La mesa donde se corta el bacalao
Jacqueline
Hassink es una artista holandesa que estuvo 18 años fotografiando mesas.
No unas mesas cualesquiera, sino aquellas donde se sientan los
responsables de los grandes bancos y las potentes multinacionales, las
mayores corporaciones tecnológicas o las salas de juntas más poderosas
de Europa. En sus fotos las mesas están rodeadas de sillas vacías,
prestas para que lleguen sus ocupantes. En TVE hicieron hace años un
reportaje sobre esta artista y sus mesas. Las mesas del poder, le
llamaron. Me acordé de esta historia el día que Rajoy decidió no seguir
al frente del PP y la volví a recordarla las jornadas previas a la
llegada del nuevo inquilino a la delegación del Gobierno en Andalucía.
Lo poco que cambian las mesas. Y la importancia que tienen los sillones
donde se sienta la gente que corta el bacalao.
De los distintos orígenes que se atribuye a la
expresión "el que corta el bacalao" me gustan especialmente dos, aunque
ninguno de ellos es el más extendido. Hay uno que habla de los antiguos
ultramarinos o colmados. Allí cuando un cliente solicitaba este
producto el encargado de cortarlo era siempre el dueño, puesto que se
trataba de la persona con más experiencia en el manejo de los cuchillos.
Y un segundo que tiene que ver con la hambruna en España tras la Guerra
Civil. El bacalao se convirtió en un alimento básico y uno de los pocos
que se podían adquirir. Se atribuía al patriarca de la familia la
tarea de cortarlo, en las raciones precisas para que todos pudieran
comer un trozo.
En estos momentos, el PP es una especie de ultramarinos
donde se acaba de jubilar el encargado de cortar el bacalao durante la
última década y media. Y se han puesto a la búsqueda de un sustituto.
Hasta hace nada, los problemas de sucesión se resolvían en el colmado
con la designación por parte del encargado del nuevo responsable del
cuchillo, pero esta vez han decidido que la crisis se resuelva pidiendo
opinión a los clientes del establecimiento. Y en esta nueva fórmula,
para la que tienen escasa experiencia, adquiere una indudable
importancia las habilidades de cada uno en el manejo de los cuchillos.
En el caso del PSOE, la situación tiene un tinte más
patriarcal. Con más semejanza con el otro origen de la frase. La familia
socialista recupera un líder en el poder con todos los atributos para
partir el bacalao y en la forma en que trocea las raciones para
repartirlas entre los suyos se adivina quiénes son los ojitos derechos
de su mesa o quiénes no estarán en ella, después de algunos llevaran
mucho tiempo discutiéndole su autoridad en el manejo de los cuchillos.
El asunto no es baladí, ya que estuvo en cuestión que, con él de
patriarca, hubiera un día, no ya bacalao, sino algo que poder llevarse a
la boca.
De momento, el relevo de Mariano Rajoy y la ascensión a los
cielos de Pedro Sánchez ha tenido un efecto inmediato en Andalucía: el
PSOE andaluz pinta poco en el nuevo Gobierno y el PP andaluz casi nada
en el debate sucesorio de su partido. Es difícil saber cómo se las han
apañado ambos, pero ni Susana Díaz ni Juanma Moreno Bonilla están
pillando pistas en sendos momentos históricos en sus respectivas
formaciones políticas. Las dos federaciones con más militantes, tanto en
el PSOE como en el PP, están asistiendo a uno de los mayores cambios
políticos que se ha producido en España sin disponer de un sitio en la
mesa donde se corta el bacalao.
Si ahora mismo viniera a España la
artista holandesa que fotografía las mesas del poder, tendría
dificultades para reflejar ese tradicional peso político que ha tenido
siempre Andalucía en los dos grandes partidos que se han simultaneado en
el poder desde el inicio de la democracia. En el caso del socialismo
andaluz, Pedro Sánchez ha cortado toda posible interpretación sobre el
cambio de relaciones con el nombramiento del nuevo delegado del Gobierno
en Andalucía, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis. Desde entonces, las
agrupaciones del PSOE esperan la llegada a cada provincia andaluza de
los elegidos en los segundos escalones de administración estatal al
grito de cuerpo a tierra que vienen los nuestros. La ejecutiva
socialista andaluza ni pilló bola de la formación del ejecutivo de
Sánchez ni coge pistas de por dónde les pueden seguir llegando los
tiros.
No digo nada de la marcha de Rajoy, que le trae a Moreno Bonilla
a Andalucía a todos los contrincantes que ha tenido en el ejercicio de
su liderazgo desde el día que le designaron candidato de la Junta. La
mitad de ellos, sin nada que hacer en los próximos meses. Tiene el patio
como para participar en una batalla interna, por pequeña que sea. O en
el PP se abre un candidato único para el futuro Congreso, o en Andalucía
hay facciones a favor y en contra de cada uno de los posibles
aspirantes hasta el mismísimo día de las próximas elecciones autonómicas
y más allá.
Ni la mayoría de los líderes socialistas, entre ellos
Susana Díaz, han estado en la cocina del Gobierno; ni Moreno Bonilla,
parece estar, en la cocina de los aspirantes a dirigir su partido…. Y la
cocina es, casi siempre, el sitio donde está la mesa en la que se corta
el bacalao.
Publicado en Málaga Hoy. Con ilustración de Daniel Rosell.
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