Vestido de victoria

TEODORO León, que es un articulista que escribe en el periódico de la competencia, me dijo ayer que Francisco de la Torre apareció en la noche electoral vestido con una chaqueta para las victorias. A nadie que va a perder unas elecciones, sostiene mi compañero, se le ocurre colocarse un traje de lino para salir a dar la cara ante los medios, de ahí que interpretara que, cuando llegó a la sede del PP, De la Torre aún estaba convencido de que tenía mayoría absoluta. Hay quienes sostienen que a media tarde ya había señales entre muchos dirigentes populares de que la cosa iba mal y que en la capital malagueña estaban rondando los 13 concejales, muy lejos de las expectativas creadas. Estoy convencido de que De la Torre no se lo creyó. A esa hora, su chaqueta seguía siendo de lino.

La arruga nunca es bella en una derrota y una mala cara acompañada de un traje lleno de pliegues es una imagen muy desfavorecedora para cualquier candidato, aseguran los que entienden. De ahí que cuando De la Torre fue el domingo a su armario a elegir la vestimenta seguía todavía convencido de que iba a sacar mayoría absoluta. Los que saben de indumentaria electoral, aseguran que el lino es incompatible con unos malos resultados: deja muchas huellas sobre el nerviosismo padecido.

A un traje de lino le pasa como a la cara, que son el espejo de lo que te sucede. Y De la Torre terminó la noche con el traje arrugado y con gesto cariacontecido. Para un alcalde que llegó a subirse en una moto con una cazadora de cuero llena de pegatinas o a salir en bañador con un gorro de plástico en la cabeza sin tener en cuenta qué dirían los ciudadanos, una chaqueta de lino con arrugas tiene escasa importancia. Para los periodistas, sin embargo, se trató de un signo inequívoco de que había recibido muchos tirones de la manga durante el recuento de votos. E incluso de que cuando salió el número 13 le entró tal tranquilidad que, imagino, se dejó caer en una butaca sin preocuparse lo más mínimo por cómo iba a quedar el planchado de su chaqueta. No soy un especialista en detalles, pero hay imágenes que valen más que miles de votos en un gráfico.

La moda no es un asunto vital en unos comicios, aunque De la Torre, había decidido hacer de la campaña electoral un traje a su medida. Y ahora resulta muy difícil echarle la culpa al sastre de su partido de los resultados que ha obtenido. El candidato llegó a plantear al electorado que podía entender que muchos ciudadanos no quisieran votar a su partido, pero le era difícil comprender que no le votaran a él. Y lo colocó en su eslogan electoral: "De la Torre, sí". Por eso, en la pérdida de seis ediles y 40.000 votos en la capital hay un problema esencialmente de expectativas, las que se puso el propio De la Torre al insistir en dos cosas esenciales. De un lado, su convencimiento de que iba a lograr una "mayoría absoluta amplia" para gobernar. De otro, decir en varias ocasiones que los que le votaron en 2011 "no tenían razón alguna para no votarlo ahora".

De la Torre es el alcalde del PP que ha obtenido mejor resultado entre las grandes capitales de España, lo que es compatible con el peor resultado del PP en la capital malagueña en las últimas dos décadas. Como hay interpretaciones electorales para todos los gustos, que De la Torre opte por la que más le convenga, pero tendrá que reconocer que ha sufrido un importante revés en su empeño de batir el record de permanencia en un cargo público. Y que, en esta legislatura, su tiempo ya será de descuento.

Ayer por la tarde Elías Bendodo, el presidente del PP, ofreció la tercera rueda de prensa en poco más de 24 horas para insistir en la victoria de su partido en la provincia de Málaga, con casi todas las posibilidades de repetir gobierno en la Diputación provincial. Llevaba una chaqueta sahariana azul marino, una camisa blanca sin corbata y unas juveniles zapatillas New Balance.

Ni una arruga en la chaqueta, símbolo inequívoco de que al líder del PP malagueño le fue las cosas mejor que a algunos candidatos a alcalde de su partido que escondieron las siglas y se pusieron una chaqueta de lino para festejar una pírrica victoria.

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