Susana Díaz y la cima del Annapurna
El Annapurna es un macizo situado en la cordillera del Himalaya,
en el Nepal. Mide 55 kilómetros de longitud y cuenta con hasta seis
picos por encima de los 7.000 metros de altura, entre los que destaca el
Annapurna I, la décima cumbre más alta del planeta y uno de los míticos
catorce ochomiles. Su ascensión es relativamente corta, pero muy
peligrosa por su composición de hielo y nieve. La montaña está
considerada como una de las más peligrosas del planeta: cuatro muertes
por cada diez cimas logradas.
Cuando Susana Díaz irrumpió como líder del PSOE andaluz, una vez que José Antonio Griñán
la designó como su sucesora, todos los perfiles que se escribieron de
ella coincidieron en señalar su enorme capacidad para escalar
políticamente. Sus ascensos fueron fulgurantes y no hubo ochomil que se
le resistiera: la primera mujer presidenta de la Junta; su llegada a la
secretaria general del PSOE andaluz en unas primarias que no tuvieron ni
que celebrarse porque no quedaron avales para los otros candidatos; y
su victoria en las elecciones andaluzas, después de unas anteriores
donde Griñán quedó por debajo del PP en votos y escaños. De ahí, a la cima del Annapurna
(el liderazgo del PSOE federal) apenas quedaba un salto que, primero,
se resistió a dar, a pesar de que tenía a los barones de su partido
dispuestos a hacerle de sherpas en la escalada. Y que luego intentó más
tarde, en lo que podría considerarse como su primer fracaso en el
ascenso a la cima más alta del PSOE.
Tras aquello, Díaz bajó al campamento base. El refugio andaluz,
quién sabe si a la espera de volver un día a intentarlo de nuevo.
Mientras llegaba o no esa oportunidad, volvía a tener un reto por
delante. A priori, una escalada fácil, la de ganar, otra vez, las
elecciones en su comunidad autónoma, esa que el PSOE llevaba gobernando
cuatro décadas de forma ininterrumpida. Puso la fecha que quiso e inició
el ascenso. Sin embargo, el día que tocó cima se produjo una avalancha
de nieve y se la llevó por delante. Cuando pudo sacar la cabeza, otro de
los escaladores estaba ya colocando la bandera, con la ayuda de un
segundo. Y de hasta un tercero.
Desde ese día, Susana Díaz y los dirigentes de su partido
que se vieron afectados por la avalancha, se debieron quedar en mitad
de la ascensión y de allí no se han bajado. Aguerridos por el frío y la
nieve, noqueados desde diciembre. Les está pasando ahora un tsunami por encima y ellos siguen reclamando que fueron los primeros que llegaron a la cima. Se ha celebrado la sesión de investidura del nuevo presidente de la Junta; ha tomado ya posesión Juanma Moreno
y se conoce ya hasta la composición de su Gobierno, pero, sin embargo,
escuchas las declaraciones de muchos dirigentes socialistas y parece que
todavía están en condiciones de mantenerse en la cima, o de alcanzarla
de forma inminente.
Desde que Mariano Rajoy se
encerró en una restaurante de Madrid para celebrar una comida, mientras
salía adelante una moción de censura en el Congreso que le relegaba del
poder, no se había visto una desconexión de la realidad tan parecida.
Será consecuencia del frío que hace fuera del poder, o será por lo resbaladiza que está la situación en el PSOE,
la única realidad es que o los socialistas andaluces se bajan pronto de
la montaña o van a morir congelados en mitad de esta tormenta política.
Cuanto antes se den cuenta de que el protagonismo en los titulares lo
tendrá a partir de ahora el nuevo Gobierno y que es mejor echarse a un
lado para posibilitar que entren los nuevos, sin dar la sensación de que
están taponando la salida, más pronto estarán en condiciones de ponerse
a trabajar para volver a intentar la escalada.
Cuando las primeras expediciones intentaron la proeza de
subir hasta la cumbre del Annapurna se encontraron con enormes
dificultades. Por eso descartaron el estilo de escalada que se utilizaba
en Los Alpes y que consistía en que el alpinista transportaba todo lo
necesario mientras ascendía, desde la comida, el refugio donde
guarecerse, o los equipos a utilizar. Por eso, decidieron establecer
diferentes campos base en puntos intermedios, desde los que ir
explorando para poder atacar mejor la montaña. El PSOE andaluz lleva desde el día de las elecciones agarrado a una victoria que no le sirve de nada
y a una excusa para la pérdida del poder que tampoco les sacará del
hoyo, eso que ellos consideran un pacto vergonzante que ha precisado del
respaldo de la ultraderecha de Vox. Posiblemente sea un magnífico
argumento para hacer oposición, pero un mal camino para volver a ganar
las elecciones.
O dejan de echarlo todo en la espalda de su único
alpinista y se ponen pronto a levantar campamentos bases intermedios, ya
sea para las próximas municipales, para las europeas o las generales, o
la avalancha se los vuelve a llevar por delante mientras pierden el tiempo reclamando que fueron los primeros
en llegar a la cumbre. Los comicios electorales son como las cimas de
los ochomiles, peligrosos y con altas concentraciones de mortalidad.
Como ocurre con el ascenso al Annapurna, por cada uno que alcanza el
poder, hay varias muertes políticas entre los que lo intentaron y no lo
consiguieron.
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