El penúltimo paripé
APENAS dos días antes de la convocatoria electoral, el presidente del, Gobierno, Mariano Rajoy, aprovechó el último día que permite la ley para realizar inauguraciones y acudió con el ministro de Justicia, Rafael Catalá,
a la presentación de una denominada Oficina contra la Corrupción que
acababa de aprobar el Consejo de Ministros, pero cuyo decreto tan
siquiera había sido publicado en el Boletín Oficial del Estado.
En unas dependencias donde no había ni un papel sobre sus solitarias
mesas, Rajoy y Catalá se hicieron una foto con la responsable de la
nueva oficina, Isabel Tarazona, que en esos momentos no era tal, ya que
su nombramiento no era efectivo hasta varios días después.
Rajoy, en mitad de una oficina vacía y ante una responsable que no tenía en esos momentos responsabilidad alguna, proclamó: "La lucha contra la corrupción es un objetivo primordial del Estado". Cuando terminaron las explicaciones, algún funcionario debió darle el interruptor para apagar la luz de las dependencias y nadie volvió a encenderla. El lunes, tres días después de su inauguración, la oficina antifraude del Gobierno seguía tan vacía como el día en el que estuvo Rajoy. Ni había funcionarios en su interior ni papeles en las mesas ni tan siquiera una bombilla encendida. Las dependencias, ubicadas en la planta primera del edificio, tenían los visillos cerrados y las luces apagadas. Las otras tres plantas si estaban iluminadas. De momento, la oficina tan sólo dispone de un pomposo nombre: Oficina de Recuperación y Gestión de Activos (ORGA); y un dudoso recorrido: se pone en marcha, justo cuando ha acabado la legislatura.
La lucha contra la corrupción también es primordial en Andalucía, por eso la creación de una oficina antifraude fue igualmente una de las promesas electorales de la candidata del PSOE a la Junta, Susana Díaz. Lo anunció el 1 de marzo, al inicio de su campaña, e iba incluido en uno los apartados de su programa. Era el punto 1.1.1. y se titulada: Transparencia en la gestión pública. También Susana Díaz optó por un nombre pomposo: Oficina de Prevención del Fraude y la Corrupción en Andalucía. Y lo justificó de la siguiente forma: "Quien pretenda acercarse a lo público para aprovecharse de lo que es de todos, que se lo piense porque no solo se le va a perseguir si comete algún tipo de irregularidad, sino que se le va a poner muy difícil para que se acerque a los recursos que son de todos y todas los andaluces". Ni que decir tiene que Susana Díaz alcanzó la reelección en el cargo y la oficina no existe. Ni hay dependencias vacías, ni mesas sin funcionarios, ni luces apagadas: no hay nada. Quizás, al igual que ha ocurrido con Rajoy, la puesta en marcha de esta oficina está esperando a que concluya la legislatura.
Resulta descorazonador que un presidente del Gobierno anuncie una oficina vacía como la medida estrella contra la corrupción en su mandato, después de una legislatura donde el partido que preside y que le sustenta en el poder se ha visto inmerso en investigaciones muy graves por financiación ilegal. Y que lo haga, además, en un momento en el que arrecían las críticas de miembros de la judicatura, incluido un importante sector de los fiscales conservadores, sobre el hecho de que, en los últimos meses, ha sacado adelante medidas legislativas que dificultan la lucha contra la corrupción. Tan descorazonador como descubrir, campaña electoral tras campaña electoral, como se anuncia una lucha sin cuartel contra la corrupción con medidas que nunca se aprueban; o si acaso, que se ponen en marcha de una forma tan descafeinada, sectaria y dependiente del poder que no sirve absolutamente para nada.
Con todo, lo más preocupante es la asunción de la corrupción como una estafa asumible. No tengo ni idea cómo va a acabar la situación en Cataluña, cuya encrucijada lleva un camino cada día más difícil de prever y más complicado de solucionar, pero resulta un sonrojo que partidos políticos que han hecho de la lucha contra la corrupción uno de los ejes de su discurso político, acompañen a Convergencia en esta deriva secesionista al mismo ritmo que avanzan las investigaciones judiciales sobre las irregularidades cometidas en su gestión. Frente a cada detención; a cada nueva evidencia en el fraude de las comisiones; o a cada operación policial, hay un salto cualitativo en los pasos para alcanzar esa independencia. Es evidente, que en la razón de ser de un partido independentista figura como su principal anhelo alcanzar la soberanía para su país. Y eso, además de lograrlo dentro de la legalidad, debería intentar conseguirse sin tener que acudir cada día al Parlamento con la nariz tapada.
http://www.malagahoy.es/article/malaga/2145260/penultimo/paripe.html#.VjXX3TI5GeI.facebook
Publicado en Málaga Hoy. Ilustración de Daniel Rosell.
