Las elecciones municipales que perdió una vaquilla

EN Moclinejo, en el año 1999, las elecciones municipales las perdió una vaquilla. El ternero fue la principal víctima de unos comicios donde PSOE y PP se jugaron la victoria ofreciendo una cuchipanda. Por aquellos años, había tradición en el pueblo de festejar los resultados electorales matando unos cochinos y ofreciéndolos luego en un ágape a los vecinos. Así lo hacía el regidor de entonces. Un señor que se presentaba por el Centro Democrático y Social, cuando el partido de Adolfo Suárez disponía de tres alcaldías en España y una de ellas era en esta localidad malagueña. Como el PSOE era un partido con aspiraciones de Gobierno, ese año prometió a los vecinos una lidia con una vaquilla y su posterior guiso si ganaban los comicios. Y así sucedió, los socialistas se hicieron con la alcaldía sin que los estudios sociológicos pudieran saber si fue determinante en la victoria la promesa del ternero o consecuencia del programa electoral.

La realidad fue que ese año, mientras los socialistas se iban dejando alcaldía tras alcaldía por toda la geografía malagueña, en Moclinejo el PSOE lograba cinco ediles frente a los cuatro del PP, haciéndose con el sillón municipal de una localidad donde no pillaban bola desde hacía años. La operación tuvo sus riesgos, pero resultó un éxito. Eso sí, hubo que cerrar una pequeña crisis interna entre los defensores de la lidia de la vaquilla y el compromiso de comérsela luego, y los que pedían el indulto del ternero. Acabados los años en los que el PSOE ganaba las elecciones presentando hasta a una cabra como cártel electoral, los socialistas lograron recuperar Moclinejo incluyendo a una vaquilla en la oferta programática.

En las elecciones, los socialistas han sido siempre muy ocurrentes a la hora de hacer promesas. Lo aprendieron de sus líderes. Estos últimos nunca se atrevieron con una ternera, pero vendieron grandes burras. Después de muchos años, nadie ha logrado superar todavía aquella vieja aspiración socialista de ofrecer vacaciones gratis a las amas de casa. Y Andalucía no sería la misma si el PSOE hubiera logrado alcanzar otra propuesta histórica para llevar la autonomía al siglo XXI antes que nadie: la ADSL de un mega para todos.

Ya nadie promete como antes. La crisis ha acabado con las ofertas del tres por uno. Ahora todos los programas electorales parecen la tarifa plana de una compañía de telefonía: un paquete de austeridad, con una cantidad fija para obras y un límite para las ideas. En la era de internet no queda sitio para el cerdo ni para la ternera, ni siquiera cocinado con la salsa agridulce de los sondeos. Los partidos diseñan sus campañas para las televisiones, los periódicos, las radios y las redes sociales. Y envían todas las mañanas el argumentario a sus militantes, sean de Madrid, de Moclinejo o de Arriate. Y con él, un programa con cuatro ideas esenciales para todos los pueblos a la vez.

Nada es como antes. Y no hay sorpresas, como la de 1999 en Moclinejo. Una época, en la que los socialistas disponían en todos los municipios de un local donde iba la militancia a discutir de política y donde en las asambleas, en vez de austeridad y datos macroeconómicos, hablaban del paro, de la emigración, de las clases de adulto y de la falta de bibliotecas. Entre ellos buscaban al mejor candidato y las agrupaciones locales se molestaban cuando se les imponía un líder desde Málaga. Cuando decían Málaga, querían decir la ejecutiva provincial del partido. Y no había nada peor para una ejecutiva local que los intentos de la provincial de inmiscuirse en sus listas electorales o en cómo debían realizar una campaña electoral en su pueblo: con vaquilla, con cerdo o con la lista de la cabra.

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