Los dos PSOE y el principio de reciprocidad
La inclusión
de pedristas en la Ejecutiva de Susana Díaz tiene toda la pinta que
será proporcional al número de susanistas colocados por Pedro Sánchez en
la dirección federal del PSOE. La proporcionalidad es un asunto de
primero de primaria de política. Se trata de la relación entre dos
magnitudes medibles. Y es tan fácil de explicar que sobra con una frase:
si uno aumenta o disminuye el otro también aumenta o disminuye. Por
eso, como la tendencia de Sánchez en sus incorporaciones de dirigentes
que apoyaron a Díaz ha alcanzado el cero, es más que probable que las
incorporaciones de Díaz hacia los dirigentes de Sánchez en Andalucía no
se dirija al infinito, sino que confluya también en dirección al cero
patatero. O al uno, para mandar una señal de mayor integración.
Explicado
de forma más científica, es el principio de Arquímedes de la política,
que afirma que todo dirigente introducido en una ejecutiva experimenta
un empuje vertical y hacia arriba igual al peso del dirigente
desalojado. La entrada de Sánchez como líder del PSOE y su nueva
Ejecutiva han copado todo los huecos en la dirección federal, por lo que
ese empuje vertical y hacia arriba ha desalojado todo lo que había. En
Andalucía, va a suceder lo mismo pero en sentido contrario: Díaz no va a
dejar hueco para la entrada de fluido nuevo, ya que si no sale nadie es
muy difícil que pueda entrar alguno.
Pedro Sánchez ha hecho una Ejecutiva Federal partiendo de
una premisa. Y la premisa es obvia: el nuevo líder del PSOE ya tuvo una
Ejecutiva anterior en la que hasta 17 personas se levantaron de la mesa
para forzar su marcha. Y el hombre no parece dispuesto a tropezar
contra los mismos enemigos íntimos. Cuando vas a liderar un partido
nunca hay que sentarse en una mesa sin que todos los comensales tengan
las manos sobre el mantel. Y sin verificar que los cuchillos y los
tenedores al lado de cada plato suman, en todo momento de la
conversación, el doble del número de asistentes. Y hay varias fórmulas
de lograrlo, pero una es la esencial: no pongas a comensal alguno al que
no le puedas dar la espalda mientras los cuchillos sigan en alto.
Para
el PSOE andaluz era muy importante saber qué iba a ocurrir en el
Congreso Federal de entronización de Sánchez, antes de planificar lo que
sucedería luego en el suyo. Y visto lo visto, todo se puede resumir en
una frase: si tú mandas en tu casa, yo voy a mandar en la mía. Es lo que
se denomina la relación causa-efecto. El diagnóstico sobre lo sucedido
lo explicó muy bien Susana Díaz en el encuentro que tuvo con los
compromisarios andaluces tras la tocata y fuga del conclave: “Me han
dado una hostia”, les dijo a los suyos. Por eso, por lo de la relación
causa-efecto, es más que probable que no reciba a los pedristas en el
congreso andaluz con un ramo de rosas en cada mano. Y muchos menos, que
esté dispuesta a poner la otra mejilla.Díaz acudió al Congreso federal
de brazos cruzados, con la intención de no exigir nada, no plantear nada
y no discutir nada. Por ello, espera el mismo trato en Andalucía de
Sánchez: que no le exija nada, que no le plantee nada y que no le
discuta nada. De momento, será la única candidata a la secretaria
general del PSOE andaluz. Y aunque esté por discernir si ha sido por
ausencia de ganas de los sanchistas de plantarle batalla o –lo más
probable– de tiempo para hacerlo, la realidad es la que es: Díaz no
tendrá adversario en su decisión de ser reelegida y disfrutará de manos
libres para hacer la dirección que estime conveniente.
En todo este lío,
hay una palabra que ha desaparecido del escenario previo a todo
congreso de un partido político: la integración. Un vocablo sustituido
ahora por el de reciprocidad. Para entendernos, reclamar para uno la
misma posición que se tuvo con el otro: “no te metas en mi terreno, que
yo no me metí en el tuyo”. Otra cosa serán los congresos provinciales,
donde a las diferencias globales se añaden las locales. El problema de
algunos secretarios generales de agrupaciones en varias provincias
andaluzas no se va a dirimir, tan solo, por el posicionamiento en las
primarias. En algunas provincias, hay elementos añadidos. En concreto,
líderes que hasta los partidarios de Susana Díaz están por la labor de
cambiarlos.
Con todo, con este particular principio de reparto de
territorios, el PSOE puede ir camino a la irrelevancia. De la misma
manera que Sánchez no debió convertir su Ejecutiva en un fortín
personal, Díaz no puede hacer de Andalucía la aldea gala de Astérix
frente a la invasión de los federales. La proporcionalidad también
funciona a la inversa. Y parece acreditado que los líos orgánicos y las
guerras internas son inversamente proporcionales a unos buenos
resultados electorales. Mientras más líos, menos votos, reza la
ecuación. El Congreso Federal, primero, y el Congreso regional en
Andalucía, después, no pueden acabar con una sensación generalizada de
que existen dos PSOE. El de Pedro Sánchez y el de Susana Díaz en
Andalucía.
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