Rajoy, en mitad de una oficina vacía y ante una responsable que no tenía en esos momentos responsabilidad alguna, proclamó: "La lucha contra la corrupción es un objetivo primordial del Estado". Cuando terminaron las explicaciones, algún funcionario debió darle el interruptor para apagar la luz de las dependencias y nadie volvió a encenderla. El lunes, tres días después de su inauguración, la oficina antifraude del Gobierno seguía tan vacía como el día en el que estuvo Rajoy. Ni había funcionarios en su interior ni papeles en las mesas ni tan siquiera una bombilla encendida. Las dependencias, ubicadas en la planta primera del edificio, tenían los visillos cerrados y las luces apagadas. Las otras tres plantas si estaban iluminadas. De momento, la oficina tan sólo dispone de un pomposo nombre: Oficina de Recuperación y Gestión de Activos (ORGA); y un dudoso recorrido: se pone en marcha, justo cuando ha acabado la legislatura.
La lucha contra la corrupción también es primordial en Andalucía, por eso la creación de una oficina antifraude fue igualmente una de las promesas electorales de la candidata del PSOE a la Junta, Susana Díaz. Lo anunció el 1 de marzo, al inicio de su campaña, e iba incluido en uno los apartados de su programa. Era el punto 1.1.1. y se titulada: Transparencia en la gestión pública. También Susana Díaz optó por un nombre pomposo: Oficina de Prevención del Fraude y la Corrupción en Andalucía. Y lo justificó de la siguiente forma: "Quien pretenda acercarse a lo público para aprovecharse de lo que es de todos, que se lo piense porque no solo se le va a perseguir si comete algún tipo de irregularidad, sino que se le va a poner muy difícil para que se acerque a los recursos que son de todos y todas los andaluces". Ni que decir tiene que Susana Díaz alcanzó la reelección en el cargo y la oficina no existe. Ni hay dependencias vacías, ni mesas sin funcionarios, ni luces apagadas: no hay nada. Quizás, al igual que ha ocurrido con Rajoy, la puesta en marcha de esta oficina está esperando a que concluya la legislatura.
Resulta descorazonador que un presidente del Gobierno anuncie una oficina vacía como la medida estrella contra la corrupción en su mandato, después de una legislatura donde el partido que preside y que le sustenta en el poder se ha visto inmerso en investigaciones muy graves por financiación ilegal. Y que lo haga, además, en un momento en el que arrecían las críticas de miembros de la judicatura, incluido un importante sector de los fiscales conservadores, sobre el hecho de que, en los últimos meses, ha sacado adelante medidas legislativas que dificultan la lucha contra la corrupción. Tan descorazonador como descubrir, campaña electoral tras campaña electoral, como se anuncia una lucha sin cuartel contra la corrupción con medidas que nunca se aprueban; o si acaso, que se ponen en marcha de una forma tan descafeinada, sectaria y dependiente del poder que no sirve absolutamente para nada.
Con todo, lo más preocupante es la asunción de la corrupción como una estafa asumible. No tengo ni idea cómo va a acabar la situación en Cataluña, cuya encrucijada lleva un camino cada día más difícil de prever y más complicado de solucionar, pero resulta un sonrojo que partidos políticos que han hecho de la lucha contra la corrupción uno de los ejes de su discurso político, acompañen a Convergencia en esta deriva secesionista al mismo ritmo que avanzan las investigaciones judiciales sobre las irregularidades cometidas en su gestión. Frente a cada detención; a cada nueva evidencia en el fraude de las comisiones; o a cada operación policial, hay un salto cualitativo en los pasos para alcanzar esa independencia. Es evidente, que en la razón de ser de un partido independentista figura como su principal anhelo alcanzar la soberanía para su país. Y eso, además de lograrlo dentro de la legalidad, debería intentar conseguirse sin tener que acudir cada día al Parlamento con la nariz tapada.
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Publicado en Málaga Hoy. Ilustración de Daniel Rosell.
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