La estrategia del canguelo
Susana Díaz empezó a hablar de falta de estabilidad en el Gobierno
andaluz antes de que hubiera falta de estabilidad en el Gobierno
andaluz, lo que terminó provocando una enorme inestabilidad en el
Gobierno andaluz. En política, a veces, el después precede al antes. Y
había que disponer de una crisis antes de que hubiera crisis para
provocar una enorme crisis con la que justificar el adelanto de las
elecciones como consecuencia de esa crisis. Estas cosas suceden así, no
hay más que recordar que Griñán se levantó una mañana notando en la
cabeza un problema de bicefalia con Chaves, tras varios meses negando
problemas de bicefalia, y hubo que convocar con urgencia un Congreso
Extraordinario del PSOE andaluz para acabar con los problemas de
bicefalia que no provocaba la bicefalia.
Esto podría parecer consecuencia de una esquizofrenia política, pero realmente obedece a otra cosa. En concreto, a lo que se conoce como canguelo. El canguelo es un miedo frente a lo que puede suceder. Al PSOE andaluz le dicen las cuentas que habrá descalabro en las generales y tras ello un maremoto que podía alcanzarle las autonómicas andaluzas previstas para 2016 y ha decidido adelantar los comicios a marzo y el que venga detrás que achuche. En términos electorales, es como la medalla del desamor: hoy nos votan menos que ayer, pero más que mañana. Y aquí la única inestabilidad que hay son las tiriteras que provocan los sondeos.
Todo adelanto electoral, para ser creíble, debe ser justificado. De ahí que, tras provocarlo primero, el PSOE lleva toda esta semana dedicado a explicar los motivos. Y ríanse de Maquiavelo y El Príncipe o de Sun Tzu y El arte de la guerra. Estos tipos eran unos aficionados comparados con los estrategas socialistas andaluces. Plantear inestabilidad política en un Parlamento con sólo tres fuerzas, dos de ellas formando un Gobierno conjunto, con el panorama que se avecina en esa misma Cámara tras las próximas elecciones, es uno de los peores argumentos políticos que se han escuchado en tiempo.
Es fácil que, en el Parlamento andaluz que salga de 22 de marzo, haya hasta seis fuerzas políticas representadas, con los dos grandes partidos rondando un exiguo 30% de votos y Podemos pisándoles los talones. El escenario perfecto para que nadie tenga mayoría y para que el nuevo Ejecutivo nazca con una consolidada inestabilidad política desde el minuto cero. Un magnífico panorama para una comunidad asolada por el paro y con los ERE y los cursos de formación en la primera fila de los juzgados al día siguiente de los comicios.
La estrategia del canguelo tiene muchos riesgos, ya que el miedo atrofia la mente y encoje el ánimo. El PSOE en Andalucía, con Susana Díaz a la cabeza, está aplicando viejas prácticas políticas para una sociedad que reclama una nueva política. Las elecciones se han adelantado por un motivo esencial. El PSOE está convencido de que en Andalucía cogen ahora a contrapié a Podemos y al PP, con líderes escasamente consolidados, lo que les garantiza un resultado peor del que tienen ahora pero mejor del que tendrían dentro de un año.
Para llevar a cabo esta estrategia, el PSOE solo necesitaba una torpeza de IU. Y la cometió cuando decidió tensar la cuerda para ir soltando lastre en un año electoral donde los sondeos advierten del riesgo de convertirse en irrelevantes. No esperaba IU que Susana Díaz estuviera en lo mismo y fuera ella la que decidiera romper la cuerda. Son los riesgos de hacer política cuando a los partidos les entra el canguelo. No hay más que ver también al PP, con el tembleque ante unas elecciones que llevaban meses reclamando.
Foto: El País Andalucía.
Esto podría parecer consecuencia de una esquizofrenia política, pero realmente obedece a otra cosa. En concreto, a lo que se conoce como canguelo. El canguelo es un miedo frente a lo que puede suceder. Al PSOE andaluz le dicen las cuentas que habrá descalabro en las generales y tras ello un maremoto que podía alcanzarle las autonómicas andaluzas previstas para 2016 y ha decidido adelantar los comicios a marzo y el que venga detrás que achuche. En términos electorales, es como la medalla del desamor: hoy nos votan menos que ayer, pero más que mañana. Y aquí la única inestabilidad que hay son las tiriteras que provocan los sondeos.
Todo adelanto electoral, para ser creíble, debe ser justificado. De ahí que, tras provocarlo primero, el PSOE lleva toda esta semana dedicado a explicar los motivos. Y ríanse de Maquiavelo y El Príncipe o de Sun Tzu y El arte de la guerra. Estos tipos eran unos aficionados comparados con los estrategas socialistas andaluces. Plantear inestabilidad política en un Parlamento con sólo tres fuerzas, dos de ellas formando un Gobierno conjunto, con el panorama que se avecina en esa misma Cámara tras las próximas elecciones, es uno de los peores argumentos políticos que se han escuchado en tiempo.
Es fácil que, en el Parlamento andaluz que salga de 22 de marzo, haya hasta seis fuerzas políticas representadas, con los dos grandes partidos rondando un exiguo 30% de votos y Podemos pisándoles los talones. El escenario perfecto para que nadie tenga mayoría y para que el nuevo Ejecutivo nazca con una consolidada inestabilidad política desde el minuto cero. Un magnífico panorama para una comunidad asolada por el paro y con los ERE y los cursos de formación en la primera fila de los juzgados al día siguiente de los comicios.
La estrategia del canguelo tiene muchos riesgos, ya que el miedo atrofia la mente y encoje el ánimo. El PSOE en Andalucía, con Susana Díaz a la cabeza, está aplicando viejas prácticas políticas para una sociedad que reclama una nueva política. Las elecciones se han adelantado por un motivo esencial. El PSOE está convencido de que en Andalucía cogen ahora a contrapié a Podemos y al PP, con líderes escasamente consolidados, lo que les garantiza un resultado peor del que tienen ahora pero mejor del que tendrían dentro de un año.
Para llevar a cabo esta estrategia, el PSOE solo necesitaba una torpeza de IU. Y la cometió cuando decidió tensar la cuerda para ir soltando lastre en un año electoral donde los sondeos advierten del riesgo de convertirse en irrelevantes. No esperaba IU que Susana Díaz estuviera en lo mismo y fuera ella la que decidiera romper la cuerda. Son los riesgos de hacer política cuando a los partidos les entra el canguelo. No hay más que ver también al PP, con el tembleque ante unas elecciones que llevaban meses reclamando.
Foto: El País Andalucía.
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