El timo de las expulsiones en caliente
A la mayoría de los alcaldes les sobra un mandato. A aquellos que llevan muchos años en el cargo les suele sobrar, además del último, medio del anterior. Un primer edil puede salir de un despacho de tres formas: por la puerta grande, por una ventana de atrás o acompañado de una pareja de guardias civiles. No es una ciencia exacta, pero entre una salida por la puerta de atrás y los años en el cargo suele existir una relación proporcional. Cuanto más tiempo, más posibilidades de tener que pillar las de Villadiego.
En salir acompañado por la Guardia Civil intervienen otros factores. El más importante suele ser delinquir, pero también influyen los años en el cortijo. Cuando un político iguala la alcaldía a su cortijo particular ocurren varias cosas: se relajan los controles, se multiplican los pelotas y se confunde lo público con lo privado. De momento, en el caso del alcalde de Granada no sabemos en qué situación se encuentra, salvo que de las tres maneras que tenía de dejar la alcaldía ya ha agotado una de ellas: la de salir por la puerta grande. No está mal como posible aviso a navegantes.
El alcalde de Granada, José Torres Hurtado, fue detenido el pasado miércoles y luego quedó en libertad con cargos por un supuesto delito de cohecho. Y de fraude en la contratación. Y de asociación ilícita. Y de prevaricación. Y de tráfico de influencias. Y de malversación de caudales públicos. Y de estafa. Y de falsedad en documento mercantil. Y de administración desleal. Y de un delito contra la ordenación del territorio. De momento, hay que establecer la presunción de inocencia de José Torres. O mejor dicho, hay que establecer hasta diez presunciones de inocencia. Una detrás de otra y reflejadas todas en el mismo auto judicial.
Torres Hurtado ha anunciado que no tiene intención alguna de dimitir. Y, visto como ocurren las cosas en el PP, el alcalde tiene sus motivos. Ya es mala suerte tener que ser el primero en España en conjugar este verbo con la que está cayendo en su partido. Lo excepcional en su caso es que el PP lo ha suspendido de militancia nada más trascender su detención. Y debe pensar el hombre que no hay derecho a lo que están haciendo con él, después de hacer la vista gorda con una caterva de compañeros suyos que siguieron siendo un ejemplo de gestión hasta la misma mañana que ingresaron en la cárcel.
Como el alcalde de Granada es un hombre campechano, deberíamos tener cierta consideración hacia su persona. Las ciudades andaluzas están llenas de grandes edificios que se levantaron en terrenos destinados a colocar columpios para los niños, y ya está bien de tanto columpio y de tanto niño. También hay que reconocer que entre un tobogán y una plusvalía, no hay alcalde del mundo que se resista, y eso debería ser un atenuante en cualquier calificación fiscal. Algunos dirán que lo que empezó con la recalificación de una zona verde para levantar una discoteca, parece ser que ha permitido descubrir una trama de "pelotazos urbanísticos" que hunde sus raíces en el 2005. Pero a esos habría que decirle, que todo está por demostrar y hay que seguir presumiendo su inocencia. Aunque sean hasta diez presunciones de inocencia.
Además, estas cosas de la necesidad de más zonas verdes y esto de la manía de proteger el medioambiente son siempre interpretables. En Torremolinos (Málaga) tuvimos hasta hace poco un alcalde que diseñó un parque comercial en una zona rústica y la Junta lo paralizó al considerar que atentaba contra el medioambiente. Al alcalde no se le ocurrió mejor frase para protestar contra le decisión de la Junta que decir: "Cómo va a molestar este proyecto al medioambiente, si lo queremos construir en medio del campo". También este primer edil era muy campechano.
Los partidos no deberían tomar decisiones en caliente. Las expulsiones en caliente son un timo. Desde que en el PP se actúa denodadamente contra la corrupción, en este partido no hay quien viva. A los alcaldes que detienen los expulsan ahora de inmediato, pero los dejan en un limbo en cuanto a la militancia: Torres Hurtado es ahora el alcalde del PP de Granada sin ser, temporalmente, del PP. Ese curioso limbo ya se ensayó con enorme éxito en el grupo municipal del PP en Valencia, donde hay nueve ediles expulsados del PP que forman el grupo municipal del PP en el ayuntamiento de Valencia.
Qué injusta es la política, que dirá el alcalde de Granada. Y qué deteriorada está la presunción de inocencia en España. Después de llamarse uno José Torres Hurtado toda la vida e incluso de disfrutar -entre sus compañeros de partido- del apelativo cariñoso de Pepe el Tractorista; resulta muy difícil pasar a perder lo único que le acompaña a uno en su existencia: la identidad entre sus propios amigos y compañeros. Y entrar, de la noche a la mañana, en ese lugar de la galaxia popular donde habitan "esas personas de la que usted me habla".
Y lo peor de todo, que esto suceda sin que Torres Hurtado pueda recorrer ese largo camino del político investigado, luego imputado, posteriormente condenado y nunca expulsado del que han gozado tantos compañeros suyos a lo largo y ancho de la geografía de este país.
Publicado en Málaga Hoy, con ilustración de Daniel Rosell.
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