La deslealtad

Publicado en la web de la cadena SER en Andalucía 

Una de las peores perversiones de la democracia es la de perder el pudor de utilizar las instituciones como trincheras desde las que disparar contra tus contrincantes. Esta práctica, que tan censurada debería estar en todos los ámbitos de la política, resulta bochornosa cuando además termina costando dinero del contribuyente.

El pasado mes de julio, la Junta de Andalucía decidió sacar a subasta los fármacos que más se recetan en la comunidad. La medida era original y de calado, ya que según las estimaciones de la administración regional podía reducir el coste total de los medicamentos en unos 200 millones de euros al año. El Gobierno Central, sin embargo, decidió recurrir la medida y paralizar la subasta en base a varios argumentos. Uno de ellos, que la Junta invadía competencias del Estado. Otro, mucho más increíble: el supuesto perjuicio a los laboratorios farmacéuticos que no fueran adjudicatarios.

La Junta decidió recurrir al Constitucional el bloqueo a la medida y ahora el alto tribunal le ha dado la razón a la administración regional. Y lo ha hecho en un auto que supone un auténtico varapalo para las tesis que defendía el ejecutivo de Rajoy. Entre otros argumentos, los jueces dicen que el gobierno puso el recurso en base a un informe del Ministerio de Sanidad que nadie sabe de dónde ha salido y que ni tiene carácter oficial ni firma ni fecha ni registro ni autor. Además, el auto le recuerda al Gobierno que frente a los intereses de las farmacéuticas deben prevalecer los intereses generales de reducir el gasto en medicamentos. El argumento es tan de cajón que debería provocar sonrojo en el Ministerio de Sanidad, cuyos responsables fueron los encargados de presentar el recurso. Ni que decir tienen que han dado la callada por respuesta.

Este recurso ante la subasta de los medicamentos en Andalucía es un ejemplo paradigmático de deslealtad institucional, esa que prima los intereses de partido por encima de las instituciones de todo. Y por ahora, con subasta o sin subasta, no hay medicamento alguno para curar esta penosa enfermedad. Un virus de la política.

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