Los huérfanos de Rubalcaba

Cualquier día de estos sale Rajoy y ofrece una rueda de prensa. Y a la sorpresa inicial por semejante acontecimiento se une una segunda novedad: el presidente del Gobierno felicita a Rubalcaba por el ejercicio de responsabilidad política que está demostrando en estos momentos tan complicados para el futuro del PP. El PSOE, a cada novedad con el caso Bárcenas, responde enseguida con un conflicto interno en sus filas; y cada vez que el PP se encuentra en el disparadero, un socialista se pega un tiro en la pierna de Rubalcaba. Y así transcurre la política española: cuanto más caen en las encuestas las expectativas electorales del PP, más empeño ponen los socialistas en descartarse como alternativa de Gobierno.

De un tiempo a esta parte el único balón de oxígeno que tiene Rajoy es el que cada día le ofrece el PSOE desde la oposición. Si los populares están acogotados por el escándalo de Bárcenas, diputados catalanes le montan una rebelión y se les abre un cisma con el PSC en Cataluña. Que el asunto de Bárcenas se complica más, los socialistas en Galicia anuncian un proceso de primarias en contra de las directrices de Ferraz. Que un informe policial revela la posible conexión de los papeles de Bárcenas con la trama Gürtel, los socialistas protagonizan un escándalo en Ponferrada haciéndose con la alcaldía apoyándose en un exalcalde condenado por acoso sexual. Ahora, para no levantar cabeza, aparece el posible encausamiento de Blanco.

Es probable que Rajoy tenga programada una crisis de Gobierno para dentro de poco, pero todo hace indicar que será el PSOE quien se adelante para afrontar su nueva crisis de oposición. Hace unos meses, cuando José Antonio Griñán protagonizó un claro envite para lograr que los socialistas andaluces tuvieran mayor protagonismo en el futuro del PSOE, le pregunté a un dirigente si la operación tenía como objetivo el relevo inmediato de Rubalcaba y la respuesta fue negativa: “Tal y como está el PSOE ahora, cualquier sustituto a Rubalcaba estaría quemado antes de las próximas generales y para esa cita habría que buscar a un nuevo candidato”.

Ese mismo dirigente, hace unos días, pensaba ya distinto: “O buscamos pronto un candidato que no tenga nada que ver con la actual dirección federal del partido, incluso con la actual dirección del partido en cualquier sitio, o quien estará quemado antes de llegar a las elecciones será el PSOE”. El gran problema de Rubalcaba fue creer que había vida tras el batacazo electoral. Los socialistas lo hicieron secretario general desde el convencimiento de que la situación era tan mala que si cambiaban de líder, el elegido no llegaba tampoco a las próximas elecciones generales. Ahora mismo Griñán es todavía uno de los dirigentes que apuntalan a Rubalcaba, pero se trata únicamente de una cuestión de tiempo. Cuentan en el PSOE andaluz que Griñán estaba por la labor de no poner en discusión el liderazgo de Rubalcaba durante este año y dejar los movimientos internos para 2014. Ahora los acontecimientos vuelan y las expectativas electorales caen.

Cuando en julio de 2012 Griñán acudió al 12º congreso del PSOE de Andalucía le preguntaron si iba a haber integración y dijo: “Yo no tengo críticos, que sepa ¿no?”. 24 horas después, tenía respuesta a su pregunta. El 28,7% de los delegados votó en blanco su reelección. Este sector crítico procedía de la fractura que se provocó en el partido desde el congreso federal que eligió a Rubalcaba frente a Carme Chacón, que fue la candidata que apoyó la dirección andaluza. Rubalcaba acabó encontrando el apoyo de Griñán a cambio de mantener neutralizado al sector crítico. Éstos, huérfanos de Rubalcaba, se han ido evaporando en las agrupaciones hasta la casi desaparición. Y los apoyos con los que actualmente cuenta Rubalcaba en Andalucía se podrían contar con los dedos de un pie. Ese pie donde acaban los tiros que los dirigentes del PSOE se pegan, ellos mismos, a diario.

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