Once años para que sean las seis de la tarde









En el año 2005 el Congreso de los Diputados decidió crear una denominada Subcomisión de Adecuación de Horarios. Su objetivo era analizar el horario de los españoles, para emitir recomendaciones con las que mejorar la conciliación entre trabajo, familia y vida personal. Ya entonces era presidente de la denominada Comisión Nacional para la Racionalización de Horarios Españoles, un señor que se llama Ignacio Buqueras y que lleva una década clamando en el desierto por una idea: apagar las luces en las oficinas en España a partir de las seis de la tarde. Como en este país no tenemos memoria alguna, nos ha parecido una auténtica novedad que la ministra de Empleo, Fátima Báñez, nos anuncie ahora, once años después, un pacto político y social para poner en marcha esta medida.
En septiembre de 2013, ocho años después de crearse la comisión, hubo un primer diagnóstico de la situación en España: jornadas de trabajo maratonianas, baja productividad laboral, comidas y cenas tardías con respeto al resto de Europa, menos tiempo para la vida personal y el descanso, y sobre todo, graves problemas de conciliación familiar… Todas estas consecuencias se derivaban del sistema de horarios irracional que padece España, según se decía ya en el informe que se aprobaba en la Comisión de Igualdad del Congreso de los Diputados. Aunque no era la única causa, parte de los problemas eran fruto de una incongruencia que arrastra España desde el año 1942, cuando el franquismo abandonó el huso horario que le correspondía, el mismo que Portugal y el Reino Unido, para alinearse con la Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini. Desde entonces, no ha habido nadie que haya sido capaz, en 74 años, de cambiar esta lamentable decisión.
A tenor del diagnóstico -aprobado, como digo, en septiembre de 2013-, todos los grupos parlamentarios recomendaron al Gobierno que estudiara la posibilidad de retrasar el reloj 60 minutos para armonizar el horario español con el de los países vecinos. El asunto se quedó en recomendación y del tema nada más se supo, hasta que en la pasada campaña electoral Rajoy lo volvió a sacar de la chistera y lo recupera ahora su ministra de Empleo. Aquella subcomisión la integraban hasta 14 diputados en representación de todos los grupos de la cámara, con otros diez miembros que figuraban como suplentes. El tiempo transcurrido parece darle la razón a esos que sostienen que si quieres que un asunto se empantane, el camino más rápido y seguro es crear una mesa de negociación o una comisión para estudiarlo.
La primera vez que escribí de esta iniciativa fue hace diez años. Contaba por entonces que el bien más ansiado del proletariado desde Carlos Marx era repartir la tarta de la existencia en tres porciones: ocho horas de trabajo, ocho de sueño y ocho de ocio y familia. Y advertía que la sociedad actual se había comido una de las tres porciones, en concreto la última de ellas. En esas fechas se hizo público un informe que decía que cuando Europa duerme, España cena y ve la televisión. El estudio advertía que el 44% de los trabajadores prolongaban su jornada laboral sin desearlo. Lo hacíamos todos los días y esa situación nos colocaba como los trabajadores menos productivos de Europa. Una década después, nada ha mejorado. Unos de los parámetros para medir los horarios, el prime time de las televisiones se va retrasando por año. En España, el inicio del horario estrella, se ha instalado ahora en las 22,30 horas y se alarga habitualmente hasta más allá de la medianoche, lo que supone una auténtica anomalía con nuestro entorno europeo. El prime time ha sufrido en España un retraso de más de una hora en los últimos 25 años, lo que viene a confirmar que los ciudadanos se van cada día más tarde a la cama, a pesar de que se levantan cada día antes.
Once años son muchos años estudiando cosas de puro sentido común. Hemos construido un modelo de vida que apenas permite tener vida y resulta además que esta situación nos coloca como los trabajadores menos productivos de Europa. En España, el mercado laboral está dividido en dos mitades. Más de cuatro millones de españoles que no tienen vida porque están sin trabajo y un buen número de trabajadores que apenas tienen vida más allá del trabajo. En definitiva, un modelo de sociedad que deja, de un lado, a miles de ciudadanos fuera del mercado laboral; y que se muestra incapaz, de otro lado, de hacer compatible el trabajo con la conciliación familiar y el ocio.
Me parece un acierto que la ministra Báñez plantee un gran debate sobre la conciliación y la racionalización de los horarios en España, pero, por favor, que no cree una nueva comisión para estudiarlo. Otros once años de reuniones es mucho tiempo, sobre todo si los debates siguen terminando a última hora de la tarde, después de la tradicional pausa de tres horas para la comida. Claro que hay otra opción peor, la de que la medida sólo afecte a los diputados del Congreso. Ya han anunciado que ellos se apuntan los primeros.

Publicado en Málaga Hoy 18-12-2016. Ilustración de Daniel Rosell.

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