Y a los alcaldes del PP les entra el tembleque






El PP sufrió ayer un auténtico descalabro en la provincia de Málaga, mucho peor que en las autonómicas andaluzas. En estos últimos comicios se escondió el estropicio por la llegada al poder de Juanma Moreno Bonilla. En las elecciones generales de este domingo la derrota no hay forma de esquivarla. El PP, que llegó a ser un partido predominante en esta provincia, se desangra por la fragmentación de la derecha y por el avance de Ciudadanos, pasando a ser la tercera fuerza política. Es obvio que estos comicios no son trasladables a unas elecciones municipales, pero muchos de los alcaldes populares de la provincia han debido de entrar en estado de pánico. El giro a la derecha de Pablo Casado, después de años recorriendo el camino al centro, ha dejado a muchos candidatos y primeros ediles en un terreno ideológico de nadie. Si hace cuatro años era difícil encontrar las siglas del PP en algunas candidaturas a las alcaldías, esta vez ni aparecerán.

Como gobernar es ganar y ese es el nuevo y único mantra, al PP en Andalucía, primero, y al PP de Málaga después, se les olvidó analizar los resultados de las autonómicas: los peores obtenidos nunca en esta comunidad. Con esos números, en el PP se pusieron a celebrar los festejos por haber logrado quitar al PSOE del poder, sin advertir que se les había empezado a torcer el viento de cara. Ayer se llevaron un mazazo. Fueron superados por Ciudadanos y perdieron en la provincia la mitad de los votos que obtuvieron hace apenas tres años. Nada en la estrategia de Pablo Casado le salió bien en ningún sitio: ni candidatos mediáticos ni el ejemplo del Gobierno andaluz como modelo de lo que quería trasladar a España. Un desplome absoluto.

Francisco de la Torre podría haberse ido a su casa al término de esta legislatura y se ha metido en un lío. ¿Qué necesidad tenía de vivir la etapa más convulsa de la política en España en mucho tiempo desde su quinto ya cartel electoral? Con cada día menos lazos con el PP, pero viendo desmoronarse el partido en el que milita, De la Torre se escapó del descalabro hace cuatro años a medianoche y por un único edil, ahora afrontará una campaña con sus siglas en caída libre y más pendientes de los resultados que puedan obtener sus posibles socios, que de los suyos propios. Ayer a su partido le ganó en Málaga capital el PSOE y hasta Ciudadanos. Nunca tuvo su fortín más desprotegido. Ni estos cuatro años han tenido nada que ver con la lustrosa legislatura anterior; ni esta vez, por la cercanía –en apenas dos semanas empieza la campaña para las municipales- le será fácil esquivar la tendencia en la que se ha instalado su partido. En algunos distritos muy populosos de Málaga, como la carretera de Cádiz o Málaga Norte, el PP se convirtió en la cuarta fuerza política, por debajo de PSOE, Ciudadanos y Unidas Podemos.

La debacle recorrió casi todas las alcaldías emblemáticas del PP en la provincia de Málaga, donde en municipios como Marbella, Alhaurín de la Torre, Estepona o Coín, pasaron en estas elecciones a ser la tercera fuerza política. Segunda en Antequera y Vox por delante de ellos en Benahavís, otros dos municipios con alcaldes populares. Vivimos otros tiempos y nadie parece entenderlo. Desde hace unos años a esta parte, la política se juega siempre en un terreno muy embarrado y todo se decide en el último minuto. Las campañas se celebran en un escenario muy incierto y hay que esperar hasta el recuento de los votos para poder conocer dónde se fija la victoria y dónde la derrota. Claro que unas elecciones generales nunca son extrapolables a unas municipales, pero admitirán ustedes que los resultados de ayer han provocado que a los alcaldes del PP les entre un temblor en el cuerpo. Un intenso tembleque a un mes de las municipales.

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