Cuando el mundo es una mierda





Para las dos niñas liberadas en Sevilla por la policía, después de que sus padres la vendieran y fueran obligadas a casarse, el mundo era una mierda. A veces la vida es un asco, pero es lo único que se tiene: el hecho de estar vivos.
Con 13 y 15 años fueron vendidas en Rumania a cambio de 1.700 euros, que es un precio ridículo para el primer mundo, pero asquerosamente generoso para el que no tiene nada.  Cuesta mucho trabajo hacerse a la idea de estas cosas: ¿cómo se puede vender a unos hijos? Pero cuesta mucho más trabajo todavía vivir sabiéndote vendida por tus propios padres.

A estas dos niñas con 13 y 15 años se las trajeron a Sevilla, para casarlas. Y para tener hijos… Y para recoger chatarra… Y para trabajar en el campo…. Y para pedir limosna…  Esto se llama trata de seres humanos, que es algo que ocurre con una normalidad que aterra. Es la nueva esclavitud, aunque resulta muy difícil encontrar diferencia alguna con la de antes.
Sufrían malos tratos, físicos y psíquicos, como en la esclavitud de siempre. Lo que pasa es que en lugar de localizarlas en un campo de algodones, las encontramos ahora, sin saberlo, en el parking de un supermercado, pidiendo una limosna o diciéndote que le dejes el carro con la moneda con el euro dentro. Cuando terminaban la jornada de explotación, se iban a una chabola. También, en este caso, como en la esclavitud de siempre.
En esta historia hay muy pocas cosas de las que felicitarse como seres humanos, aunque quizás haya una: la actuación de la policía, que se preocupó por la situación de una menor, escuchó su historia, investigó y detuvo a cinco personas por ello.  
Por cierto, la policía tiene una dirección de correo para no mirar para otro lado: trata@policia.es

Columna para La Ventana de Andalucía. Cadena SER. 



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