Los candidatos que amaban demasiado a sus vecinos


LOS científicos hacen unos experimentos muy raros. En enero de 2014, unos investigadores enviaron unas cajas con ocho colonias de hormigas a la Estación Espacial Internacional para comprobar su comportamiento en condiciones de micro-gravedad. Lo he leído en la BBC, que es un medio de comunicación muy serio para estas cosas. En medio de la estación, abrieron las cajas y las pobres hormigas empezaban a caer sin terminar de caer del todo; intentaban moverse pero sin poder moverse mucho y se quedaban suspendidas en el aire sin poder asirse a nada. Para que se hagan una idea más exacta, es como si la manzana de Newton se la hubieran llevado al espacio y no hubiera manera de que cayera al suelo. Exactamente igual, pero con hormigas.

Un hecho sorprendió a los investigadores. A pesar de que las hormigas siempre hacen búsquedas colectivas, en una situación de ausencia de gravedad esa circunstancia no ocurrió como preveían y cada hormiga se las tuvo que apañar como pudo para enfrentarse al experimento. Cuentan los científicos que a veces se agarraban unas de otras para bajar; que otras lo lograban por separado; pero que resultó llamativo el hecho de que, a pesar de las dificultades, siempre mostraron una capacidad sorprendente para volver a poner sus seis patas en el suelo. O lo que es lo mismo, para demostrar un increíble espíritu de supervivencia.

Unas hormigas en una Estación Espacial Internacional es la semejanza más próxima que he encontrado a un dirigente político condenado o imputado que aspira a presentarse de nuevo a las elecciones municipales de su pueblo después de ser expulsado de su partido. En términos de aerodinámica, presentan un denominador común: ausencia absoluta del concepto de gravedad. Tanto de la ausencia de gravedad espacial, como de ausencia de sentimiento alguno por la gravedad de los hechos que se les imputa o por los que fueron condenados. Les cuento la explicación del primero de los conceptos, el de la gravedad espacial o la ausencia de ella. Un dirigente sentenciado es como un político caído que no se quiere caer del todo, que se agarra al cargo con uñas y dientes y que ha perdido la capacidad de hacer una búsqueda colectiva, aunque sigue reclamando el apoyo de sus vecinos para poder garantizarse su propia supervivencia.

Para profundizar en el tema les planteo un experimento alternativo, ya que la Estación Especial queda muy lejos. Llévense a sus antiguos despachos en las alcaldías de Alhaurín el Grande, Manilva o Ronda, respectivamente, a Juan Martín Serón, Antonia Muñoz o a Antonio María Marín Lara. Una vez estén instalados, dejen el habitáculo en situación de micro-gravedad y comprobaran el resultado: se agarrarán a la vara de mando, al pomo de la puerta o al pico del sillón, pero no duden que terminarán de nuevo sentados en el despacho. Es el dos más dos son cuatro de los experimentos científicos. No hay opción para el error. Hay otro experimento menos imaginativo pero igual de exacto en sus conclusiones. Utilizando a los mismos protagonistas, échenles de un partido, del que sea - al menos dos de ellos, han militado en varios- y verán lo que tardan en crear uno nuevo. Aquí tampoco hay margen para el error. Empecemos con Marín Lara, que fue dirigente del PA y del PSOE, que gobernó con el PP y con el GIL. Imputado en el caso Acinipo fue expulsado del PSOE y ya ha creado un partido nuevo para las municipales: Alianza por Ronda. No por él, por Ronda.

Martín Serón también tiene ya un partido nuevo para que le voten. Por Alhaurín, se llama. Por él no, se llama por Alhaurín. Lo que suma una nueva militancia a su largo currículo de militante. Lo ha sido de UCD, del Colectivo Alhaurino Democrático y del PP. Concluyó su condena por prevaricación, volvió y fue expulsado del PP. Y aquí lo tienen, presto para acudir a otras elecciones municipales.

Antonia Muñoz ha demostrado menos pericia en su carrera política. Tras ser expulsada de IU por enchufes masivos en el ayuntamiento en su etapa de alcaldesa de Manilva -en este caso, no pongo presuntos enchufes, ya que ella misma los ha admitido-, ha creado también su propio partido. En cuanto al nombre, es igual de original que los de sus ex compañeros de Ronda y Alhaurín el Grande. El suyo se llama Vecinos por Manilva. No por Antonia, por Manilva. En su honor hay que decir que Muñoz anuncia que en esta ocasión no se presentará, que lo hará dentro de cuatro años. De momento, la sede la tiene en su casa, no vaya a despistarse nadie sobre lo personal de esta formación política.

En el fondo estos tres ex alcaldes son candidatos que aman demasiado a sus vecinos como para dejarlos abandonados a su suerte. Políticos que, según cuentan ellos mismos, van por la calle y la gente les reclama que se presenten; que no pueden salir a la plaza de su pueblo sin escuchar a sus ciudadanos pedirles por favor que no se vayan. En definitiva, que estos vecinos sin estos alcaldes son como las hormigas de la Estación Espacial Internacional. Todos dando tumbos y sin proyecto colectivo para su pueblo.

Por cierto, no he hablado del segundo concepto de gravedad. La ausencia de sentimiento alguno por la gravedad de lo que hicieron durante sus mandatos. Pero ese es otro experimento mucho más complicado de explicar que la capacidad de una hormiga para adaptarse a la ingravidez. O para explicar cómo queda un político que quiere volver a ser candidato, pero que lo han metido en la Estación Espacial Internacional para quitarle gravedad, no a él sino a su currículo.

Ilustración de Daniel Rosell para Málaga Hoy. 

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