A Andalucía hay que venir llorado desde Madrid





Cuando a Juanma Moreno Bonilla le enviaron de Madrid para liderar el PP andaluz y disputarle a Susana Díaz la presidencia de la Junta de Andalucía, el dirigente popular decidió enterrar 30 años de lloriqueos por las esquinas y pronunció una frase que nunca, hasta entonces, había salido de la boca de un responsable de su partido. Sus palabras, literales, fueron las siguientes: "Los responsables de que en Andalucía no haya habido alternancia no son los andaluces, el problema es del PP. El Partido Popular no ha sido capaz de articular una alternativa suficientemente mayoritaria para gobernar Andalucía. Esa responsabilidad es exclusivamente nuestra". 

En su día escribí que esa frase debía de haberse colocado, con una buena tipografía, en la entrada de cada sede electoral y habérsela hecho escribir cien veces en la pizarra a los dirigentes del PP de cada provincia andaluza, para así dar por concluida tres décadas de malas excusas, después de las consecutivas derrotas en las elecciones autonómicas. En la reflexión de Moreno Bonilla iba implícita una verdad verdadera: la de que tan difícil es que un partido, el PSOE, mantenga el Gobierno sin interrupción durante 36 años, como que el PP pierda unos comicios tras otros sin hacer más reflexión que apelar al voto cautivo de los andaluces y a la supuesta red clientelar que los socialistas han logrado instaurar en la comunidad autónoma tras tanto tiempo en el poder. Entre otras cosas, porque muchos de esos andaluces "cautivos" que no les votan en las autonómicas, apoyan luego a los alcaldes populares en bastantes ciudades.
Las hemerotecas están llenas de llantinas de dirigentes populares torpemente expresadas
A pesar de los intentos de Moreno Bonilla por liderar una alternativa que no parte de la premisa de que muchos andaluces se equivocan cada cuatro años cuando introducen su papeleta en las urnas, ese mensaje sigue sin calar entre los dirigentes nacionales del PP. De ahí que, cada cierto tiempo, desde la boca de un líder nacional o desde el exabrupto de cualquier dirigente de tres al cuarto, se retoma ese cansino discurso de la indolencia, el carácter o la idiosincrasia andaluza para justificar lo injustificable: que llevan 36 años perdiendo elecciones y tienen todas las papeletas para alcanzar los 40. 

Podría escribir un libro sobre la utilización que hace el PSOE de los resortes del poder en Andalucía para perpetuarse en el Gobierno; sobre la confusión entre Gobierno y partido; o sobre la eterna matraca de considerar cada crítica a la gestión socialista un ataque a los andaluces; pero eso no resta un ápice de responsabilidad sobre un error histórico de bulto cometido por el PP en esta comunidad autónoma: el de no haber logrado, durante cuatro décadas, pergeñar un discurso propio con el que atraer a los andaluces y que muchos años después, lejos de consolidar una alternativa de centro derecha, terminen compitiendo en el mismo espacio ideológico con otro partido que se les ha subido a la chepa en las encuestas con apenas cuatro ideas y un candidato casi desconocido. 

Moreno Bonilla debería explicarle a los líderes de su partido, nada más cruzar Despeñaperros, que a Andalucía tienen que venir llorados desde Madrid. Y evitar así que, cada vez que se acercan unas elecciones, sus compañeros le provoquen un sonrojo. El último ha sido el protagonizado por el nuevo líder popular, Pablo Casado, con su desafortunada frase sobre la condición de los andaluces y la anomalía de que en esta comunidad autónoma siga gobernando el PSOE tras 40 años de nefasta gestión. Cuando Casado dice esas cosas, está colocando de nuevo al PP en la condición de el pupas de la política andaluza, que pierde cuando pierde e incluso cuando gana. 

Una de las cosas que debería saber Casado es que los socialistas tienen un chollo con los reiterados desatinos de dirigentes del PP desafinando sobre Andalucía, cuyo catálogo de inconvenientes ha sido tan amplio a lo largo de la historia que incluye joyas dialécticas que no sólo han supuesto un desprecio a los votantes, sino un insulto a la inteligencia. Las hemerotecas están llenas de llantinas de dirigentes populares tan torpemente expresadas, que al final sólo han servido para que los socialistas lo utilizaran en beneficio propio. 

Dicen que solo las malas defensas o los equipos asustados defienden siempre atrás. Y eso debería servir tanto para Casado en su próxima visita a Andalucía, como para Juanma Moreno y su estrategia para alcanzar la Presidencia de la Junta. Hay que tener muy poca confianza en tus propias posibilidades para anunciar -a bombo y platillo, y a las puertas de un adelanto electoral- que un partido político, después de 38 años en la oposición, está acariciando el poder con las yemas de los dedos "si tiene el apoyo de Ciudadanos", que es lo mismo que decir que en solitario ni ellos mismos se creen una posible victoria. 

Con todo, me parece un ataque de sinceridad por parte de Moreno Bonilla lo de admitir que sin los escaños de Ciudadanos no les saldrán las cuentas para gobernar. Está en la misma línea de franqueza que tuvo cuando, nada más llegar a Andalucía, admitió que en las victorias del PSOE, una parte esencial del trabajo lo hacía su propio partido político. Y asumir la realidad siempre es mejor que ir lloriqueando por las esquinas o culpar de los votantes. 

Publicado en Málaga Hoy. Con ilustración de Daniel Rosell. 

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