Un ciclista para la Dirección General de Movilidad en bicicleta
HACE varios años, con el Gobierno de Macri en Argentina, estalló una curiosa polémica en las redes sociales
con algunos nombramientos en los escalones intermedios de su ejecutivo.
Uno de los más curiosos fue que, dentro del área del Ministerio de
Transporte, se decidió crear una Dirección General de Movilidad en
Bicicleta. Para ser exactos, el cargo tal y como apareció en el Boletín
del Estado, rezaba así: “Dirección de Movilidad en Bicicleta de la
Dirección Nacional de Transporte No Movilizada de la Subsecretaría de
Movilidad Urbana de la Secretaría de Planificación de Transporte del
Ministerio de Transporte”.
No era el único cargo con un nombre imposible de memorizar. En mitad de la polémica, un enlace llevaba a un reportaje colgado en la web de una emisora de radio
con un listado de nombramientos extraídos del Boletín Oficial con
direcciones generales o secretarías de distintos departamentos que
incluía hasta más de 50 palabras para su designación. Sirva este otro
como ejemplo: Coordinadora de la Coordinación de Desarrollo y
Plataformas Tecnológicas de la Dirección de Datos Públicos de la
Dirección General de Datos e Información Pública de la Subsecretaría de
Innovación Pública y Gobierno Abierto de la Secretaría de Gestión e
Innovación Pública del Ministerio de Modernización.
He sentido siempre una enorme curiosidad por saber cómo se las apañan en Argentina para realizar las tarjetas de presentación,
ya que si son proporcionales en tamaño a la extensión del nombre del
cargo debe ser como una enorme cartulina de esas en las que hacíamos los
trabajos de clase en los colegios. El otro aspecto llamativo es la
precisión con la que se designa el nombramiento y su dependencia
estructural de cada departamento ministerial. Por eso, desde esa misma
curiosidad, cuando se produce un cambio de Gobierno en España, ya sea en
una comunidad autónoma o en el Estado, y empiezan a sucederse las
designaciones, me acuerdo de esta polémica en Argentina, con la
esperanza de encontrarme con alguna designación homologable en extensión
y precisión a las de este país.
Aunque es difícil encontrar en el BOE, o en el Boletín Oficial de cualquier comunidad autónoma, nombramientos como los que firmó Macri en su administración,
no resulta complicado encontrar cargos públicos de los que se
desconocen sus quehaceres diarios; departamentos que cuesta saber a qué
se dedican y empresas públicas cuyos menesteres precisan de una larga
explicación. En el caso concreto de Andalucía, uno de los grandes
reproches que se les ha hecho a los gobiernos del PSOE es la creación de
una inmensa administración autonómica de dudosa operatividad y que el
nuevo Gobierno, integrado por el PP y Ciudadanos, ha anunciado que va a
adelgazar de forma notable. Habrá que esperar que lo hagan y no terminen
incumpliendo una de sus principales promesas en la campaña electoral,
incluida además en su acuerdo de Gobierno.
En España, a pesar de la gravedad de la crisis, ha habido un nicho en el mercado de trabajo
que apenas se ha visto afectado por la pérdida de empleo: el de los
cargos públicos y el personal de confianza. Cada vez que un gobierno
nuevo entra en una institución, lo primero que promete es aliviar la
nómina de la administración de personal de libre designación.
Normalmente, las reducciones se pueden contar con los dedos de una mano.
Con los de las dos manos, en los casos más atrevidos. Los despachos
oficiales son como las puertas de las cantinas del Oeste, por un lado
sale uno y por el otro entre el siguiente. Las puertas nunca están
cerradas y el trasiego es constante.
En las campañas electorales,
sobre todo en aquellas en las que se está convencido de que no se va a
ganar, se anuncian promesas desde el convencimiento de que no habrá que
cumplirlas. PP y Ciudadanos se han encontrado con un Gobierno con el que
no contaban, de ahí que algunas de las cosas que ofrecieron a sus
votantes tienen ahora un efecto boomerang. Les puede dar en la cabeza a
su vuelta. La más cacareada en campaña, y antes de la campaña, fue la
promesa de Juanma Moreno
de crear 600.000 puestos de trabajo en Andalucía, una cifra que
desapareció tanto de su discurso de investidura, como del de toma de
posesión del cargo.
Habrá que ver qué pasa también con esa “administración paralela”, en palabras de PP y Ciudadanos, que tanto denunciaron. Muchas veces con razón, y otras con mucho populismo,
al incluir en el marasmo de personal de la Junta a los profesores o al
personal sanitario para engordar las cifras. Lo esencial es lo
importante y uno de los grandes problemas de la administración en
España, también en Andalucía, ha sido la incapacidad de los partidos de
conseguir que esa administración pública fuera “profesional, solvente,
atractiva como oportunidad de trabajo y progreso personal, ajena a la
política y a los vaivenes electorales, y escrupulosamente sujeta a la
ley”, en palabras precisas de Antonio Muñoz Molina.
Por explicarlo con un ejemplo concreto. En vez de colocar a un militante, lo razonable sería poner a un funcionario que entienda de ciclismo
si al presidente se le ocurre crear una Dirección de Movilidad en
Bicicleta de la Dirección Nacional de Transporte No Movilizada de la
Subsecretaría de Movilidad Urbana de la Secretaría de Planificación de
Transporte de la Junta de Andalucía. O lo que es lo mismo, un ciclista
para movilidad y cada zapatero a sus zapatos.
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