Engullidos por la indiferencia



Nadie puede elegir el lugar donde nace. Por eso, si tienes la mala fortuna de nacer en Guinea Bissau, por poner un ejemplo, la existencia se te complica desde el primer día. En esta sociedad donde todo se globaliza menos la riqueza, estar vivo es lo único que tienen algunas personas que nacieron en los llamados países del Tercer Mundo y  por eso demasiados de ellos intentar coger un atajo para poder cambiar la mala vida que les ha tocado malvivir.

No tenían muchas más cosas que estar vivos los 29 inmigrantes fallecidos hace unos días frente a las costas del Almería. A ellos, se los tragó primero el mar. Y luego, los engulló la indiferencia. El Mediterráneo, de una punta a otra,  se ha convertido en un inmenso cementerio de personas sin sepulturas, para los que ni existen duelos ni entierros ni sepelios. Se mueren en el más absoluto anonimato y empezamos a estar tan acostumbrados a que estas cosas ocurran que ya casi nadie se preocupa tan siquiera de emitir unas mínimas condolencias. 
29 personas son una, dos, tres, cuatro, cinco y así hasta 29. Cuando se habla de personas, el número 29 no es un lote. Es un ser humano, tras otro, tras otro… y así hasta 29 seres humanos. Ni siquiera se ahogan a la vez. Se ahoga cada uno, se muere cada uno y desaparecen cada uno. Y así vamos sumando hasta 29 muertos, ahogados o desaparecidos. 

29 muertos son muchos muertos. Imagínense un accidente de coche con 29 muertos, un autobús que se cae a un tajo con 29 muertos, un atentado terrorista con 29 muertos.
Un solo muerto también debería ser mucho muerto y todos los muertos iguales ante la muerte. 

Foto: elcorreo.com 

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