En el PP han mandado los trajes a la tintorería
Dicen que la noche del recuento de los votos en Andalucía, Juan Ignacio Zoido
viajó desde Sevilla a Madrid para reunirse con Pablo Casado y terminar
de redactar la esquela política de Juanma Moreno. Bajo la vieja
tradición electoral del muerto al hoyo y el vivo al bollo, el PP ya
tenía dispuesta una gestora para hacerse con los restos del naufragio de
este partido en Andalucía cuando, de repente, se obró el milagro: el
peor resultado de la historia del PP en esta tierra era compatible con
hacerse por primera vez en 40 años con la presidencia de la Junta.
Cuentan que Zoido, ya de vuelta en Sevilla, fue el
primero que tomó la palabra en la reunión de la comisión ejecutiva
regional del PP para felicitar a Juanma Moreno
por el resultado obtenido. Pidió iniciar el turno de halagos al
candidato esgrimiendo que tenía que irse porque estaba a punto de ser
abuelo y quería acudir al hospital para acompañar a su hijo. Lo que
cambia la vida en 48 horas, de asistir a un sepelio a disfrutar de dos
alumbramientos, el de su nuevo líder y el de su nuevo nieto. Con la
misma entrega, pasó de una cosa a la otra. Visto que al final no hubo
exequias, con el mismo ímpetu que encabezó la lista por Sevilla, ahora
renuncia y se vuelve a Madrid.
España se nos está llenando de políticos que resucitan
cuando sus propios partidos estaban a punto de desconectarles el
respirador artificial, por lo que hay un tremendo desconcierto entre los
dirigentes que se ocupan de la secretaría general de funerales. Tan
imprevisto fue lo ocurrido en Andalucía que hasta el propio Pablo Casado,
el líder que diseñó cómo se iban a desarrollar las pompas fúnebres de
Juanma Moreno, salió desde el atril de la calle Génova a felicitar a su
candidato y a felicitarse, sobre todo, a él mismo por lo bien que lo
había hecho en su periplo andaluz. Con 300.000 votos perdidos y siete escaños menos,
dijo textualmente sentir el respaldo de los ciudadanos a su estrategia
política. Lo dijo con Ciudadanos pisándole los talones y desangrado por
la derecha ante Vox.
Y lo dijo tirando a la papelera la gestora que ya tenía dispuesta y
tras alertar a la prensa para que retiraran la esquela del candidato
andaluz de las páginas de los periódicos, donde llevaban escritas desde
hacía varios días.
El PP puede alcanzar la presidencia de la Junta, pero sus resultados electorales en Andalucía han sido un desastre.
Muy malos en casi todas las provincias y catastróficos en Sevilla,
donde ha sido la cuarta fuerza política tanto en la capital como en la
provincia. Por eso, resulta cuando menos curioso que el sepelio de
Juanma Moreno se lo instalaran en Sevilla y fueran de allí los
principales organizadores del funeral, cuando las luchas internas y los
recelos hacia el candidato eran la principal y casi única aportación que
habían hecho a su campaña. Por eso, una vez acaben los fuegos
artificiales del acuerdo con Ciudadanos, los alcaldes que aspiran a
repetir y los candidatos que ansían alcanzar el gobierno en los
municipios andaluces, dejarán de festejar tan importante efeméride y
volverán a la cruda realidad de una derecha dividida, con dos partidos
emergentes disputándose el mismo electorado. Y aunque es de cajón que
los resultados no son extrapolables,
también lo es que el panorama político ha cambiado mucho de cara a las
municipales, por lo que cada vez hay menos certezas de cuándo hay que
organizar un funeral o celebrar un festejo.
Desde que a Juanma Moreno se le puso cara de presidente de la Junta, hay codazos por felicitarle. Dicen que una de las más emotivas la recibió de Javier Arenas
en la comisión ejecutiva regional donde Zoido pidió hablar el primero.
Arenas llegó a decir que se alegraba tanto de que pudiera llegar a la
Presidencia de la Junta, como si fuese él. Tras sus palabras aplaudieron
los que habían estado con Juanma Moreno e iban a caer con él. Y los que
estuvieron en su contra, preparados para quitarlo. A la hora de
aplaudir, en el PP siempre han sido muy unánimes.
Un liderazgo político se sustenta siempre en
expectativas. En concreto, las que esperan disfrutar los que te rodean. Y
no hay mayor esperanza de vida –a la vida política me refiero– que la
que ofrece un cargo de presidente de una comunidad autónoma, para sí y
para los que están de su lado. A Juanma Moreno le están ya bailando el
agua muchos de los que en su propio partido le tenían preparado el
funeral. Entre ellos los que acudieron la noche electoral vestidos de
negro y de riguroso luto a la sede de San Fernando. Esos que ahora andan
rebuscando en el armario el traje de director general para mandarlo, de prisa y corriendo, a la tintorería.
Todos dispuestos a aclamar al líder. Al de los últimos cinco años, que
ahora les parece otro: mucho más alto, más guapo y con más carisma.
Publicado en Málaga Hoy. Con ilustración de Daniel Rosell.
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