El hotel de las prisas
En el año 2015, una
constructora china levantó un rascacielos de 57 pisos en apenas 19 días.
Ocurrió en la localidad de Changsha, en el centro del país. En poco más
de dos semanas y media, gracias al sistema de edificación por módulos,
se concluyó un inmueble de 186.000 metros cuadrados y con capacidad para
800 apartamentos. Aquello fue un portento de la edificación, ya que se
levantaban tres plantas al día. Debía ser más o menos así: una planta
antes de la pausa del desayuno, otra para el almuerzo y la tercera
finalizando la jornada. Broad Sustainable Building se llamaba la
constructora china capaz de semejante prodigio de la técnica.
En Málaga aún estamos muy lejos de emular un récord
de estas características para levantar un hotel en la ciudad, pero en
ello estamos. Quizás no tengamos todavía la capacidad técnica para
realizar tres plantas al día, pero la Autoridad Portuaria de Málaga, el
propio Ayuntamiento de la ciudad, la Junta de Andalucía y hasta el
Estado, se han puesto a trabajar de forma conjunta y están dispuestos a
batir el récord del mundo de los trámites administrativos para poder
levantar, en un sitio donde no se podía, un hotel de cinco estrellas
gran lujo de 135 metros de altura y 35 pisos.
La cosa tiene un mérito especial por tratarse
de la ciudad de la que se trata y de los muchos antecedentes. En Málaga,
hay un buen número de proyectos que nacieron emblemáticos y se han
convertido en históricos por el paso de los años. A los años que llevan
sin ejecutarse, me refiero. Y esperando el devenir de la historia se
encuentra, por ejemplo, la rehabilitación de los Baños del Carmen, una
idílica franja del litoral de la ciudad; el encauzamiento del río que
parte la capital en dos, el Guadalmedina; o el destino del antiguo
Convento de la Trinidad, declarado BIC en 1980 y hoy pasto del abandono y
del expolio. A pesar de ello, las administraciones públicas están
dispuestas a darle una patada al pasado y hacer del hotel del Puerto de
Málaga un ejemplo de que el futuro no puede esperar más. Y que la ciudad
no se puede permitir el lujo de no tener otro hotel de lujo.
El hotel de las prisas de Málaga nació en un
despacho de arquitectura bajo la premisa de que si la administración no
hace encargos, yo me encargo. Luego el arquitecto se buscó un grupo
catarí para acometer la inversión y después sucedió el milagro. Lo nunca
visto en esta ciudad. Por primera vez en mucho tiempo, todas las
administraciones públicas que deben intervenir en el proceso se pusieron
de acuerdo en dos cosas: en las bondades del proyecto y en lo que había
que correr para que saliera adelante. Y en ellos estamos: posibilitando
declaraciones medioambientales en trámites exprés; anuncios de cambios
de planes especiales en tiempo récord y declarando que tendrán el visto
bueno del Consejo de Ministros antes incluso de realizar los trámites
para llevarlo al Consejo de Ministros.
No mucho más tiempo que el hotel de los 19 días
tiene un establecimiento en Suecia que se conoce como el hotel
invisible. Evidentemente no es invisible del todo, pero sin duda se
trata de un concepto innovador. El hotel se levantó sobre un árbol de 20
metros. Es un monolito hecho de aluminio con toda la superficie
exterior de espejos, que se sitúa en un bosque del pueblo de Harads en
la Laponia sueca y que, prácticamente, queda integrado en el entorno
porque el efecto espejo lo hace casi imperceptible a la vista. El hotel
del árbol, como también se le llama, es un apartamento de 4x4x4 y con
capacidad para albergar a apenas dos personas.
Tampoco en Málaga somos capaces de alcanzar el nivel
de invisibilidad del hotel de Suecia, pero en ello también estamos. No
es fácil el propósito. En Suecia se trata de una habitación y aquí de
esconder a la vista un total de 350. La delegación de Medio Ambiente de
la Junta de Andalucía, en su informe para resolver por la vía rápida el
trámite ambiental que debe recorrer el proyecto, se ha quedado a un
párrafo de declarar que esta torre de 135 metros de altura será
invisible a los ojos. Casi como el hotel de Suecia, el impacto visual
dependerá de la ubicación en la que se ponga la persona que quiera
admirarlo. O sea que si uno se esconde en el bosque o, en este caso,
entre las calles de Málaga, el establecimiento apenas tendrá impacto
visual alguno. Se trata del segundo milagro que acompaña a este hotel,
después de ese primero que ha sido lograr poner a todas las
administraciones de acuerdo en la necesidad de que se ejecute.
Con el proyecto del hotel de las prisas de Málaga
ocurre como con la mayoría de los proyectos en esta ciudad, que tiene un
buen número de colectivos a favor y otro número importante en contra.
Entre estos últimos están desde el Colegio de Arquitectos hasta la
Academia de Bellas Artes, pasando por Ecologistas en Acción. A favor
están las administraciones públicas implicadas y los tres grandes
partidos que las sustentan: PP, PSOE y Ciudadanos. Como estos últimos
pueden aprobar los trámites todo lo rápido que lo deseen y aprobar todas
las modificaciones que consideren oportunas lo más de prisa que
puedan-dentro de la legalidad, como es obvio-, al menos deberían tener
la deferencia de no suponer que la inteligencia del personal está bajo
mínimos.
Este hotel puede ser todo lo emblemático y necesario
que sea para Málaga - esa es otra discusión que igual justifica las
bondades del proyecto-, pero hay un don que difícilmente logrará: el don
de la invisibilidad y su nulo impacto sobre la Bahía. Y por ello
resulta inaudito leer en un informe oficial que "las vistas- del
hotel-son fácilmente modificables en función de la ubicación del
observador", que debe ser lo último en concepto medioambiental.
Publicado en Málaga Hoy. Ilustración de Daniel Rosell.
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