Cien mil millones de euros después





Andalucía está saliendo de la crisis peor de como entró. Desde el año 2007, la comunidad autónoma ha ido perdiendo convergencia con Europa y, en estos momentos, su PIB vuelve a estar por debajo del 75% de la media europea, lo que nos ha devuelto al grupo de regiones más pobres de la UE, ese sitio tan poco privilegiado del que habíamos salido en 2014 tras 28 años en el furgón de cola. Volvemos a ser Objetivo 1 de la Unión Europea, que aunque ahora se llama de otra forma, quiere decir que vamos a tener más fondos para la creación de empleo, para pagar nuevas infraestructuras y para atender mejor los servicios que presta la administración autonómica. Habrá quién se alegre de esto último, pero debería pensar que si nos dan más subvenciones es porque no salimos del atraso. Y no creo que ese hecho sea un motivo para felicitarse. 

Qué lejos quedan aquellos maravillosos años. Ese, por ejemplo, de 2002, cuando el por entonces presidente de la Junta Manuel Chaves lanzó la Segunda Modernización de Andalucía e hizo la madre de todas las promesas: "El objetivo final es que los andaluces puedan comprobar en el año 2020 que Andalucía está entre las regiones más desarrolladas de Europa y todos sus parámetros se sitúen por encima de la media europea". De aquel vaticinio, apenas queda nada. A poco más de un año de esa fecha mítica de 2020, la realidad no puede ser más diferente: Andalucía ha regresado al grupo de los pobres, junto a Extremadura, Castilla-La Mancha, Melilla y Ceuta.
La crisis nos ha vuelto a colocar en la posición de salida: el grupo de los pobres
Se podrá decir que con la crisis hemos perdido todos. No solo Andalucía. Y que han bajado su PIB todas las regiones, en España y en Europa. Pero ese mal de muchos, no es más que un consuelo de tontos. Desde el año 1986, Andalucía ha recibido más de 102.000 millones de euros de subvenciones de la Unión Europea, una cifra a la que habría que sumar otra cantidad estratosférica de ayudas agrarias. Y aunque ha servido, sin duda alguna, para mejorar enormemente la comunidad autónoma, hay un hecho inapelable. No solo no hemos alcanzado la convergencia con Europa, sino que la crisis nos ha vuelto a colocar en la posición de salida: el grupo de los pobres. 

Solo hay una cosa más triste que la vuelta de Andalucía al furgón de cola de las regiones de Europa, el escaso eco que esta circunstancia ha tenido sobre la clase política andaluza. Ni se han dado explicaciones por parte del Gobierno andaluz ni apenas se han producido críticas por parte de los partidos de oposición. El consejero de Economía, Hacienda y Administración Pública, Antonio Ramírez de Arellano, ha sido de los pocos en pronunciarse y ha tirado del manual de agravios para justificarlo: "La pérdida de convergencia de Andalucía con España se explica por la falta de financiación y la falta de inversiones del Gobierno de España en Andalucía". Hizo lo propio el secretario general de Economía de la Junta, Gaspar Llanes: "España perdió entre 2007 y 2014 12 puntos de convergencia. Y lo perdieron todas las comunidades autónomas. Afectó a los débiles por la falta de una política de cohesión interregional". O sea que, según nuestros responsables políticos, la crisis y el anterior Gobierno de España retrayendo inversiones y paralizando el modelo de financiación son los culpables. Como si la Junta, gobernada por un mismo partido desde el inicio de la democracia, no parece tuviera responsabilidad alguna en este atraso frente a las otras regiones de Europa a pesar de la lluvia de millones en subvenciones públicas. 

No hay experto que no coincida en que la excesiva dependencia de Andalucía del sector de la construcción, ha hecho que la crisis tuviera efectos muy perniciosos para la economía andaluza, donde la explosión de la burbuja inmobiliaria nos devolvió tasas de desempleo que creíamos ya pasadas. De hasta un 30% en algunas provincias. 

Es, sin duda, el problema del paro el mayor indicador de esta dificultad para mejorar los parámetros de convergencia con las regiones más ricas e industrializadas de España y Europa. De ahí, que las cifras de desempleo sigan revelando que el cacareado cambio de modelo productivo está muy lejos todavía de ser una realidad ni siquiera a largo plazo. 

Con todo, que Andalucía no termine de converger con Europa no quiere decir que no haya tenido un crecimiento espectacular en los últimos 30 años. La comunidad autónoma ha doblado su PIB en las tres últimas décadas, colocándose a la cabeza de las regiones españoles donde más ha aumentado su riqueza en términos absolutos y relativos. Entre 1987 y 2016, la comunidad duplicó el tamaño de su economía desde 73.633 millones de euros a 147.000 millones, según un estudio que hizo público la consultora Analistas Financieros Internacionales en diciembre del año pasado. En él se señalaba que el aumento de la población, más de un 20% en ese mismo periodo de tiempo, hacía que la renta per cápita de los andaluces se mantuviera prácticamente estancada.

 Por eso, si en educación, sanidad, cultura e infraestructuras, la evolución de la comunidad, a pesar de los problemas, es más que notable, las estadísticas del mercado de trabajo sigue siendo el gran problema. Ese que sitúa el PIB per cápita de la comunidad andaluza entre los más bajos de Europa. Cien mil millones de euros después. 


Publicado en Málaga Hoy. Con ilustración de Daniel Rosell. 

Comentarios

Entradas populares