Los ERE y el ataque



Sólo desde el cinismo se puede sostener que los ERE y los cursos de formación que se investigan en Andalucía permiten la absolución de los casos de corrupción que afectan al PP y que, en el caso de la financiación irregular de este partido, alcanzan incluso al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. Se trata de una obviedad que ocurre igual en sentido contrario. Los casos de corrupción en el PP, no pueden esconder los cometidos por el PSOE en su acción de Gobierno en Andalucía y cuya investigación afecta, entre otros muchos, a dos ex presidentes, por seguir con otra verdad de Perogrullo.

Eso no quiere decir que en plena bronca parlamentaria, Rajoy no esté en su derecho de zafarse de su corrupción denunciando la corrupción del otro, por mucho que los ciudadanos estemos más que hartos de este lamentable rifirrafe constante por ver quién tiene más corrupción, como si el sinvergonzonerío fuera una cosa que se puede medir o pesar.  Allá ellos con sus peleas, si entienden que los escándalos se solucionan respondiendo con el y tú más. 
 
Hay bastantes razones para censurar algunas medidas del Gobierno de Rajoy con esta comunidad autónoma. Son objetivables: el censo de población a la hora de realizar las transferencias públicas, los continuos recursos al Constitucional ante medidas aprobadas en el Parlamento y un largo etcétera de actuaciones realizadas desde la deslealtad institucional, tanto de un lado como de otro.  

Pero sobre todo, es para censurar, esa histórica torpeza de muchos dirigentes del PP al hablar a veces de Andalucía con ese aire de displicencia y superioridad que trae el que viene de fuera. Ayer Rajoy volvió a hacerlo desde el Congreso, pasando de jefe de Estado a convertirse en un mal jefe de la oposición en Andalucía. Justo además, con la cercanía de las elecciones autonómicas. 

Pero una cosa es esa y otra bien distinta, plantear que sacar en el debate los ERE y los cursos de formación es un ataque a Andalucía. En todo caso, será un ataque al Gobierno de la Junta y al PSOE. Y Andalucía no es ni el Gobierno de la Junta ni tampoco es el PSOE, a pesar de que algunos utilicen constantemente este paralelismo. 

Las irregularidades en los ERE y la corrupción en el manejo de los cursos de formación es un bochorno para los andaluces. Y el ataque a Andalucía es que haya sucedido, no que se denuncie o se censure a un Gobierno por ello.

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