Todos con Susana

Esto tiene toda la pinta de que Susana Díaz se aupará a la secretaria general del PSOE federal de la misma forma que accedió al cargo en Andalucía, por la incomparecencia de contrarios. Díaz, que descubrió las primarias a la búlgara, parece dispuesta a exportar el modelo a toda España. Y los socialistas ya han hecho los cambios que permitirán otro nuevo alarde democrático: lograr que un único aspirante tenga tantos avales que no queden apoyos suficientes para ningún otro candidato. A eso, internamente, se le llama en el PSOE una demostración de poderío orgánico. Externamente, no tiene nombre.

En los últimos días, la líder andaluza ha logrado el respaldo de los barones de Madrid, Comunidad Valenciana, Castilla- La Mancha, Canarias, Aragón, la Rioja, Navarra y Murcia. Ni uno solo de ellos gobierna en su región y todas han fracasado en las elecciones a las que se presentaron. De ellos están hartos, como mínimo, la mitad de la militancia en sus respectivos feudos, por más congresos que hayan ganado. Hace años que a los conclaves del PSOE solo acuden cargos públicos, dirigentes que deben su puesto al aparato.

Díaz, que parece una persona lista, debería cuidarse también de tanto halago. Resulta sospechosa tanta unanimidad hacia su persona, entre otras cosas porque lleva 11 meses en el cargo y no ha encabezado todavía victoria electoral alguna. Liderar la comunidad autónoma con más paro de España deja en muy mal lugar cualquier logro conseguido en este periodo. Y no es que uno sea quisquilloso, pero tampoco es que estemos viendo en Andalucía un modelo de gestión deslumbrante y un ejemplo de lucha contra la corrupción, a pesar de que los socialistas se pasan el día diciendo que hay que mirar al sur.

Además, si Rubalcaba, Bono, Zapatero, Felipe González, Griñán y Chaves, entre otros muchos, consideran que Susana Díaz es la persona apropiada para liderar el PSOE, ella debería preocuparse. Habrá militantes que piensan que si lo dicen ellos —o sea, los de siempre— lo mejor sería hacer justo lo contrario: buscarse rápido un candidato alternativo al aparato. El PSOE, además de un problema de discurso y de liderazgo, tiene una cuestión previa que resolver: limpiar el partido de telarañas.

Para resumirlo —en plan bruto—, el debate de los socialistas no puede liderarlo una colección de jarrones chinos y un puñado de barones sin baronía. Y Susana Díaz, debe recordar, que es la sustituta del candidato que se presentó a las elecciones en Andalucía. Once meses después, no puede irse de la Junta y dejarnos con un sustituto o una sustituta de la sustituta del que ya llegó sustituyendo a otro. Ese es el camino directo hacia la irrelevancia política del PSOE. También en su oasis andaluz.

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