Los candidatos de ese partido del que usted me habla
Tras la debacle de las generales, el PP de Pablo Casado
ha decidido asumir para los comicios municipales lo que se podría
denominar como libre elección de modelo de campaña. Si él ha saltado del
centro a la derecha más de derechas y de ahí de nuevo al centro en
apenas nueve meses, no es plan de impedir que sus candidatos no se
puedan manejar a su conveniencia por todo el arco ideológico. Para
entendernos, al igual que en Andalucía los ciudadanos pueden elegir el
médico que quiere que les atienda, los alcaldables del PP podrán ofrecer una ideología propia para su ciudad,
desde un centro derecha moderado a un partido de derechas de toda la
vida. Todo será visto con buenos ojos desde la nueva dirección del PP,
si con ello consiguen recuperar el voto perdido y mantenerse en las alcaldías. Sobre todo, allí donde han sido vapuleados en las elecciones generales.
Además, para evitarles cualquier tipo de incomodidad a los candidatos, les estará permitido acudir a las elecciones sin el logo,
sin el charrán y sin nada que se le parezca. En definitiva, todo aquel
que lo considere conveniente podrá ser aspirante en las municipales por
ese partido del que usted me habla, sin necesidad de tener que ser más
explícito. Se podrá pedir el voto para Albiol, para Paco o para Manolo,
sin que exista obligación alguna de poner detrás el apellido político.
Este modelo lo ensayaron ya con cierto éxito algunos alcaldables en las
pasadas elecciones municipales y lo novedoso en esta ocasión es que la
estrategia se globaliza. A esta modalidad de candidato sin partido se
puede apuntar en esta ocasión todo el que lo desee, y todos serán
atendidos en su demanda de no querer ser atendidos por su partido.
Se
trata de asumir que la marca está en horas bajas y que, en esta ocasión
y más que en otras anteriores, el tirón de los aspirantes a revalidar
la alcaldía o hacerse con ella está muy por encima de las siglas del
partido por el que se presentan, lo que incluye que no serán bienvenidos
los líderes nacionales a sus territorios si llegan con la cantinela de la “crisis en Cataluña, la España que se rompe y los filo-etarras”.
Aunque pocos se atreven a decirlo públicamente, hay
cierta sensación de cuerpo a tierra que “amenazan con venir los míos
desde Madrid a ayudarme”. A Francisco de la Torre,
el edil que gobierna en la alcaldía más importante que tiene el PP en
España, la capital malagueña, le preguntaron el otro día por la
posibilidad de que Casado le acompañara en un acto de campaña y tiró de
su característica fina ironía: “No tendría inconveniente, pero supongo
que tendría muchas peticiones de otros territorios”, que es una forma
muy educada de decir que no lo quiere ni en pintura.
Tras la debacle en las generales, el PP ha optado por el libre modelo de campaña
Y es que desde que Casado accedió al liderazgo del PP su
participación en las dos campañas electorales que se han celebrado en
España ha sido extraordinaria: casi eclipsó a Moreno Bonilla
en las andaluzas y, como es obvio, fue el máximo protagonista de las
Generales. En ambas ocasiones, los resultados fueron un éxito absoluto:
los peores resultados obtenidos nunca por el PP en Andalucía y luego su
equivalencia en España, los más malos en cuanto a sufragios y escaños
obtenidos en la historia del PP.
No está el patio de su liderazgo como para emular a aquel
PSOE de la década de los 80, donde las campañas electorales de los
candidatos socialistas a las municipales se hacían solas. Cada
agrupación provincial recogía una fotografía de los alcaldables de cada
municipio, las enviaban a Madrid y la dirección las devolvía en cajas de
imprenta después de un tratamiento idéntico en todos los casos: junto
al candidato se colocaba la foto de Felipe González y de ahí directo a las farolas. Fueron los denominados años de la cabra.
En las anteriores municipales, la cabra la tenía Ciudadanos.
E hizo campaña escondiendo a sus candidatos. Mientras menos hablaran y
menos conocidos fueran, mucho mejor para ellos. Ha sido esta vez la
estrategia de VOX en las Generales con sus cabezas de cartel en la
mayoría de las provincias andaluzas: ni daban entrevistas ni iban a
debates ni había interés alguno en que se les conociera. Otra vez la
cabra, aunque en este caso la de La legión. Y es que la ola de la marca
es muy importante en política. Al resultado de las siglas del PSOE en
las generales están enganchados los candidatos socialistas a las
alcaldías como los que se agarran a un clavo ardiendo. Al clavo ardiendo
del resultado de Pedro Sánchez.
Podría ser una estrategia, pero hay una cuestión esencial: ¿Aportan algo a las siglas algunos aspirantes a la resurrección del PSOE en la batalla de las municipales?
No mucho. Y esa es la principal ventaja que tienen, en demasiados
lugares, los candidatos de ese partido del que usted me habla. Los que
no tienen la cabra, ni interés alguno en enseñar el charrán.
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