Trece tristes veces
En cuatro
años y medio, entre 2004 y 2009, se cargaron a las cuentas de la
Fundación Andaluza Fondo para la Formación y el Empleo (Faffe) 43
sablazos al erario público durante 13 visitas a prostíbulos. Formar a
los andaluces en paro para que pudieran encontrar un trabajo nunca fue
una cuestión fácil, de ahí que algunos responsables de la fundación
utilizaran todos los mecanismos a su alcance para mejorar la actividad
económica de Andalucía, que, al parecer, incluía también el mercado de
la prostitución y la venta de bebidas espirituosas. Por este
procedimiento invirtieron más de 30.000 euros en hasta cinco prostíbulos
de tres provincias distintas. En la Faffe siempre fueron muy mirados
para estas cosas, y no era plan de concentrar todo el gasto en un mismo
local. También las visitas a los prostíbulos las tenían
provincializadas.
Aunque aún no está totalmente acreditado, parece ser
que el trabajo en esta fundación debía ser tan extenuante que sus
responsables necesitaban, de vez en cuando, salir del despacho para
desfogar. Y así, después de una exhausta jornada, entre reparto de
millones de euros en cursos de Windows o de titulaciones oficiales en
experto medioambiental; entre contar ayudas que llegaban de Bruselas o
retrasos en las transferencias del Estado; había ocasiones en las que
festejaban lo bien que marchaban las cosas en locales tan distinguidos
como La Casita, Don Angelo o Top Shop. Igual podríamos decir que iban a
esos locales porque allí se ejercía el oficio más antiguo del mundo y
debieron pensar que, para afrontar el cambio de modelo productivo, lo
mejor sería empezar desde el principio: conociendo cuál fue el primer
trabajo y, a partir de ahí, afrontar con garantías la evolución que nos
ha llevado al mercado laboral del futuro.
Salir a echar unas risas después de un largo día de
trabajo no está mal visto. Y el que dice unas risas, dice cualquier cosa
que ayude a confraternizar. Además, alguien podría decir que, en cuatro
año y medio, no sale ni a tres visitas al prostíbulo por ejercicio
económico. Un revolcón al trimestre. Ya, ya, ustedes dirán que el
problema es que pagaron con la tarjeta oficial. ¿Pero quién no comete un
error? O dos, o tres, o cuatro, o hasta trece errores. Con las copas y
el pantalón bajado; el trajín de escaleras arriba, escaleras abajo; con
el día de locos que habían tenido; lo mismo cogían la cartera y, en vez
de pagar con la tarjeta personal, lo hacían con la oficial. Pero lo
importante es lo importante, nos dirán. Y lo esencial es que el hombre
se daba cuenta del error y acudía unos días después a subsanarlo con el
taco en metálico en el bolsillo.
¿Y por qué los puticlubs? Es evidente. ¿Donde iban a
encontrar un centro de trabajo donde confluyeran todos y cada uno de los
efectos más perversos de la reforma laboral: empleadas en una situación
de semiesclavitud; jornadas maratonianas de trabajo; sin altas en la
Seguridad Social; empleo precario…? Así se explica esta afición a los
prostíbulos. Por saber, por estudiar el mercado del empleo en
primerísima persona. Igual iban para convencer a las trabajadoras del
local a que se apuntaran a cursos de inserción laboral. Que nadie los
confunda con aquellos otros que ofrecían volquetes de putas para cerrar
un negocio, nos dicen. Los de la Faffe debían de ir a los prostíbulos a
profundizar en el I+D. Que fueron cinco veces al mismo. Igual fue porque
un día se dejó uno la cartera. Y otro día, las gafas. Y otro día, las
llaves del coche oficial. Cuando uno gestiona miles de millones de euros
en dinero público, no se puede estar pendiente de todo. Más aún, cuando
además compaginas un cargo tan importante con otras responsabilidades
orgánicas en el partido. Con tanto parado y con tanto curso, vivían en
un sinvivir diario.
Era difícil creer que podría haber algo más
vergonzoso que utilizar dinero público para pagar en un prostíbulo. Pero
todo es posible: hacerlo más de una docena de veces. Provoca
indignación y vergüenza que en una comunidad autónoma como Andalucía,
con unas tasas de paro que han llegado a alcanzar a una de cada tres
personas en edad de trabajar, los dos mayores casos de corrupción que
han saltado a la palestra tengan que ver con el dinero destinado a los
parados. Ya sea con el reparto de las indemnizaciones para aquellos que
se quedaron sin empleo (ERE) o con la creación de una fundación pública
para gestionar los cursos de formación destinados a mejorar la
cualificación de las personas sin trabajo (Faffe).
Saber lo que ocurrió en la Faffe es una obligación
ineludible de todos y cada uno de los partidos políticos que conformen
la próxima legislatura en Andalucía, ocurrieran los hechos ayer o hace
diez años. Fueran cuatro sinvergüenzas, uno, o mil. Lo esencial es que
huelen que apestan muchas más cosas de esa fundación. El adelanto
electoral cierra, sin que se haya abierto, la comisión de investigación
que se había creado en el Parlamento autonómico para esclarecer este
putiferio con dinero público. Lo de las putas es repugnante, pero hay
otras muchas cosas que ocurrieron que también precisan de una larga
investigación. Otra vez los controles no sirvieron para controlar nada.
Publicado en Málaga Hoy. Con ilustración de Daniel Rosell.
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