Camaleones
El camaleón que no sabía de qué color
ponerse es un relato
breve de Augusto Monterroso que cuenta la historia de uno de estos reptiles. Uno
que decidió meterse en política y entró en un estado de total desconcierto. Los
otros animales se habían enterado de sus artimañas para camuflarse y empezaron
a contrarrestarlas llevando día y noche en los bolsillos vidrios de colores
para combatir su ambigüedad e hipocresía, de manera que cuando él estaba morado
y necesitaba volverse, digamos azul, sacaban un cristal rojo a través del cual
lo seguían viendo morado.
Lo curioso
es que el camaleón decidió considerar que todos los demás animales eran de su
misma condición y adoptó también el mismo sistema, lo que provocó una enorme
confusión entre todos. Los animales iban por la selva alternando cristales a
medida que cambiaban de colores, según el clima político o las opiniones
políticas prevalecientes ese día de la semana o a esa hora del día o de la
noche. Pronto se dieron cuenta que aquello era la ruina general, a menos de que
todos estuvieran dispuestos a vivir cegados y perdidos definitivamente.
Europa está
viviendo la fábula del camaleón de Monterroso. Los partidos políticos van
alternando los cristales con los que miran esta crisis y cambian de color de la
misma manera que cambian de estrategia, de ahí que haya demasiados Gobiernos que
tienen unas ideas por la mañana completamente distintas a las que se les
ocurren por la tarde. Desde que se inició la crisis no hay una única medida de Bruselas
contra la que Bruselas no se hubiera mostrado totalmente en desacuerdo unos
meses antes; como tampoco ha existido ninguna iniciativa de Alemania que no
tuviera en contra a Alemania. No digo nada del Gobierno de Rajoy, que acumula
todos los recortes y ajustes que Rajoy
dijo que nunca haría.
La crisis
económica ha convertido Europa en una
gran selva donde los dirigentes se mueven dentro de una enorme confusión,
por eso a los partidos les está pasando lo mismo que a los animales de la
fábula, que todos miran la realidad a
través del mismo cristal y no hay color político que los distinga. De hecho, el
PP llegó al Gobierno de azul y ahora la gente los pone en la calle morados. Y los socialistas, que parecían rojos, llevan
años tornados también de color azul. Esta
crisis no distingue los matices, a pesar de una obviedad: las ideas no son ni
blancas ni negras, sino que están llenas de una amplia gama de grises. Tras
años de pensamiento único, hemos alcanzado la salida única para la crisis. Hay
una renuncia expresa de los grandes partidos a plantear una alternativa en
Europa, ya sea desde el gobierno o sea desde la oposición. No hay manera de
romper esos cristales con los que ver la realidad sin los filtros que la
camuflan.
Ahora mismo
todo es tan efímero que lo que ocurre por la mañana se hace viejo por la tarde
y entra en la historia al día siguiente, de ahí que ni haya un argumento que se
sostenga durante más de una semana ni estrategia política que aguante un mes.
Si hacen un poco de memoria descubrirán que, desde hace tiempo, todas las
semanas son claves para algo: para la deuda, para la primera de riesgo, para
las ayudas de Bruselas, para el rescate…
Y recordarán también que lo importante era convocar elecciones
anticipadas para sacar a España de este atolladero, por eso, resulta
sorprendente que se adelanten ahora los comicios en Euskadi y Galicia en medio
de este atolladero.
En el cuento
de Monterroso, una vez perdidos los animales frente a la misma realidad, se
decidió establecer unas reglas de urbanidad para todos. En ellas se establecía
que si algún animal carecía de un vidrio de determinado color, podría pedir a
sus propios enemigos que se lo prestaran de acuerdo a las necesidades de cada
momento. Exactamente es lo que está ocurriendo con la crisis económica, que
todos se prestan los cristales para ver la realidad del mismo color.
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