Sistema de sillas calientes

En mitad de este desastre que está arrojando a millones de personas al paro y abocando al cierre a miles de empresas, hay experiencias muy positivas que han puesto en marcha algunas instituciones y que deberían exportarse a otras comunidades autónomas por su capacidad de generar empleo. Se trata de un modelo que desarrolló en Galicia el expresidente de la Diputación de Ourense, José Luis Baltar. Este barón territorial ideó un curioso mecanismo para que todos los colocados a dedo en la institución pudieran disfrutar de una ubicación donde desarrollar su trabajo público: el denominado sistema de sillas calientes. Como eran tantos los afortunados y tan poco los espacios disponibles, los enchufados se turnaban para usar las sillas. Mientras unos salían a tomar café o a hacer recados, otros ocupaban sus asientos. El edificio cultural de la institución, con tan solo tres puertas, logró disfrutar de una plantilla de 33 porteros, lo que viene a salir a una media de unos diez cafés al día para que cada uno pudiera estar unos minutos en el puesto de trabajo sin la presencia de un compañero al lado.
El sistema de las sillas calientes es una de las aportaciones más novedosas al reparto del empleo que se ha puesto en práctica en un organismo público desde el inicio de la crisis, pero no el único. Con los fondos destinados para los parados también se han logrado muchas colocaciones. En Andalucía tenemos la experiencia de los ERE fraudulentos, donde hubo indemnizaciones por despidos para gente que nunca llegó a trabajar y encima sobró dinero para irse de copas y empolvarse la nariz. Y ahora conocemos otra novedosa experiencia en Cataluña, el denominado caso Pallerols. Con subvenciones de la Unión Europea destinadas a la formación de parados, Unió Democrática de Catalunya logró financiar el partido y con ello mantener un buen número de puestos de trabajo: los suyos. A la Justicia le ha parecido tan brillante la idea, que ha aceptado un acuerdo para que puedan devolver el dinero sin que tengan que devolver los cargos. El hecho es un hito en la historia judicial española, ya que por primera vez un partido ha reconocido que se lucró de forma irregular con fondos públicos. Con todo, el hito, pero el hito de verdad, hubiera sido que hubieran acabado algunos en prisión.

Publicado en El País. 

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