El año del bucle
Les voy a contar algunas cosas que ocurren en Málaga, la ciudad desde donde escribo.
En
Málaga, cada trimestre, hay siempre una reunión crucial para
desbloquear las obras del Metro. El resultado nunca cambia: el tranvía
sigue atascado en su recorrido y el alcalde de la ciudad atascado en su
alternativa. El primer edil, Francisco de la Torre, firmó hace tres años
un acuerdo con la Junta para llevar el Metro en superficie hasta el
Hospital Civil y desde ese día ha planteado soterrarlo; luego ha
descartado el proyecto para priorizar una línea hasta el Parque
Tecnológico y finalmente ha propuesto cambiar el suburbano por un
metrobús, un moderno autobús con la llamativa coletilla de que será de
alta capacidad. Ahora está empeñado en esta última idea, bajo la premisa
de que el tranvía solivianta a los vecinos de la zona que se oponen a
su trazado.
En la capital malagueña, todos los
proyectos tienen una cita mensual con la historia. Y De la Torre está
siempre en primera línea de batalla. En Málaga, el último jueves de cada
mes, el día de celebración de los plenos municipales, se aprueba
demoler un antiguo edificio que albergó los cines Astoria y Victoria, un
inmueble que se cae a pedazos en un lateral de una magnífica plaza del
centro de la ciudad. El edificio lo compró el Ayuntamiento por 21
millones de euros. Se iba a destinar a albergar la ampliación de la
Fundación Casa Natal Picasso, pero fue que no; luego un CaixaForum, pero
fue que tampoco; posteriormente, un museo de museos, pero de ello nada
más se supo; y se pensó hasta en un mercado gourmet, pero el proyecto
nunca existió. Después de tantas ideas fallidas, De la Torre ha tenido
una nueva: un concurso de ideas con el que tener más ideas, aunque
advirtiendo que la idea ganadora no tiene por qué ser luego la idea que
se va llevar a cabo. Y mientras eso ocurre, el Ayuntamiento de Málaga
aprueba un jueves su derribo, el siguiente jueves mantenerlo y el jueves
posterior retoma su demolición.
El último viernes de cada mes, que es el segundo día de
celebración de los plenos municipales, ocurre algo parecido con otro
proyecto emblemático, la celebración o no de una consulta ciudadana para
decidir el futuro de unos antiguos terrenos de Repsol. La cuestión es
si sobre ellos se construye un gran parque, o si sobre ellos, además del
parque, se levantan cuatro rascacielos. El Ayuntamiento de Málaga ha
aprobado en varias ocasiones, incluso con los votos del PP, la
realización de esta consulta, pero un viernes se lleva a pleno un
informe que la autoriza y al viernes siguiente uno que advierte de que
sería ilegal. Y así viernes, tras viernes, la consulta ciudadana nunca
se hace. En la polémica del parque, en contra de lo que sucede con el
Metro, la opinión de los vecinos no tiene importancia alguna. Son las
cosas del alcalde.
De Málaga, cada cierto tiempo, se
habla en el Parlamento andaluz sobre la protección o no de un antiguo
edifico conocido en la ciudad como la Mundial, un inmueble que se quiere
derribar para levantar sobre sus escombros un hotel que ha diseñado
Rafael Moneo. En la comisión de Patrimonio del Parlamento se aprobó su
protección y, al mes siguiente, se aprobó quitársela. El PP equivocó su
voto una vez y llevó la propuesta de nuevo para poder votar lo
contrario. En el Ayuntamiento de Málaga lleva pasando lo mismo desde
hace meses, unas veces se aprueba su protección, pero luego el equipo de
gobierno del PP sigue tramitando el proyecto que incluye su derribo.
Los meses pares, la oposición aprueba la protección; los impares, el PP
aprueba más trámites para demolerlo.
Este año que está
a punto de concluir ha sido un mal año para los proyectos municipales.
Ahora mismo el Metro está atascado y el hotel de Moneo también.
Esperando ideas se encuentra el inmueble de los cines Astoria y
Victoria; mientras duerme el sueño de los justos el parque que se quiere
levantar sobre el Campamento Benítez. Este proyecto es otro clásico del
nunca jamás. Se trata de unos terrenos del Ministerio de Defensa que se
revertieron a la ciudad y donde se llegó a decir que se iba a levantar
un Museo del Transporte. Ni hubo museo ni hubo transporte ni de momento
hay parque. Y en algún cajón estará el millón de euros que la Diputación
de Málaga ofreció al Ayuntamiento para iniciar las obras y del que no
se ha gastado euro alguno. Sobre el cauce del río Guadalmedina no voy
escribir, ese proyecto se merece un artículo con plena dedicación.
Como
ocurre con el turrón, hay proyectos que vuelven todos los años a Málaga
por Navidad. Antes de finalizar el ejercicio, los Presupuestos
Generales del Estado y los de la Junta nos traen cuarto y mitad de
saneamiento integral de la Costa del Sol; una partida para los Baños del
Carmen de nunca jamás y un estudio para llevar el tren litoral hasta
Marbella. Y de estudios que no llegan a nada, partidas que no se gastan y
depuradoras que no se hacen, los malagueños colecciones cartas a los
Reyes Magos desde hace décadas.
Dice el maestro Manuel
Alcántara que para ser malagueño hay que tener mucha paciencia. Y
parece evidente que es cierto. Dentro de unos días se abre al público el
nuevo Museo de Málaga. Se ubica en el Palacio de la Aduana, la que
fuese sede durante muchos años de la representación del Gobierno en esta
provincia. Será el día 12 de diciembre, 19 años después de la primera
manifestación que se celebró en la ciudad para reclamar el uso
museístico de este edificio público. Han tenido que pasar 19 años para
hacer realidad este proyecto. Afortunadamente, el resultado es
espectacular y habrá que decir, para nuestro consuelo, que el que espera
a veces no desespera. No estoy convencido de que algún día podamos
decir lo mismo de todos los proyectos que todavía están sin acabar. Esos
que este año siguieron en el bucle del nunca jamás.
Publicado en Málaga Hoy. Ilustración de Daniel Rosell.
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