Hasta los cojones...
Un dirigente del PP en el País Vasco ha dicho que está hasta
los cojones de la corrupción en su partido. Hasta los cojones es una frase que
expresa hartazgo. Podríamos decir incluso que expresa mucho hartazgo. Llevar la
hartura, el cansancio y el aburrimiento de algo hasta la entrepierna, es una
frase de machote.
Mariano Rajoy, que estaba en el mismo acto donde su
compañero de partido anunció su hartura ante el aluvión de corruptos, no se
atrevió a repetir la frase, y dejó a la imaginación del respetable hasta donde
llegaba su cansancio por los corruptos.
Ni el dirigente del PP del País vasco ni el propio Rajoy
pueden ahora mismo imaginar, si ellos están hasta los cojones de la corrupción,
hasta dónde están la mayoría de los ciudadanos del saqueo sistemático de las
arcas públicas que se ha producido en España, mientras se nos recortaban los sueldos, se echaban trabajadores de las
empresas, se implantaba el copago o se salvaba a los bancos del desastre con el
dinero de los españoles. Lo repito, es
que no lo pueden ni imaginar tan siquiera.
Estar hasta los cojones es incompatible con el aforamiento
de Rita Barberá, por citarles un ejemplo. Estar harto de la corrupción es
incompatible con acudir a los juzgados y negarse a declarar, por poner un
segundo ejemplo. Estar hasta los cojones
de la corrupción es incompatible con estar hasta arriba de mierda, por cerrar
en plan bruto cualquier discusión al respecto.
En definitiva, la corrupción es incompatible con la
pasividad. Y antes que el hartazgo llegara a los cojones, alcanzó primero a los
pies, luego subió hasta las rodillas y finalmente llegó a la entrepierna sin
que nadie hiciera nada porque el sinvergonzonería no siguiera subiendo hasta
alcanzar las más altas cotas de la miseria. De la miseria humana.
Columna. La Ventana de Andalucía. Cadena SER.
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