septiembre del año pasado, el Consejo de Ministro aprobó un lote con 40 propuestas. Y visto el éxito obtenido desde entonces —ninguno— Rajoy ya está preparando otro conjunto de medidas para la temporada que viene. El problema es que las medidas de regeneración y las iniciativas contra la corrupción en España también se hacen en B. Van por un camino paralelo. Entre el oportunismo, el engaño y la tomadura de pelo.
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