El secreto de los acróbatas políticos

DURANTE casi una década, unos profesores de las Universidades de Bristol y Cambridge, en el Reino Unido, han estado estudiando con la ayuda de cámaras de alta velocidad los secretos de los invertebrados más acrobáticos del mundo. Lo contaba el otro día la BBC. Estos investigadores se han centrado, especialmente, en cómo las pulgas o las langostas se elevan tan velozmente en el aire. Cuál es su estrategia de salto y cómo aterrizan, algo esencial para la supervivencia de estos insectos.

Los profesores han medido lo que tardan estos pequeños invertebrados en dar un salto, y la energía que necesitan para hacerlo. En el caso de la pulga, todo es increíblemente rápido: cogen impulso con las patas traseras y en una milésima de segundo se elevan hacia el cielo. Algo más tardan las langostas, 30 milésimas de segundos. Eso sostienen los profesores. Cuentan que el truco para hacerlo bien es relativamente fácil, al pegar el salto las dos patas deben reaccionar al mismo tiempo, ya que si cada una despega en un momento diferente el insecto gira pero no se mueve.

A mí, aquí entre nosotros, me parece algo excesivo tirarse diez años grabando con una cámara a un puñado de pulgas y a un montón de saltamontes para llegar a estas conclusiones, pero como no soy un experto en este tipo de cosas, desconozco las aplicaciones prácticas que tiene esta investigación. Quién sabe, lo que nos deparará en el futuro tener estos conocimientos sobre la acrobacia de las pulgas saltarinas. Admito, por el contrario, que he encontrado una aplicación práctica en la política a estos curiosos estudios. La semejanza entre los brincos de un saltamontes y los ejercicios de acrobacia que están realizando los concejales de Ciudadanos en el Ayuntamiento de Málaga para sostener el acuerdo con el PP. Desde que posibilitaron la investidura de Francisco de la Torre, uno hubiera deseado grabar con la ayuda de una cámara de alta velocidad las piruetas que está realizando Juan Cassá para adaptar los compromisos que le hizo firmar al PP con la realidad posterior de los hechos, ya que trata de unos de los ejercicios de contorsionismo político más divertidos al que hemos asistido en tiempo. Sin paragón en otros ayuntamientos andaluces.

Como la cosa va de acrobacias, les cuento algunas de ellas. Primera pirueta. Cassá anunció que no habría ni un cargo de confianza o gerente en el Ayuntamiento de Málaga que cobrara más del 90% del sueldo estipulado para el primer edil de la capital. Y De la Torre le ha terminado colocando a 15 gerentes que ganan más que él. Segunda pirueta. Cassá anuncia que los directores de distritos serán funcionarios y De la Torre ha terminado nombrando hasta cuatro ex ediles para esos cargos, con despidos diferidos para finales de año. O sea todo, pendiente de una futura acrobacia. Tercera prueta. Cassá recuerda que distintos puestos de confianza deben ser ocupados por funcionarios, según la nueva Ley de Racionalización de la Administración, y De la Torre no los despide para que no les afecte la normativa y puedan seguir todos en sus cargos. Y así, entre pirueta y pirueta, el alcalde de Málaga le ha colado por la escuadra a Ciudadanos más de la mitad de los ediles que se quedaron sin acta y la mitad del equipo de Gobierno del que anunció que se desprendía. Y ahí sigue Cassá, haciendo acrobacias con los números y las palabras, ofreciendo una comisión de seguimiento del acuerdo de investidura pero sin echar para atrás un solo nombramiento.

Claro que toda acrobacia, acaba con la apoteosis final. Ese doble mortal con salida en tirabuzón, en el que participan todos. Y ahora os cuento el acuerdo que logró alcanzar la rapidez de una pulga al dar un salto: la unanimidad y el consenso en una milésima de segundo. El alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, y el portavoz de Ciudadanos, Juan Cassá, pactaron que los grupos municipales sólo dispondrían de un técnico pagado por el Ayuntamiento. La situación introducía un cambio sustancial, ya que en el anterior mandato tenía cuatro el PP, dos el PSOE y uno Izquierda Unida.

Cuarta pirueta, con tirabuzón incluido. Entonces, para darle la voltereta al acuerdo, se ha decidido aumentar las asignaciones a los grupos municipales. Y de los 5.800 euros por grupo y 270 euros por concejal, se ha incrementado a 7.300 por grupo y 500 por edil. O sea, que el ahorro que se obtenía al disminuir los técnicos se convierte en más gasto por las asignaciones a los grupos. Con todo, nada comparable al ejercicio de funambulismo que ha tenido que realizar esta semana el presidente del PP, Elías Bendodo, con lo ocurrido en Mijas. Allí sus 11 ediles le dieron la alcaldía a Ciudadanos, con cinco representantes. Ahora, el pacto está que arde: el líder popular local, Ángel Nozal, ha sido fulminado en sus funciones y Bendodo no ha dicho ni esta boca es mía. Haciendo equilibrismo lleva cinco días, con tal de no molestar a Ciudadanos, el partido que le tiene que apoyar mañana mismo para garantizarse la presidencia de la Diputación.

Una de las conclusiones de los profesores de las Universidades del Reino Unido sobre los insectos tenía que ver con la necesidad de que las dos patas reaccionaran al mismo tiempo para poder pegar un salto. Y ahí radica el problema que está ocurriendo en el Ayuntamiento de Málaga con el acuerdo entre De la Torre y Ciudadanos, que cada vez que hace un movimiento el alcalde, Cassá se mueve para el mismo lado pero dos días después. No hay sincronismo entre lo que se dice y lo que se hace. Y, por eso, en vez de saltar ambos hacia adelante, giran los dos sobre el mismo sitio. Y así llevamos desde el inicio del mandato, escuchando grandes medidas de regeneración que no regeneraron absolutamente nada. Eso sí, con grandes y aplaudidas piruetas para justificarlo todo. Desde la acrobacia. A la acrobacia político, me refiero.

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