Presencias electorales
Susana Díaz está muy preocupada con el desarrollo de la precampaña
electoral en Andalucía. No se trata de que las elecciones palidezcan en
medio de tanto lío judicial: ya sea el caso de los ERE, ya sean los
cursos de formación, ya sean ahora las ayudas de innovación. Tampoco es
consecuencia del drama del paro, que se traga cualquier alegría en la
casa del pobre. Ni de la desafección, que hace que las promesas les
entren a los ciudadanos por un oído y le salgan por el mismo. La
preocupación de la candidata del PSOE es que ya no sabe en qué idioma
decir que quiere estar en su tierra, en Andalucía, con “mi gente, los
andaluces y andaluzas”.
Anunciar que uno se presenta a las elecciones para quedarse es la última moda de la política andaluza. Bonilla llegó a la presidencia del PP andaluz y desde ese día no hace más que anunciar que no se va. Es difícil saber cómo hemos llegado a este punto, pero resulta cuando menos ridículo que los candidatos de los dos principales partidos hayan hecho de la obviedad uno de los ejes de la precampaña. O sea, que uno se presenta a unas elecciones para no salir huyendo cuando terminan. Y eso hay que repetirlo porque parece que nadie termina de creérselo.
Hubo un tiempo en que un político se presentaba a unas elecciones diciendo que firmaba un contrato de cuatro años. Qué tiempos. Ahora un político puede presentarse y salir huyendo antes de empezar la campaña. Ha ocurrido en Cádiz. Se anunció un lunes al cabeza de cartel del PP y el miércoles desapareció de la lista para convertirse en el nuevo delegado del Gobierno en Andalucía. Ese mismo lunes, le había arreado un par de mandobles al PSOE como ariete del PP contra la Junta y el miércoles, ya en su calidad de delegado del Gobierno, era elevado a la condición de hombre de “grandes consensos”. El milagro, como era de esperar, duró lo que tardó la cuenta oficial en Twitter de la Delegación del Gobierno de Andalucía en convertirse en un lanzallamas de 140 caracteres.
Mientras unos se quedan y otros se van, hay quienes pueden llegar a estar en dos sitios. En Alameda, el PSOE presenta como candidata a la alcaldía a una dirigente que un día ofrece un mitin en este pueblo malagueño y al siguiente presenta una moción en el Ayuntamiento de Torrent, municipio valenciano de donde es concejala. La candidata del PSOE en Alameda vive en este pueblo malagueño desde hace algunos meses. Y a Torrent acude regularmente, ya que cobra 1.200 euros como edil del municipio.
En este nivel está la política. No es que los votantes ya no nos creamos las promesas electorales, es que resulta difícil hasta creerse las presencias electorales. Con el actual panorama uno llega a entender la preocupación de Susana Díaz sobre qué idioma utilizar para que la gente crea sus palabras. A veces, no hay idioma en el mundo con el que explicar lo que puede suceder en una campaña electoral.
Anunciar que uno se presenta a las elecciones para quedarse es la última moda de la política andaluza. Bonilla llegó a la presidencia del PP andaluz y desde ese día no hace más que anunciar que no se va. Es difícil saber cómo hemos llegado a este punto, pero resulta cuando menos ridículo que los candidatos de los dos principales partidos hayan hecho de la obviedad uno de los ejes de la precampaña. O sea, que uno se presenta a unas elecciones para no salir huyendo cuando terminan. Y eso hay que repetirlo porque parece que nadie termina de creérselo.
Hubo un tiempo en que un político se presentaba a unas elecciones diciendo que firmaba un contrato de cuatro años. Qué tiempos. Ahora un político puede presentarse y salir huyendo antes de empezar la campaña. Ha ocurrido en Cádiz. Se anunció un lunes al cabeza de cartel del PP y el miércoles desapareció de la lista para convertirse en el nuevo delegado del Gobierno en Andalucía. Ese mismo lunes, le había arreado un par de mandobles al PSOE como ariete del PP contra la Junta y el miércoles, ya en su calidad de delegado del Gobierno, era elevado a la condición de hombre de “grandes consensos”. El milagro, como era de esperar, duró lo que tardó la cuenta oficial en Twitter de la Delegación del Gobierno de Andalucía en convertirse en un lanzallamas de 140 caracteres.
Mientras unos se quedan y otros se van, hay quienes pueden llegar a estar en dos sitios. En Alameda, el PSOE presenta como candidata a la alcaldía a una dirigente que un día ofrece un mitin en este pueblo malagueño y al siguiente presenta una moción en el Ayuntamiento de Torrent, municipio valenciano de donde es concejala. La candidata del PSOE en Alameda vive en este pueblo malagueño desde hace algunos meses. Y a Torrent acude regularmente, ya que cobra 1.200 euros como edil del municipio.
En este nivel está la política. No es que los votantes ya no nos creamos las promesas electorales, es que resulta difícil hasta creerse las presencias electorales. Con el actual panorama uno llega a entender la preocupación de Susana Díaz sobre qué idioma utilizar para que la gente crea sus palabras. A veces, no hay idioma en el mundo con el que explicar lo que puede suceder en una campaña electoral.
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