Cariño, hemos encogido al PSOE





CARIÑO he encogido a los niños es una película de Disney en la que un científico despistado desarrolla una máquina que encoge las cosas. Una pelota de béisbol activa accidentalmente el invento sobre sus hijos y los convierte en seres minúsculos que viven una aventura para atravesar el jardín y llegar hasta la casa. Cuando en el debate de las primarias socialistas la presidenta de la Junta, Susana Díaz, le espetó a Pedro Sánchez "no mientas, cariño", me acordé de esta película y llegué a pensar que Díaz no había completado la frase en tu totalidad, ya que realmente lo que quería reprocharle era que hubiese encogido al PSOE. A Sánchez le ocurrió otro tanto de lo mismo, la mayor crítica hacia Díaz fue reprocharle que dejara al partido en territorio de nadie, empequeñecido, tras propugnar la abstención en la investidura de Rajoy. 

El PSOE empezó a encoger en la segunda legislatura de Zapatero, cuando la pelotera económica activó el artículo de la Constitución que anteponía el pago de la deuda de España a cualquier otra necesidad del país. Desde ese día, el PSOE se hizo más débil y sus dirigentes empequeñecieron. Y desde ese día, todo camino es una jungla a sortear llena de peligros, y donde la supervivencia parece difícil con ese tamaño tan reducido, ya que lo que antes eran piedras ahora son montañas y los contrincantes del pasado son ahora monstruos con los que luchar. Si en la película el mayor de los peligros termina siendo una máquina cortacésped; en el discurrir de los socialistas esa máquina para segar la hierba al paso del PSOE es Podemos, cuya irrupción tambaleó los cimientos de un partido con más de cien años de historia y con más años que ningún otro al frente de gobiernos en democracia.

El nuevo líder o lideresa tiene que asumir que un partido dividido es todavía más pequeño

Es muy difícil resumir en unas líneas lo que le ha ocurrido al PSOE desde entonces, pero hay dos errores determinantes. El que cometió Pedro Sánchez como líder de este partido, enrocándose en sus pérdidas electorales, fue uno. El otro, la fórmula que activó el aparato de su propio partido para defenestrarlo y acabar absteniéndose en la investidura de Rajoy. Y en eso están desde entonces: sin moverse un ápice en cada bando. Sí, porque a estas alturas ya nadie puede decir que no existen dos bandos. Ni siquiera digo dos maneras de mirar al socialismo del futuro, ni dos proyectos de partido, ni dos discursos para recuperar el electorado perdido. Hay, únicamente, un partido dividido en dos mitades, sin que, hoy, justo el día en el que sus militantes deben decidir quién será su secretario general, tenga nadie una idea clara de cuál es el proyecto que lidera cada uno.

En un partido democrático, el que los militantes elijan a su líder por votación debería ser un motivo para felicitarse. Y las primarias una fórmula a seguir, no a extinguir, por mucho que terminen abriendo al partido en canal. Los debates una regla, no una excepción, por mucho que se corra el riesgo de que la discusión acabe como el rosario de la aurora. No podemos exigirles a los partidos que estén vivos y reprocharles luego que haya discusiones y diferencias. Ni el liderazgo de Sánchez ni el de Susana Díaz serán determinantes para llevar al PSOE a la recuperación o al abismo, como tampoco se acabó la socialdemocracia por la pelea, en su día, entre renovadores y guerristas. El peso de la socialdemocracia se puede acabar por otras cosas. Y una es esencial: no tener un proyecto político con el que enfrentarse a un mundo que se ha vuelto del revés, donde el mercado está por encima de las personas y donde se han perdido valores tradicionales como la solidaridad y la igualdad. No digo nada de la decencia o la ética.
El problema del PSOE no es que se le ha empequeñecido el partido, es que se le empequeñecieron las ideas. O lo que es lo mismo, que sus dirigentes piensan en pequeño: en las próximas elecciones, en su cargo, en su poder orgánico, en rodearse de lo más dóciles y en dejar de lado a los discrepantes. Los partidos son fuertes cuando tiene entre su militancia a gente que discrepa, que critica, que censura o que aporta una visión distinta… O sea, un partido donde hay vida más allá de los cargos.

Las primarias han abierto en canal al PSOE y esta noche habrá líder o lideresa nueva. Y un derrotado o una derrotada. Pero ya sea uno u otro, cualquiera de los dos tendrá que asumir que un partido empequeñecido es pequeño, pero dividido más pequeño todavía. Y que incluso en la victoria, hay una conclusión que sirve para los dos: la enorme distancia que separa a la mayoría de los dirigentes de una parte sustancial de sus militantes. En un lado, y en el otro. Tan grande, como la que separa actualmente a este partido de muchos de los que fueron sus votantes.
Lo demás, no es más que una película de Disney, la de la historia de una máquina para encoger las cosas. Y los problemas no los puede encoger ninguna máquina. Y eso es una realidad, cariño.

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