Un año de las casas "sin papeles"
Villanueva
de la Concepción es el pueblo 101 de la provincia de Málaga. Fue uno de
los últimos en constituirse. El 17 de marzo de 2009, el Consejo de
Gobierno de la Junta acordó la creación de este nuevo municipio, que
llevaba años reclamando independizarse de Antequera, localidad de la
que, hasta entonces, dependía administrativamente. En apenas ocho años
de recorrido como pueblo, Villanueva ha logrado un récord: tener dos
alcaldes y que los dos estén investigados.
La historia tiene su gracia, si es que estas cosas
pueden tener gracia. En el año 2015, el segundo alcalde del municipio,
Gonzalo Sánchez, presentó una denuncia contra su antecesor, el primer
edil que tuvo el bastón de mando, Ernesto Silva. Le acusaba de falta de
diligencia a la hora de resolver los expedientes por presuntas
irregularidades urbanísticas cometidas en el municipio. En la mayoría de
los casos, edificaciones en suelo no urbanizable. La Guardia Civil
investigó los hechos y pasó su informe al juzgado con una curiosa
petición: imputar al denunciante. Villanueva lograba añadir a su
anterior récord histórico -dos alcaldes investigados de dos posibles-,
un segundo hecho excepcional: contar con un alcalde que puso una
denuncia por la que está siendo investigado él mismo.
Según las sospechas de la Guardia Civil, tanto Silva como
Sánchez, a pesar de sus diferencias ideológicas -el primero alcanzó la
alcaldía por una lista independiente, el segundo por el PSOE- tenían un
programa de Gobierno calcado en materia urbanística: guardar en un
cajón los expedientes sancionadores y de reposición de la legalidad.
Sostiene el instituto armado, que desde 2010 ni impusieron sanciones ni
establecieron medidas para reponer la legalidad ni hicieron nada contra
las construcciones ilegales. Ahora se enfrentan, los dos, a un juicio
por un posible delito de prevaricación, donde hay investigados también
otras 33 personas más, la mayoría promotores o constructores que
levantaron inmuebles en terrenos no urbanizables.
Reconozco tener cierta predilección por estas
historias, a pesar de que algunos de ustedes pueden decir que con la que
nos está cayendo encima le estoy dando excesiva importancia a una
investigación que ni tan siquiera está concluida y que ha sucedido en un
pueblo de poco más de 3.000 habitantes. Lo ocurrido en Villanueva de la
Concepción no es excepcional. Y ha sido consecuencia de una legislación
urbanística que, primero fue permisiva, luego contradictoria y
finalmente de muy difícil aplicación, pero que ha permitido ponerle
puertas -y ventanas y piscinas y dos plantas- al campo. Y ahora no hay
manera de quitarlas.
Ha ocurrido en muchos pueblos andaluces y aún está
por resolver qué hacer con tantos edificios irregulares en mitad de los
paisajes. No hay casi nada sobre lo que se hayan hecho más leyes para
restablecer la legalidad vigente y por lo que se hayan tirado menos
casas irregulares. Hace tiempo que perdí la cuenta, pero años atrás
alguien hizo números y descubrió que hasta treinta y dos alcaldes y ex
alcaldes de 29 municipios de la provincia de Málaga llegaron a estar
involucrados en procedimientos judiciales por delitos contra la
ordenación del territorio o fueron condenados por permitir que se
edificaran en sus municipios viviendas en suelos rústicos o no
urbanizables. Entre ellos, regidores de localidades tan importantes como
Marbella, Benalmádena o Estepona. No sólo en el interior se cuecen
habas. Los había de todos los colores políticos, ya que a la hora de dar
licencias en pleno campo intervenía poco la ideología de cada uno.
Que se deje de hablar de un problema no quiere decir
que se haya resuelto. El otro día acudí de visita a una zona del
interior de la Axarquía, en la provincia de Málaga, y descubrí el mismo
paisaje anterior a las medidas implantadas por la Junta de Andalucía
para regularizar la situación: viviendas en mitad de la ladera, casas en
las proximidades del cauce de un río y urbanizaciones a medio terminar
en mitad del campo, abandonadas y desvalijadas. Las mismas de antes y en
los mismos sitios. Allí seguían estando. Era difícil imaginar que
cuando en el Parlamento andaluz se hablaba de la regularización y la
adopción de medidas para devolver la legalidad urbanística a la zona, el
resultado final iba a ser éste.
La cámara andaluza aprobó, justo va a hacer de ello
un año el mes que viene, una modificación de la Ley de Ordenación
Urbanística de Andalucía (LOUA) que abría la puerta para la
regularización de unas 25.000 viviendas ilegales levantadas en la
comunidad, un 8% del total de las existentes, que ascienden a unas
300.000. La nueva normativa establecía que solo podrían legalizarse
edificaciones residenciales aisladas situadas en suelo no urbanizable
con una serie de requisitos añadidos. Tener al menos seis años de
antigüedad, no estar situadas en zonas inundables o declaradas por la
Junta de especial protección, y que no estuviera afectadas por
expedientes administrativos de demolición.
No estaría de más que, cumplido un año del acuerdo
parlamentario, la Administración autonómica ofreciera explicaciones
sobre qué ha ocurrido con las 25.000 viviendas que se podían regularizar
y, sobre todo, qué se ha hecho con las aproximadamente 275.000 que se
quedaban fuera de la legalidad.
Publicado en Málaga Hoy. Ilustración de Daniel Rosell.
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