El PSOE, sin operación Gabilondo para la costa.

UN año antes de las elecciones municipales de 2011, el PSOE era un hervidero sobre posibles candidatos a la alcaldía de Málaga. Un día se barajaba un nombre, al día siguiente era otro y no había manera de que los socialistas terminaran optando por un claro aspirante. Para zafarse de tanta quiniela periodística, al número dos de los socialistas en Málaga, Francisco Conejo, se le ocurrió una curiosa estrategia y la dio a conocer. El PSOE, anunció Conejo, iría dando señales o pistas sobre quién era el elegido, pero sin descubrir oficialmente al candidato hasta su proclamación por la ejecutiva federal. A aquello le llamaron campaña intriga, -teaser, en el argot publicitario-, unos anuncios donde no se desvela el nombre del producto, al objeto de generar la curiosidad de la audiencia.

Estas cosas no las hacían en el PSOE de Málaga sin más. Se ponían en marcha porque los socialistas tenían un responsable de I+D en su ejecutiva. De la misma manera que había un dirigente encargado de política municipal u otro de igualdad, en Málaga había también un responsable del departamento de investigación y desarrollo. En esta provincia, desde le llegada de Miguel Ángel Heredia y Conejo al poder interno siempre fueron muy ocurrentes a la hora de innovar. Eran los tiempos de la segunda modernización de Andalucía que proclamaba Manuel Chaves y en esta comunidad el futuro era el I+D. Ya fuera en la Junta, en la sociedad, en el cambio de modelo productivo… O llegado el caso, también en el PSOE de Málaga. Todo se solucionaba con I+D. Y lo que no, con un plan de calidad o con un foro para unificar el discurso en la costa.

La idea no terminó de cuajar. Y al igual que se fue Chaves sin concluir la Segunda Modernización y llegó Griñán con el Pacto por Andalucía, también en Málaga desapareció el candidato que durante meses estuvo en el centro de las señales - un antiguo consejero, delgado, pero de apellido, por seguir con la intriga- y en su lugar se colocó a María Gámez para impulsar esos nuevos tiempos. Gámez estaba al frente de la delegación del Gobierno Andaluz y había sido delegada de Innovación, que era lo más cercano que había al I+D. Los meses de misterio fueron un fiasco y Gámez perdió un tiempo fabuloso para elevar su grado de conocimiento en la ciudad frente a Francisco de la Torre, tras el escaso éxito de la campaña de las señales.

Ni Gámez ni la mayoría de los candidatos del PSOE en el litoral en las pasadas municipales cubrieron las expectativas y los socialistas concluyeron los comicios de 2011 con un resultado desastroso. Para zanjar el lío que se podía montar en cada municipio con el candidato a la alcaldía recién vapuleado, el secretario provincial del PSOE en Málaga, Miguel Ángel Heredia, acabó con cualquier misterio futuro. Y ni señales ni nada, en la misma noche del varapalo anunció que todos los que candidatos derrotados, repetirían cuatro años después. Y así de simple es a veces la historia.

El PSOE lleva de candidatos desde Nerja a Manilva a una cohorte de líderes de la oposición cuya mayor aspiración es liderar lo que ya han liderado, o sea la oposición. O con un poco de suerte, esperar a que algún alcalde del PP tenga un tropiezo y no repita mayoría absoluta. Bajo esta premisa, el PSOE presenta escasas opciones que le garanticen ser la primera fuerza política en los grandes municipios del litoral. Algo nada novedoso, ya que tienen experiencia en ello desde el año 1995 y sus candidatos tienen mucho mérito en repetir. Pelear por presentarse a unas elecciones para sufrir una nueva derrota requiere mucho esfuerzo, pero es verdad que resulta todo más llevadero cuando uno consigue el respaldo mayoritario en su propia agrupación local para encabezar de nuevo la lista con la que perder otra vez los comicios.

Cuando Pedro Sánchez decidió quitar a Tomás Gómez de la candidatura a la presidencia de Madrid, elegido en primarias por sus compañeros aún sabiendo todos que llevaba pleno de papeletas para volver a perder, le cayó la mundial al nuevo líder del PSOE y muchos barones se frotaban las manos convencidos de que acababa de coger la pala con la que cavarse su propia tumba. Quince días después, todos son flores a su decisión de incorporar a Ángel Gabilondo.

Tomás Gómez demostró que un dirigente puede ganar unas primarias y no gustarle a casi nadie de su propio partido. Y Pedro Sánchez ha certificado que poner a otro candidato, para no dar por segura la derrota, es factible e incluso lo aplaude la militancia. Y para eso existen los departamentos de I+D. Para innovar, para cambiar y para arriesgar. Desde 1995, son ya dos décadas perdiendo elecciones en el litoral malagueño como para no percibir todavía las señales que emiten los ciudadanos cada cuatro años. A no ser que el departamento de investigación y desarrollo del PSOE de Málaga esté más dedicado a las victorias internas que a las electorales.

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