Intemperie presupuestaria

El problema de la pobreza, como antes ocurrió con la corrupción y como sucede con el drama del paro, es que se está instalando en España como una normalidad. Al igual que hemos decidido convivir con un nivel de pestilencia cada día más insoportable o unos índices de desempleo vergonzantes, empezamos a considerar normal que más de dos millones y medio de personas en España tengan que acudir a Cáritas para poder comer. Y esto debería ser incompatible con un país que sale a bochorno diario y donde un montón de gente ha disfrutado o sigue disfrutando a tutiplén, que es una palabra que quiere decir en abundancia o a porrillo.

Aunque un euro es una mierda en el devenir de los mercados, esta insignificante cantidad es para algunos la única posibilidad que tienen de llevar a su casa una barra de pan, pagarse un medicamento o adquirir el billete del autobús para ir a la Universidad. A veces, un euro hace montañas. Un euro menos del copago, otro euro menos de la ayuda a la dependencia, otro euro menos en la beca… Y la montaña se hace cada día más complicada de escalar, con ese otro euro de más en el recibo de la luz, en el del agua o en el IBI. Y así, poquito a poquito, euro a euro, austeridad a austeridad, y recorte a recorte, vamos alcanzando una sociedad donde se cronifica la pobreza y se acepta todo como un daño colateral en pos de la salvación de la prima de riesgo.

Como la actualidad es siempre tan inoportuna, estaba el Gobierno de España en plenos festejos con sus presupuestos generales para el próximo año y en plena polémica con otro Gobierno, el de Cataluña, por la imperiosa necesidad que parecen que tienen algunos de salirse de este país; y va Cáritas y nos muestra la cruda realidad: ese montón de gente que en España no tiene suficiente ni para subsistir ni para vivir ni tan siquiera para poder irse. Esos dos millones y medio de españoles que quieren quedarse, pero cuya situación de desamparo no ha provocado ni una reunión urgente del Consejo de Ministros ni del Consejo de Estado ni del Tribunal Constitucional. Debe ser que vivir sin tener un bocado que echarse a la boca, sin un trabajo con el que subsistir y sin una casa donde poder caerse muerto, está amparado por la Constitución Española.


Por todo esto, resulta esta vez más triste que otras veces este insoportable debate de agravios comparativos, de listados de inversiones por provincias y de exaltaciones económicas en torno a los Presupuestos Generales del Estado. Sobre todo, cuando la realidad es tan contundente: para 2015 habrá menos dinero para dependencia, se reduce el dinero que se destina a la atención de los parados y se vuelven a recortar los presupuestos para Educación, entre ellos el destinado a becas. Y eso no hace más que ahondar en el pozo de la miseria, dejando a demasiados ciudadanos en la más absoluta intemperie presupuestaria.

Comentarios

Entradas populares