Llámame Juanma
Juan Manuel Moreno Bonilla es un nombre para un DNI, pero no para el
titular de un periódico. Por eso, desde que llegó a Andalucía, no hay
unanimidad mediática en cómo llamarlo. Unas veces es Moreno Bonilla;
otras Moreno, otras Bonilla; a veces Juan Manuel Moreno, y, otras,
Juanma Moreno. Como el líder del PP andaluz está en fase de promoción,
el problema no es un asunto menor para el partido. ¿Cómo se llama
nuestro líder?, se preguntan a diario.
Un político debe tener un apellido que quepa en una línea de un titular a una columna. Y debe ser el mismo apellido siempre. Uno no puede ser Moreno un día y Bonilla al día siguiente, porque el asunto despista mucho. Los asesores de Zapatero decidieron que se llamara ZP para que su nombre cupiese en los titulares y Alfredo Pérez Rubalcaba decidió llamarse Rubalcaba, porque Pérez hay legión en España. Luego está lo de la cercanía, ese punto de proximidad que todo político busca con su electorado. Griñán, por ejemplo, querían que le llamaran Pepe, pero abandonó la Junta sin conseguirlo. Durante todo su mandato se siguió llamando José Antonio. En una comunidad con más de un millón de parados, eligió muy malos tiempos para llamarse Pepe.
El PP andaluz quiere que Juan Manuel Moreno Bonilla se llame Juanma Moreno, a pesar de que el nuevo líder popular advirtió nada más acceder al cargo que necesitaría un año para ser Juanma Moreno. Los tiempos en política corren que es una barbaridad y el PP no puede seguir con un candidato sin programa, sin conocimiento ciudadano y, encima, sin un nombre claro. De momento y para contrarrestar estas debilidades, el líder popular ha decidido apuntarse a un bombardeo. Que el PSOE y el PP acuerdan un debate entre Cañete y Valenciano sobre las elecciones europeas, allí está Moreno Bonilla reclamando otro en Andalucía para enfrentarse a Susana Díaz. Que en plena campaña electoral aparece el fantasma de la gran coalición PP-PSOE para sacar a España de la crisis, allí aparece de nuevo raudo y veloz advirtiendo que donde se necesita ese acuerdo es en Andalucía.
Desde que aterrizó en la comunidad ha reclamado un encuentro mensual con la presidenta de la Junta, sin tener cargo institucional alguno; una cumbre de alcaldes del PP con Susana Díaz, sin ser alcalde; y un encuentro de líderes de los partidos en el Parlamento, sin ser parlamentario. En esta estrategia de ir buscando los focos en vez de que los focos le busquen a él, el líder del PP andaluz está cuajando un perfil político de escaso calado. Cuando llegó admitió que era “técnicamente imposible” que el PP en Andalucía no sonara a Arenas. De momento, el liderazgo de Moreno Bonilla tiene mucho de Javier y bastante poco de Juanma.
Un político debe tener un apellido que quepa en una línea de un titular a una columna. Y debe ser el mismo apellido siempre. Uno no puede ser Moreno un día y Bonilla al día siguiente, porque el asunto despista mucho. Los asesores de Zapatero decidieron que se llamara ZP para que su nombre cupiese en los titulares y Alfredo Pérez Rubalcaba decidió llamarse Rubalcaba, porque Pérez hay legión en España. Luego está lo de la cercanía, ese punto de proximidad que todo político busca con su electorado. Griñán, por ejemplo, querían que le llamaran Pepe, pero abandonó la Junta sin conseguirlo. Durante todo su mandato se siguió llamando José Antonio. En una comunidad con más de un millón de parados, eligió muy malos tiempos para llamarse Pepe.
El PP andaluz quiere que Juan Manuel Moreno Bonilla se llame Juanma Moreno, a pesar de que el nuevo líder popular advirtió nada más acceder al cargo que necesitaría un año para ser Juanma Moreno. Los tiempos en política corren que es una barbaridad y el PP no puede seguir con un candidato sin programa, sin conocimiento ciudadano y, encima, sin un nombre claro. De momento y para contrarrestar estas debilidades, el líder popular ha decidido apuntarse a un bombardeo. Que el PSOE y el PP acuerdan un debate entre Cañete y Valenciano sobre las elecciones europeas, allí está Moreno Bonilla reclamando otro en Andalucía para enfrentarse a Susana Díaz. Que en plena campaña electoral aparece el fantasma de la gran coalición PP-PSOE para sacar a España de la crisis, allí aparece de nuevo raudo y veloz advirtiendo que donde se necesita ese acuerdo es en Andalucía.
Desde que aterrizó en la comunidad ha reclamado un encuentro mensual con la presidenta de la Junta, sin tener cargo institucional alguno; una cumbre de alcaldes del PP con Susana Díaz, sin ser alcalde; y un encuentro de líderes de los partidos en el Parlamento, sin ser parlamentario. En esta estrategia de ir buscando los focos en vez de que los focos le busquen a él, el líder del PP andaluz está cuajando un perfil político de escaso calado. Cuando llegó admitió que era “técnicamente imposible” que el PP en Andalucía no sonara a Arenas. De momento, el liderazgo de Moreno Bonilla tiene mucho de Javier y bastante poco de Juanma.
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