Diez años
Hace algún tiempo escribí este artículo en El País.... El asunto va a juicio y ya hay petición fiscal para dos ex presidentes de la Junta, varios exconsejeros ....
Empezaba así.....
Todo
lo que está saliendo a la luz sobre el escándalo de los ERE en Andalucía
sucedió durante diez años. La trama se inició en 2001, siguió en 2002, continuó
en 2003, prosiguió en 2004, se mantuvo en 2005, perseveró en 2006, duró en
2007, se extendió en 2008, permaneció en 2009 y se prolongó hasta 2010. Durante
3.650 días fueron saliendo de las arcas públicas 741 millones de euros en
ayudas para pagar miles de prejubilaciones e indemnizaciones a trabajadores de
empresas en crisis, sin que nadie descubriera que una parte sustancial de esa
ingente cantidad de dinero iba a parar a bufetes de abogados, intermediarios,
compañías aseguradores, algunos
sindicalistas y varios ex altos cargos de la Junta. Y diez años, son muchos
años de desconocimiento.
Durante
el tiempo en el que Javier Guerrero estuvo al frente de la Dirección General de
Trabajo de la Junta, la tierra le dio diez vueltas al sol y el mundo se volvió
del revés. En esa década se produjeron los atentados del 11 de septiembre en
Nueva York, la invasión de Irak, el tsunami del sureste asiático, la muerte de
Juan Pablo II o la elección del primer presidente negro de Estados Unidos. A
Aznar le sucedió Zapatero y al boom del ladrillo, los inicios de la actual
crisis económica. Durante esos diez años, lo único que permaneció inalterable
fue la presencia de Guerrero en su despacho repartiendo dinero público a
diestro y, sobre todo, a muchos siniestros. Y diez años, aún siendo la mitad de
lo que dice el tango que no es nada, es mucho.
Todas
las explicaciones posibles sobre el desvío de dinero destinado a los parados y
a las empresas en crisis en el caso de
los ERE se enfrentan a un muro
infranqueable: todo sucedió durante diez años. El procedimiento para dar las
ayudas, que la Junta cambió cuando se descubrió el escándalo, duró una década.
Las minutas y los gastos de los intermediarios y comisionistas, que alcanzaron
hasta un 20% del montante de algunas ayudas, fueron extraídos del fondo para
las empresas en crisis durante diez años. Durante ese periodo de tiempo se
colaron intrusos para cobrar indemnizaciones en empresas en las que nunca
trabajaron, se dieron subvenciones para empresas que estaban lejos de sufrir
crisis y se apoyó económicamente proyectos de manera arbitraria y partidista. Y
todo eso ocurrió durante diez años.
Una
década es mucho tiempo. Tanto, que lo irregular se termina asumiendo como
normal. Tanto, que sus protagonistas acaban creyendo en la impunidad. Tanto,
que a lo discrecional se suma la opacidad. Diez años es mucho incluso para
seguir manteniendo la presunción de inocencia de algunos. Es una eternidad para
las explicaciones, las excusas, los lamentos, las esquivas respuestas y los
oídos sordos antes las advertencias de la Intervención General de la Junta.
Diez
años es un año luz detrás de otro para la decencia. Diez años es el infinito y
más allá para sostener que esa trama pudo mantenerse una década en el tiempo
desde el epicentro de la Consejería de Empleo de la Junta de Andalucía sin que
nadie sospechara, encubriera, ocultara o alentara nada. Diez años es demasiado
tiempo para acabar constituyendo una comisión de investigación que ni llega a
conclusión alguna ni alcanza a determinar responsabilidades políticas de
alguien.
Por
eso, volvemos de nuevo al inicio. Todo lo que está saliendo a la luz sobre el
escándalo de los ERE en Andalucía sucedió durante diez años. La trama se inició en 2001, siguió en 2002,
continuó en 2003, prosiguió en 2004, se mantuvo en 2005, perseveró en 2006,
duró en 2007, se extendió en 2008, permaneció en 2009 y se prolongó hasta 2010.
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