Aplaudir lo obvio

El presidente del Parlamento andaluz, Manuel Gracia, ha anunciado una medida pionera en Andalucía: el diputado que no acude al parlamento será penalizado económicamente. El problema que tiene la iniciativa es preguntarse qué se hacía hasta ahora. Y la respuesta es simple: un diputado podía faltar cuando le viniera en gana que no pasaba nada.

Tiene gracia que la medida estrella del nuevo reglamento del parlamento andaluz sea que el diputado que no vaya a trabajar no cobre como si hubiera ido a trabajar. Hemos tardado tres décadas en llegar a esa conclusión. La iniciativa va aparejada de otra propuesta de cajón: la Mesa del Parlamento publicará cada cierto tiempo un listado de los que falten a su deber de acudir a su trabajo, que tampoco es nada excepcional. Parece razonable que los ciudadanos sepan cuando vayan a votar en las próximas elecciones si los diputados que se presentan en las listas de su provincia asisten a no asisten luego al Parlamento.

El presidente también ha propuesto que los ciudadanos puedan presentar proyectos de ley que se tramiten en la cámara, incluidos los Presupuestos de la Comunidad. La medida, sin embargo, tiene una condición. Para que una propuesta ciudadana vea la luz tiene que ser asumida primero por un grupo político, lo que resta bastante calado a la iniciativa.

Ha anunciado también el presidente del parlamento que habrá un examen de idoneidad para las personas que sean designadas para un puesto de extracción parlamentario. Y no está mal la iniciativa, ya que hasta ahora los nombramientos en consejos e instituciones de la Junta no son más que un reparto de puestos que se aprueban en el Parlamento una vez que los nombres han sido previamente pactados por las cúpulas de los partidos políticos.

Vivimos tiempos muy confusos para la política y por eso nos pasamos la vida aplaudiendo lo obvio. Las nuevas medidas anunciadas para el Parlamento andaluz se merecen un aplauso. Aunque sea un sonoro aplauso a lo obvio.

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