De milagros y matemáticas








LLEVO días siguiendo con cierta atención las proclamas de los secretarios provinciales del PSOE en la presentación de sus candidatos a las alcaldías en los municipios andaluces y he llegado a una conclusión: el PSOE está embelesado con los resultados que obtuvo Sánchez en las pasadas elecciones y ha iniciado la nueva campaña cautivado por esa victoria y arrebatado por un argumento que apenas se sostiene, pero que les provoca entusiasmo: la extrapolación de los datos de las generales a los comicios locales. En Málaga, el máximo responsable socialista José Luis Ruiz Espejo es un ejemplo de lo que les estoy contando. En su perfil de redes sociales ha fijado un tuit que resume todo el ideario de la campaña. Lo colocó el día 29, la mañana después del recuento, y allí sigue, entrada ya la campaña de las municipales. Dice así: “Málaga se ha vestido de rojo esta primavera y ha dicho no a aquellos que pretendían pintarla de blanco y negro. Estamos en el mejor punto de partida para ganar las elecciones municipales del 26 de mayo”. Junto al texto, adjunta un mapa de la provincia teñido de rojo.

No es especialmente original Ruiz Espejo. Es el mismo entusiasmo que intentan trasladar la mayoría de los líderes socialistas, que tenían a la tropa alicaída tras la pérdida del Gobierno en Andalucía y que ahora buscan mantener esa buena ola tras varios meses en estado de ensimismamiento. Alicaídos, como andaban, tras el varapalo que supuso abandonar tanto coche oficial y tanto despacho, cuando más de uno llegó a pensar que ambas cosas estaban ya escrituradas a su nombre. ¿Quién le iba a decir a muchos dirigentes socialistas andaluces que la resurrección iba a venir de la mano de Pedro Sánchez y de su Manual de Resistencia, ese libro en el que tanto empeño pusieron esos mismos dirigentes en ayudar a escribir?

El multipartidismo nos ha traído cosas como la incertidumbre de los aspirantes a alcalde
No es fácil predecir qué ocurrirá en los comicios en cada municipio, con tantos partidos y tanta segmentación del voto, pero si la política es un estado de ánimo, a los candidatos socialistas en muchas alcaldías importantes no se les veía tan contentos desde hacía décadas. Igual no es más que una ilusión demoscópica, pero al menos llegarán a las urnas con algo de incertidumbre. Desde hacía mucho tiempo, en demasiados municipios sus candidatos afrontaban los comicios sin que hubiese un mínimo de misterio en el resultado: salían directos para ser los líderes de la oposición y en cuanto podían se escapaban huyendo. Con estas mimbres llevan perdiendo elecciones, en algunas ciudades, desde el año 1995. Y eso supone muchos años de deméritos propios.

Soñar en campaña electoral tiene su peligro. A Pablo Casado soñar con reeditar un Gobierno a tres en las Generales le está costando el sueño ahora; pero a Juanma Moreno un sueño idéntico le dio la vida cuando muchos le daban por muerto. En Málaga hubo una candidata del PSOE a la Alcaldía que basó su campaña en que había tenido un sueño, aunque en realidad fueron sus posibilidades de ganar las que estuvieron dormidas. De ahí que, puestos a seguir con la metáfora, la gran contribución a estos comicios locales que supuso la victoria de Pedro Sánchez no es extrapolar los resultados, sino abrir expectativas que no existían ni cuando nombraron a sus candidatos. El líder del PSOE ha conseguido levantar a sus alcaldables de la dinámica derrotista que les embargaba en muchos municipios. Esto no es garantía alguna de victoria, pero sí un ánimo bien distinto con el que afrontar la cita con las urnas. Y a ello se agarran todos los dirigentes como a un clavo ardiendo.

El multipartidismo nos ha traído muchas cosas, algunas de ellas excitantes, como la incertidumbre de los aspirantes a alcalde por la ausencia de mayorías absolutas. Antes había candidatos que acudían a las elecciones esperando un milagro para poder ganar. Ahora es posible conformarse con lograr una suma para poder gobernar. Y esa es la principal causa del embelesamiento de los aspirantes socialistas con su líder, con Pedro Sánchez. Especialmente en aquellas ciudades donde el PSOE no tiene ya recuerdos de la última vez que estuvo en el poder. Los resultados de las generales les han hecho creer que pueden convertir lo que solo era posible con un milagro en una suma matemática.

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