La gran renovación de los mismos
El PP y el PSOE en Málaga han realizado una profunda transformación de
sus candidaturas en las próximas elecciones generales para que puedan
repetir en sus escaños los que ya tenían escaño. La gran revolución en
el PP consiste en que la que iba de número 1 durante las últimas tres
décadas, Celia Villalobos, ocupe ahora el número dos de la candidatura;
mientras que la renovación en el PSOE pasa por colocar al que iba de dos
en las pasadas elecciones, Miguel Ángel Heredia, en el puesto número
1. Hace tanto tiempo que las listas en las distintas elecciones son tan
inmovilistas que un cambio de sitio en la candidatura es considerado por
los partidos como una revolución interna.
En términos de estricta novedad, los cambios consisten en que el PP ha colocado a un alcalde por delante de Villalobos, el primer edil de Estepona, José María García Urbano; y el PSOE, a una senadora por detrás de Heredia, Pilar Urbano. Todo lo demás, peldaño arriba, peldaño abajo, sigue como estaba. Los partidos tienen una enorme capacidad para montar un discurso en torno a la renovación sin cambiar casi nada, a pesar de que existe una parte importante del electorado que lleva años pidiendo a gritos un cambio sustancial en las formas, en el fondo y en las caras. Allá cada uno con su estrategia.
En el caso del PP, la cosa tiene gracia. Este partido lleva años defendiendo en Andalucía una máxima que se incumple de forma sistemática, "la de un dirigente, un cargo". José María García Urbano tiene intención de mantener la alcaldía de Estepona, compaginándola con su acta de diputado. Hace unos días lo justificaba diciendo que "tras cinco años al frente del consistorio, el municipio marcha bien y no es necesario dedicarle todo el tiempo, ya que cuenta con un buen equipo de Gobierno". García Urbano dice que optará a un único cargo, cuando esa incompatibilidad esté en los estatutos y no solo en las palabras. Parece evidente que al final, más pronto que tarde, terminará dejando la alcaldía, como ya ha hecho el alcalde de Jaén, José Enrique Fernández de Moya, que tan siquiera ha esperado a ser diputado para anunciar su renuncia. Qué tiempos aquellos en los que los dirigentes se presentaban a un cargo de cuatro años para estar cuatro años en el cargo.
El día que Juan Manuel Moreno Bonilla llegó a la presidencia del PP andaluz dijo que iba a necesitar un año para ser Juanma Moreno Bonilla. Es el tiempo que se dio para hacerse con las riendas de este partido en Andalucía, una formación política que estaba hecho como un traje a la medida de Javier Arenas. Año y medio después, la confección de las listas al Congreso, posiblemente, haya sido su primer gesto de autoridad al frente de este partido, con la decisión de mantener a Arenas en las listas del Senado y con los cambios introducidos en las candidaturas de algunas provincias, especialmente en la de Málaga. A veces las revoluciones se hacen con apenas dos disparos de una escopeta de perdigones.
No es la primera vez que escribo que la renovación es el elixir de la eterna juventud de un partido político, algo que se busca desde los tiempos inmemoriales pero cuyos ingredientes concretos no termina nadie de encontrarlos. Le está pasando también al PSOE con sus candidaturas al Congreso, que las ha cambiado todas y siguen estando muchos de los que estaban. Son las cosas de las estadísticas, que permiten computar como renovación el cambio de puesto en la candidatura. Los partidos presentan como novedad cambiar al número uno para poder al número dos. Tanto en el caso del PP como en el PSOE, los grandes cambios de las listas aparecen a partir del cuarto puesto, exactamente en el sitio donde los aspirantes empiezan a tener escasísimas, por no decir ninguna, posibilidades de salir elegidos.
A la política en España le ha pasado lo que al fútbol, que se ha hecho profesional. Por eso se ha convertido en un juego pasional dirigido a los hinchas. Las listas electorales se hacen para los militantes, nunca para los votantes. En realidad, estos asuntos tienen escasa importancia. Para muchos ciudadanos algunos de los candidatos que van a repetir en las listas son nuevos, ya que apenas hemos tenido constancia alguna que llevaran ya cuatro años en el Congreso o en el Senado.
