Algunos errores de bulto
Preocupados
por lo urgente, igual se ha desatendido lo importante. Susana Díaz, la
presidenta de la Junta de Andalucía, se ha tirado tantos meses
preocupada por la falta de un Gobierno en España y por la actitud de su
partido ante el bloque institucional que sufría este país que, quizás,
desatendió lo importante: el Ejecutivo de Andalucía. De tanto hacer
política nacional, apenas se ha hecho política regional, por eso
llevamos una legislatura con un Gobierno andaluz que ha seguido
gestionando los presupuestos, pero que se ha olvidado de hacer política
desde el Consejo de Gobierno.
El Ejecutivo de Susana Díaz está lleno de gestores,
pero está muy falto de políticos, de ahí que su liderazgo sea tan
determinante. Por eso, a pesar de su empeño en sostener lo contrario, es
una evidencia que si la presidenta de la Junta dedica parte de sus
esfuerzos a otros menesteres, su Gobierno se resiente por la falta de
capacidad política de sus integrantes. Y eso ha ocurrido en Andalucía,
donde a la gestión del PSOE se le están abriendo las costuras en dos de
sus pilares básicos: la sanidad y la educación.
La Junta destinará el próximo año a la sanidad
andaluza por encima de 9.300 millones, 500 millones más que en el actual
ejercicio, lo que representa un 6,3% del PIB frente al 5% de media de
otras comunidades autónomas. La sanidad, sin embargo, se ha convertido
en un quebradero de cabeza para el Ejecutivo regional, con
manifestaciones multitudinarias de protesta en Granada y convocatorias
contra los recortes que se están gestando en Huelva y Málaga. En la
mayoría de los casos al hilo de procesos de unificación en la gestión de
los hospitales que nadie de la Consejería de Salud ha sabido nunca
explicar y que se han realizado en contra de los propios profesionales,
con fusiones incluso anuladas por el TSJA como lo realizada en Huelva.
Si la gestión de estas fusiones ha sido un error de
bulto, la respuesta posterior ha sido escasa o poco apropiada, sobre
todo cuando se termina admitiendo que se dará marcha atrás. No se puede
despachar estas demandas culpando al PP de estar detrás de estas
movilizaciones. Ya quisiera el PP en Andalucía tener la capacidad de
sacar a la calle a tantos ciudadanos para protestar por la situación
sanitaria. De momento, al PP lo único que se le ha ocurrido en este
conflicto es poner un número de Whatsapp para recoger las quejas de los
usuarios. Y luego, claro, intentar sacar partido de un estado de opinión
generalizado sobre el deterioro de la calidad asistencial, que es lo
que haría cualquier partido político ante una debilidad del Gobierno que
tiene enfrente.
Que la sanidad andaluza, aun siendo de las mejores de
España, se ha deteriorado tras siete años de crisis económica y
recortes presupuestarios es una obviedad. El error es no tener la
capacidad de explicar las medidas que se toman para paliar la situación y
las actuaciones que se acometerán en un futuro, cansados como están
muchos ciudadanos de tantos incumplimientos en materia de nuevas
infraestructuras sanitarias. Se construyen centros y se tarda años en
ponerse en marcha, como ha ocurrido en Ronda y con el Hospital del
Guadalhorce.
El otro pilar donde están saltando también los
pespuntes es el educativo, después del inicio de un curso marcado por
las quejas por la reducción de profesores interinos. El nuevo frente son
las universidades. Por primera vez, los rectores de los diez centros
andaluces han sacado un comunicado conjunto para expresar su inquietud
por los presupuestos de 2017, donde apenas figura un incremento del
1,06% para estas entidades. Los representantes de las universidades, que
reclaman la liquidación por parte de la Junta de la enorme deuda que
tiene con estas instituciones académicas, advierten que en los últimos
siete años ha descendido en un 10% el presupuesto destinado a
investigación, lo que está incidiendo negativamente en la calidad
educativa que prestan a los alrededor de 250.000 estudiantes que se
están formando en sus centros.
Limitar las partidas de investigación en una
comunidad que hace seis meses anunciaba a bombo y platillo una Plan
Andaluz de Investigación, Desarrollo e Innovación (PADI) hasta el
horizonte de 2020, atribuyéndole una movilización de 16.700 millones de
euros entre inversiones privadas y públicas, es otro sonoro error de
bulto.
Hace apenas una semana, la presidenta de la Junta
acudió a la inauguración de un centro de atención primaria en La
Mojonera (Almería) donde reconoció que en los últimos siete años de
"crisis económica" se habían aparcado proyectos de salud y educación,
por lo que había que hacer ahora un "esfuerzo enorme" en ambas materias.
Unos días después repetía inauguración, fue en Íllora (Granada) donde
volvió a pedir disculpas a los granadinos -lo había hecho antes en el
Parlamento andaluz- por la situación sanitaria en esta provincia.
En ambos casos, Susana Díaz decidía coger el timón
para enderezar la imagen de la sanidad andaluza, después de que las
movilizaciones en Granada encendieran las alarmas en el Gobierno que
preside. Con esta actitud, la presidenta ha intentado poner un punto de
sentido común a otro error de bulto de su propia Consejería de Salud: no
reconocer el deterioro de este servicio y el malestar de unos
profesiones que han aguantado sobre sus espaldas el peso de los
recortes. En política no sólo hay que saber gestionar, hay que dedicarse
también a explicar cómo se gestiona. Y hay que preocuparse por lo
urgente, pero todavía más por lo importante. Díaz ha estado tan ocupado
en su partido -lo urgente- que se desocupó de su gestión -lo
importante-. Claro que quizás para ella eso era lo importante. Mi abuela
lo hubiera explicado mucho mejor que yo con una única frase: no se
puede estar en misa y repicando.
Comentarios
Publicar un comentario