La otra desafección
Llevamos tanto tiempo hablando de la desafección de los
ciudadanos hacia la política, que se nos ha olvidado cuándo empezó todo. Igual,
hubo un estadio anterior mucho más preocupante todavía: la desafección de la
clase política hacia los ciudadanos.
El PSOE lo arrastra desde hace tiempo, pero lo certificó el
día que decidió reformar el artículo 135 de la Constitución para anteponer el
pago de la deuda pública por encima de la educación, la sanidad o el bienestar
de los ciudadanos. Está bien que el PSOE
quiera dar marcha atrás ahora, pero resulta triste que la inmensa mayoría de
los diputados que aplauden ahora la iniciativa de Pedro Sánchez, incluido él
mismo, votaron a favor de aquella propuesta.
En el caso del PP, también viene de lejos, pero lo certificó
el día que acudió a unas elecciones con un programa electoral que sabía que iba
a incumplir en su totalidad. Era más importante, para ellos, alcanzar el poder
que decir la verdad.
Hubo un momento en la historia que los mercados fueron más
importantes que las personas y ahí empezó todo. Sucedió al revés de como se
cuenta: antes de la desafección ciudadana, hubo desafección de la clase
política por los ciudadanos. Y en ese
alejamiento diario siguen. Sin capacidad para coger el paso. Y haciéndose viejos.
Resulta curioso ver como el líder de la institución más
antigua del mundo: la iglesia católica, parezca un revolucionario frente a los
líderes políticos que mandan en Europa.
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