El club financiero

Cuando Jesús Gil accedió a la alcaldía de Marbella instaló su despacho en la sede de su empresa, un inmueble situado en la Avenida Ricardo Soriano que atendía al pomposo nombre de Club Financiero de Marbella. Igual es únicamente leyenda, pero dicen que durante los once años que estuvo de primer edil de la localidad, Jesús Gil apenas se sentó en una treintena de ocasiones en el sillón del despacho de la alcaldía. Todas las reuniones importantes se realizaban en el Club Financiero, el lugar donde se firmaban los negocios: los públicos y los privados. Con el urbanismo, Jesús Gil nunca hacía distingos entre lo público y lo privado. 

Al Club Financiero era donde acudía Roca a informar de los convenios urbanísticos. Era, además, el edificio donde Gil se reunía con sus concejales. En sus muros se cerraban los acuerdos con los empresarios y promotores que querían edificar en Marbella. En definitiva, sus paredes eran el cuartel general de Jesús Gil y su Grupo Independiente Liberal.

Hace unos días ha transcendido que el Tribunal de Cuentas ha atendido la petición del Ayuntamiento de Marbella y ha dictado el embargo preventivo de 118 inmuebles que pertenecen a cinco sociedades de los cuatro hijos de Jesús Gil. La medida pretende garantizar el cobro de una sentencia que obliga a los herederos del que fuera alcalde de Marbella a devolver 100 millones de euros, 40 de ellos sólo de intereses de la deuda. 

Entre el centenar de bienes afectados por este embargo preventivo figura el flamante edificio que albergó todo el poder de Jesús Gil en Marbella: la sede del Club Financiero. Allí, entre sus cuatro paredes, se gestó uno de los mayores robos a las arcas públicas en la historia de la democracia. Sería curioso que parte de la devolución se haga con el edificio que sirvió para albergar a la plana mayor del desfalco.

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