Dicho todo esto, nunca se crean ninguna renovación de una lista electoral si al hacerla pública sus dirigentes dicen que aúnan "experiencia y juventud". Cuando un dirigente político dice que una lista electoral conjuga ambas cosas, normalmente está diciendo que se trata de una candidatura donde repiten muchos de los mismos de siempre e incluye algunos nuevos con escasas posibilidades de salir. Ni que decir tiene que esa frase la han dicho los líderes de ambas formaciones políticas en Andalucía.
Publicado en Málaga Hoy. Ilustración: Daniel Rosell.
En términos de estricta novedad, los cambios consisten en que el PP ha colocado a un alcalde por delante de Villalobos, el primer edil de Estepona, José María García Urbano; y el PSOE, a una senadora por detrás de Heredia, Pilar Urbano. Todo lo demás, peldaño arriba, peldaño abajo, sigue como estaba. Los partidos tienen una enorme capacidad para montar un discurso en torno a la renovación sin cambiar casi nada, a pesar de que existe una parte importante del electorado que lleva años pidiendo a gritos un cambio sustancial en las formas, en el fondo y en las caras. Allá cada uno con su estrategia.
En el caso del PP, la cosa tiene gracia. Este partido lleva años defendiendo en Andalucía una máxima que se incumple de forma sistemática, "la de un dirigente, un cargo". José María García Urbano tiene intención de mantener la alcaldía de Estepona, compaginándola con su acta de diputado. Hace unos días lo justificaba diciendo que "tras cinco años al frente del consistorio, el municipio marcha bien y no es necesario dedicarle todo el tiempo, ya que cuenta con un buen equipo de Gobierno". García Urbano dice que optará a un único cargo, cuando esa incompatibilidad esté en los estatutos y no solo en las palabras. Parece evidente que al final, más pronto que tarde, terminará dejando la alcaldía, como ya ha hecho el alcalde de Jaén, José Enrique Fernández de Moya, que tan siquiera ha esperado a ser diputado para anunciar su renuncia. Qué tiempos aquellos en los que los dirigentes se presentaban a un cargo de cuatro años para estar cuatro años en el cargo.
El día que Juan Manuel Moreno Bonilla llegó a la presidencia del PP andaluz dijo que iba a necesitar un año para ser Juanma Moreno Bonilla. Es el tiempo que se dio para hacerse con las riendas de este partido en Andalucía, una formación política que estaba hecho como un traje a la medida de Javier Arenas. Año y medio después, la confección de las listas al Congreso, posiblemente, haya sido su primer gesto de autoridad al frente de este partido, con la decisión de mantener a Arenas en las listas del Senado y con los cambios introducidos en las candidaturas de algunas provincias, especialmente en la de Málaga. A veces las revoluciones se hacen con apenas dos disparos de una escopeta de perdigones.
No es la primera vez que escribo que la renovación es el elixir de la eterna juventud de un partido político, algo que se busca desde los tiempos inmemoriales pero cuyos ingredientes concretos no termina nadie de encontrarlos. Le está pasando también al PSOE con sus candidaturas al Congreso, que las ha cambiado todas y siguen estando muchos de los que estaban. Son las cosas de las estadísticas, que permiten computar como renovación el cambio de puesto en la candidatura. Los partidos presentan como novedad cambiar al número uno para poder al número dos. Tanto en el caso del PP como en el PSOE, los grandes cambios de las listas aparecen a partir del cuarto puesto, exactamente en el sitio donde los aspirantes empiezan a tener escasísimas, por no decir ninguna, posibilidades de salir elegidos.
A la política en España le ha pasado lo que al fútbol, que se ha hecho profesional. Por eso se ha convertido en un juego pasional dirigido a los hinchas. Las listas electorales se hacen para los militantes, nunca para los votantes. En realidad, estos asuntos tienen escasa importancia. Para muchos ciudadanos algunos de los candidatos que van a repetir en las listas son nuevos, ya que apenas hemos tenido constancia alguna que llevaran ya cuatro años en el Congreso o en el Senado.
Dicho todo esto, nunca se crean ninguna renovación de una lista electoral si al hacerla pública sus dirigentes dicen que aúnan "experiencia y juventud". Cuando un dirigente político dice que una lista electoral conjuga ambas cosas, normalmente está diciendo que se trata de una candidatura donde repiten muchos de los mismos de siempre e incluye algunos nuevos con escasas posibilidades de salir. Ni que decir tiene que esa frase la han dicho los líderes de ambas formaciones políticas en Andalucía.
Publicado en Málaga Hoy. Ilustración: Daniel Rosell.
Comentarios
Publicar un comentario