El catenaccio en política
José Manuel
Atencia
La política
del catenaccio goza actualmente de
mucho rédito en España. Gobernar se ha vuelto una práctica defensiva, rocosa y
que consiste en echar balones fuera. Los gobernantes han instalado el celebré
autobús que colocó Maturana en la portería del Valladolid en los 90, y los
ministros, consejeros y alcaldes se han
metido en su área para defender desesperadamente un empate a cero frente a las
arcas públicas. En política, al igual
que en el fútbol, hay varios estilos para dirigir y hemos pasado de la alegría
presupuestaria a la austeridad más absoluta: en dinero, en ideas y en
dirigentes. La crisis económica está
impidiendo que las personas que gobiernan tengan la capacidad de soñar con un
mundo mejor. En términos futbolísticos, han
renunciado al juego bonito.
El reino del
0-0 se ha instalado en España, como
decía Jorge Valdano del fútbol en la década de los 90. Los dirigentes gobiernan
para empatar y se pasan el día a la defensiva, jugando al patadón y lanzando
balones a las gradas de Bruselas. No se trata de mejorar la calidad de vida de los ciudadanos,
sino de realizar un acto de sacrificio continuo. La política se ha replegado en
su área incapaz de contener la ofensiva contra el Estado del Bienestar que
plantean las grandes corporaciones y la banca, que juegan en la Champions del poder junto a Alemania mientras
España se instala en la zona baja de la segunda división con Grecia, Portugal e
Italia.
Cuando el
PSOE logró mantener el poder en las elecciones andaluzas merced al acuerdo con
IU, Griñán prometió distanciarse de la política del catenaccio de Rajoy en el Gobierno Central y del estilo ramplón del
PP en la mayoría de las comunidades autónomas. Frente a ello, avanzó un juego
político ofensivo que garantizara una gestión más ideológica y atrevida. La
realidad está aún lejos de ese anuncio y las buenas intenciones no han impedido
iniciar el curso escolar con 4.500 profesores interinos menos en los centros de
enseñanzas. Quizás, la crisis económica no haya dejado otro camino. Para lo que
no hay excusas, ni para Griñán ni para Valderas, es para que ambos dirigentes
hayan iniciado la legislatura saliendo a empatar el partido. Y, por tanto, no pongan
más ahínco en mejorar la visión de juego que tienen los andaluces de su clase
política y de la principal institución que les representa, poniendo en marcha
una reducción ejemplar del organigrama político –la reducción de consejerías y
delegaciones era francamente mejorable- ; una mayor ajuste en organismos públicos
y cargos de confianza –son posibles más recortes-, y más pulcritud y transparencia en el gasto del poco dinero que
va quedando.
Valdano
–volviendo al fútbol- contaba que Bilardo, el entrenador de Argentina en el
mundial de México 86, creó un equipo con un juego tan anodino y automatizado
que logró la clasificación frente a Rumania con un empate a uno de un cabezazo
en un córner. Ante las críticas por el mal juego de su equipo, Bilardo contestó:
“Hace 20 años que mi familia vive de los córneres al primer palo”. Algo
parecido le ocurre al PSOE en Andalucía desde hace tiempo, que mantiene el
Gobierno amparado en los errores del contrario y aprovechándose de las torpezas
de su rival. La última ha sido la decisión de Rajoy de ningunear la petición de
un anticipo de 1.000 millones de euros como adelanto de los impuestos que le
transfiere el Estado, después de varias entregas a cuenta a otras comunidades
autónomas. Griñán y Valderas pueden afrontar la legislatura del catenaccio que plantea el Gobierno del
PP y esperar los últimos meses del mandato para lograr otra victoria pírrica en
un córner en el descuento. O pueden optar por el atrevimiento y la ofensiva. En
política, como en el fútbol, si juegas en contra de tus ideas y además pierdes,
sufres una doble derrota.
@jmatencia
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