Los ricos también lloran, pero menos

Esta semana ha sido muy mala para el optimismo. Nos hemos enterado que la pobreza en Andalucía ha subido en cuatro puntos pese a la mejora de la economía. Estaba Susana Díaz festejando con Ciudadanos el acuerdo para sacar adelante los presupuestos de la Comunidad Autónoma para el año que viene, cuando de pronto apareció la cruda realidad para aguarles la fiesta. Según el último informe de la Red Andaluza de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social, el 42,3% de los habitantes de Andalucía vive en el círculo de la pobreza, lo que sitúa la comunidad trece puntos por encima de la media de España. En casi un 10% de los hogares andaluces se vive una situación de privación material severa, mientras una de cada cuatro familias tiene serias dificultades para llegar a fin de mes. Una situación que se agrava entre la población infantil: el 51% de los menores andaluces de 17 años están en riesgo de pobreza y exclusión social.

La cruda realidad tiene la manía de estar siempre presente. Estropeando titulares. Unas veces se manifiesta en una estadística de pobreza y en otras se representa en un porcentaje de paro. Tampoco, en cuestiones de empleo, ha sido una buena semana para el optimismo. España sigue encabezando, a gran distancia de los países de nuestro entorno, el listado de naciones con más alto índice de paro, a pesar incluso del leve descenso de desempleo registrado en los últimos meses. Según la OCDE, España triplica la tasa media de paro en los 34 países integrados en esta organización. Estamos al nivel de Grecia, a quién incluso superamos en paro juvenil.

El escritor Antonio Muñoz Molina, en su ensayo "Todo lo que era sólido", hizo un curioso ejercicio para tener conciencia de cómo surgió la burbuja de la riqueza en España. Esa burbuja de grandes datos de crecimiento que precedió a la crisis económica. ¿Y cómo lo hizo? De manera muy fácil. Se limitó a copiar datos y titulares de los periódicos para, simplemente, colocarlos uno detrás de otro. Y demostrar con ello, que se produjeron muchísimas señales sobre lo que nos venía encima sin que supiéramos interpretarla, enfrascados, como estábamos, en construir más viviendas que nadie; en felicitarnos porque las empresas del IBEX ganasen más dinero que nunca o disfrutando de las grandes cifras macroeconómicas, esas que situaba a España como el país con mayor crecimiento de Europa. Aquel delirio de nuevo rico estalló y llevamos soportando siete años una crisis económica que nos ha dejado un dramático paisaje después de la batalla: unas cifras insostenibles de pobreza y unas tasas insoportables de paro.

No voy a dedicar ni una sola línea a cuestionar si estamos o no saliendo de la crisis o si la economía mantienen o no síntomas de mejora, todos deseamos creer que sí. Ya sea mérito del actual Gobierno; sea coyuntura mundial; o sea un poco de ambas cosas. Llegados a este punto, de lo que se trata ahora es de saber en qué condiciones salimos del túnel; qué queda de lo que fuimos y cómo recuperamos lo perdido. La realidad es tan tozuda que nos lanza argumentos diarios para rebajar cualquier euforia. Y son esas señales, las que hay que saber interpretar con tiempo.

Me he entretenido durante las últimas semanas en ir copiando cifras y titulares para colocarlo uno detrás de otro, como hizo Muñoz Molina. Muchos de ellos han sido flor de un día. Otros, pese a su contundencia, ni siquiera alcanzaron las primeras páginas de los medios. Todos los datos son frescos, tienen menos de un mes. Y, juntos, colocados, en fila nos sitúa ante una realidad que debería ser ineludible. El número de parados en España escala a 4.978.300 personas, lo que eleva la tasa de paro en el país al 21,5%. En septiembre se destruyeron 146.800 puestos de trabajo en el peor tercer trimestre para la ocupación desde el inicio de la crisis. Mientras tanto, la protección a los parados cae al nivel más bajo desde 2001. Unos 2,6 millones de parados de larga duración carecen de prestaciones. Sueldos de un euro a la hora en el 'milagro' laboral alemán.

Trabajar ya no saca de pobre. Cáritas advierte de que el 14% de los trabajadores en España son pobres, ya que ni siquiera alcanzan los 7.700 euros de ingresos anuales. Se acumulan los niños pobres en un país rico: 2,5 millones en España. No tienen hambre pero les faltan libros, viviendas dignas, buena alimentación... Y sobre todo, políticas que los protejan.

A veces, la explicación de todo lo que ocurre en el mundo cabe en un titular de dos líneas. 2015 quedará en la historia de la humanidad como el año en que la riqueza del 1% de la población mundial alcanzó la mitad del valor de todo el patrimonio del resto del planeta. Fíjense en la situación de cualquier país; analicen los motivos de cualquier guerra; piensen en cualquier éxodo de refugiados; miren la gente agolpada ante cualquier valla o esperando cruzar cualquier frontera… O recuerden los datos de la pobreza y las estadísticas del paro, esos que acaban de leer en fila. En todos y cada uno de estos casos, la explicación la tiene este titular: la brecha, cada día mayor, que existe entre un grupo de privilegiados que disponen del 50% de la riqueza del mundo y el resto de la humanidad. No hay ni una sola causa general que no sea esa. Todo lo demás, es consecuencia de ella. De lo mal repartido que está el mundo desde el primer mes de enero, como dice la canción de Estopa. O de que los ricos, que por lo visto también lloran, lo hacen ahora mucho menos que antes de la crisis.


Publicado en Málaga Hoy, 18 de Octubre de 2015. Ilustración Daniel Rosell. 

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